domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo 14:


Parte 1.
Viernes 13. Christian está preparado para ver a Samuel, para volver a abrazarlo y besar sus labios, para poder recorrer su piel desnuda con la yema de sus dedos, perderse en sus labios y fingir que no existe nada más aparte de él en la faz de la tierra.
Se ha vestido con unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta blanca de las básicas de Zara; no tenía muchas ganas de vestirse ya que la ropa sobraría aquella tarde entre las sábanas de la cama de su novio.
Baja las escaleras del bloque de pisos bastante rápido y sale a la calle buscando con la mirada a Samuel, y ahí lo encuentra, con una rosa blanca en la mano y una sonrisa en sus labios. Esa sonrisa que tanto le gusta, esos ojos que tanto le enamoran y los detalles que tanto le gustan a él.
Se acerca caminando de forma lenta y cuando llega a su lado él le da la rosa y le deposita un suave beso en los labios, después susurra un te amo y le coge de la mano.
Samuel: ¿Vamos a casa?
Christian (pegándose a él): Claro mi vida.
Caminan sin hablar, cada uno de los dos pensando en sus cosas, en todo aquello que les rodea, en sus propios mundos, tan distintos el uno del otro que cuando colisionan todo se tambalea entre los labios de dos jóvenes dispuestos a amarse hasta que la muerte, o una mentira, los separe.

Ya en la casa de Samuel, Christian se sienta en la cama y sube las piernas cruzándolas. Ha dejado la rosa en la mesita de noche de su novio y espera a que este llegue. Cuando entra a la habitación lo hace en bóxer y le sonríe leve, después se acerca a él y lo tumba colocándose sobre él.
Samuel (besando sus labios con besos cortos): ¿Te he dicho que te amo?
Christian (susurrando): Siempre que puedes.
Este último coloca las manos detrás de la cabeza del primero y le besa apasionadamente, buscando su lengua y pegándose a él para provocarle erección. Sus cuerpos comienzan a fundirse en uno solo mientras la ropa resbala del cuerpo de Christian. La tensión sube en el ambiente y el monstruo interior de cada uno vuelve a salir, ya no buscan alguien a quien amar, sólo buscan un corazón que destrozar.
Y el amor se convierte en pasión, sexo y, una vez más, en mentiras.
Fundido en Negro.

Parte 2.
El sol cae con aplomo sobre la pista de aterrizaje de Madrid. Georgina baja del avión por las escaleras con bastante agilidad. Su pelo castaño se ha tornado de rojizo allí en Estados Unidos. Su estómago parece vacío y sin vida.
Perdió el bebé ayer mismo y ella se había ido del hospital sin decir nada dejando de nuevo su futuro pasado atrás. Liam no quería que se marchase de nuevo a España, pero ya habían hablado de eso justo antes de que él se volviese a marchar para hacer todo eso de lo que ella no tenía conocimiento, y fue cuando se dio cuenta de que no todo era tan genial como ella quería que fuese, como ella se había hecho creer a sí misma. Todo estaba mal, y no tenía a nadie a quien agarrarse.
Su madre no había puesto queja alguna en que ella volviese, de hecho se le vio bastante feliz cuando se lo dijo, como si su madre la hubiese echado de menos, aunque… Era su madre, era obvio que la echase de menos, ¿no?

Ya en la puerta del aeropuerto con una pequeña maleta en las manos ve llegar a su madre, esta la abraza fuertemente y le acaricia la cabeza. Después se separa de ella y le mira a los ojos.
Madre: No me vuelvas a dejar sola.
Georgina: Ni que me necesitases.
Sabía que esas palabras le iban a doler y por eso las había dicho. No buscaba que nadie reconociese sus sentimientos, volvería a mentir, a esconderse detrás de una máscara. Ya no sería la Georgina que se comía el mundo.
Ahora era el mundo quien se la comía a ella.
Fundido en Negro.

Parte 3.
Christian está sentado en la cama vistiéndose a toda prisa. Lo que Samuel le ha dicho le ha dolido, ¿qué pasaba? ¿En serio ese amor que sentía ambos sólo quedaba en esa cama en la que follaban?
Samuel (de rodillas detrás de él): Christian compréndeme…
Christian (aguantándose las lágrimas): ¿Qué tengo que comprender? Dime Sam, dime por qué ahora me dices esto, por qué después de casi una semana juntos vienes y me dices esto, que no estás preparado para una relación, que tienes miedo de perderme, estoy aquí (niega con la cabeza), y aun así no te das cuenta de que me estás perdiendo.
Samuel: Es que… Joder, no sé si te amo Christian, no sé si mis sentimientos hacia ti son de verdad de amor o sólo me he encariñado contigo, lo siento mucho, pero no quiero seguir así. Tú me amas, lo sé, pero yo… Yo no sé, no creo amarte tanto como tú me amas a mí.
El joven se levanta ya vestido y le mira a través de un manto de lágrimas. ¿Por qué ahora que todo iba perfecto? ¿Había sido porque no le amaba desde el primer momento que besó sus labios? ¿Acaso seguía sin amarlo tanto como él decía?
¿Por qué el amor tenía que ser así? ¿Tan mortífero? ¿Tan letal y solitario? ¿Tan mentiroso? ¿Cuántas caras podría tener el amor? ¿Cuántas veces tendría que ilusionarse para luego perder? ¿Acaso no había más problemas aparte de enamorarse y perder a quien amas? Después de todo, ¿no era lo que él quería? ¿Enamorarse?
Sale de la habitación sin mirar atrás, corriendo y llorando. Él odia todo lo que acaba de pasar, odiando el día en que nació, a la persona que inventó el amor, escupiendo sobre los recuerdos del pasado.
Odia a Dani por haber sido tan perfecto que no podía olvidarlo. También odia a Rubén por hacer que se olvidase de su mejor amigo cuando aún seguían saliendo. Y odia a Samuel, lo odia por decirle que le ama, por mentirle, por darle sexo, llevárselo a la cama y después destrozarle la vida con sus palabras.
Se odia a sí mismo por ser gay, por ser débil y estar indefenso, por no poder comerse el mundo, por enamorarse tantas veces que acaba perdiéndose a sí mismo entre las sábanas de cualquiera que le regala un te amo.

En la calle no sabe a dónde ir, se encuentra perdido en un torbellino de sentimientos que acorralan su corazón, lo encierran allí donde nadie lo puede encontrar y lo vuelve contra él. El dolor aumenta, se expande por su cuerpo y llega hasta ese lugar en el que nadie ha sido capaz de llegar nunca. El dolor toca el cajón interior de recuerdos a olvidar, y los abraza todos, los abraza como si de peluches se tratasen y él sufre, se retuerce ante el dolor al amor que no acaba del todo.
Su móvil suena, lo descuelga, es Samuel, le pide perdón y él grita. No grita palabras, grita de dolor, de rabia y de impotencia. Grita hasta que su garganta se rompe en dos y ya no puede más; cae al suelo y mientras su ¿novio? le habla a través del altavoz él se hace un ovillo y llora, lo hace en mitad de la calle, delante de la gente que le mira y se asusta de la reacción del joven. Pero nadie se acerca, nadie lo haría. Es un monstruo, se ha convertido en un monstruo, y a veces, es mejor así, que nadie se acerque, que no existan sentimientos en ese cuerpo sin vida, en un alma que huele a muerte y amor.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Georgina está sentada delante de su ordenador. Ha realizado varias llamadas y ya se ha enterado de que Rubén se marchó a Londres, de que a Daniel le había sido dada el alta y que estaba perfectamente. Que Christian salía de viaje allí donde su aún novio vivía el lunes siguiente.
¿Y ahora qué? ¿Cuál sería el siguiente paso?
Se levanta de la silla del escritorio y se asoma a la ventana. Es viernes y la gente ha aprovechado para salir a comprar. Chicas locas por esa ropa nueva de los escaparates de las tiendas, chicos que pasean en busca de una estúpida idiota que se enamorase del típico retrasado sin estilo que vestía como los demás sólo para encontrar con quien pasar las noches.
Y ahí está él, tirado en el suelo al lado de su móvil. Ella se asusta, ¿le habrá pasado algo? No debería de salir, no tenía que mostrarse al mundo, pero lo hace, coge sus llaves y sale corriendo, baja las escaleras lo más rápido que puede y se tira a la calle, se acerca a él gritando su nombre y provocando que todos los ojos que pasan por allí se fijen en el cuerpo del chico que hay debajo de ella. Un cuerpo muerto, un cuerpo sin vida.

Parte 5.
El dolor desaparece lentamente. Como si alguien lo eliminase con sus manos del mismo modo que una persona corre una cortina. Y así Christian abre los ojos, se encuentra aturdido y no da crédito a lo que ve ahora mismo con sus propios ojos. Georgina, llorando. Y la calle presente de la escena.
El chico se incorpora rápidamente y mira a la chica, ella le abraza fuertemente diciendo que estaba preocupada y que qué le había pasado.
Christian: No deberías de estar aquí, no eres tú. No estás aquí.
Tras decir esas palabras sin saber muy bien el significado de ellas, se levanta y busca su móvil en el suelo, después, ladeando la cabeza a modo de disculpa se marcha a su casa cabizbajo, dándole vueltas a la cabeza, pensando en todo aquello que había pasado ese día.
Y en Georgina, ¿una alucinación? ¿Cómo podría haber ocurrido?
Fundido en Negro.

Parte 6.
(Una entrada nueva en el blog de Christian).
Queridos lectores, queridos amigos que me leéis todos los días. Me he vuelto a equivocar. Dice que no me ama, después de hacer el amor durante toda la tarde me ha dicho que no me ama, que no está seguro de lo que siente, que puede ser posible que yo lo ame muchísimo más de lo que él me amará a mí nunca. Y ahora estoy perdido.
La pregunta es simple y clara, ¿le amo yo a él tanto como dice?
No lo sé, queridos lectores, estoy perdido en mi propia oscuridad. Cuando él me desnudaba me di cuenta del cambio, del paso del amor a la rabia, después al dolor y después al monstruo que se apodera de mí y no busca que le amen, sino un corazón rebosante de sentimientos para devorarlo y dejarlo después vacío, seco.
Tengo miedo, el lunes me voy a Londres como bien sabéis, y tengo los nervios del viaje ya que allí puede estar él. ¿Os imagináis que me lo encuentro? ¿Qué él me reconoce? No sé qué haré, no sé cómo reaccionaré porque ni siquiera sé si aún lo amo o si tan sólo es un fantasma del pasado.
He pensado en la muerte, en lo que ello conllevaría, y he llegado a una conclusión, triste pero cierta, y fundamentada en una verdad tan real como la vida misma.
Vivimos para conseguir algo, y siempre aspiramos a más. Cuando conseguimos esa necesidad, después queremos un poco más. Es como cuando nos sacamos el carnet de conducir. Primero queremos aprobar el examen teórico, una vez aprobamos estamos ardientes de deseo para poder coger el coche en las clases prácticas, una vez lo cogemos, queremos ya mismo examinarnos, para tener ese papelito que nos permite conducir. Y después de eso, deseamos un coche, el mejor que nosotros o nuestros padres puedan permitirse, y aun así, una vez pasa un tiempo, sale al mercado otro mejor, ¡y queremos ese! ¡Y cada vez más!
Porque somos así. Estamos movidos por una intención, por un fin, y siempre habrá un fin más allá del fin que antes teníamos propuesto. Pero no nos damos cuenta de lo más dañino e importante al mismo tiempo, ¿y todo ese tiempo que invertimos en conseguir algo? ¿Qué? ¿Ese sufrimiento de qué nos sirve?
De nada.
Y ahí entra el papel de la muerte. Una vez tenemos nuestro primer fin, ¿de qué nos sirve vivir si no queremos? Claro, hay personas que sí quieren seguir adelante, que quieren luchar por algo, pero yo no. Yo sé que en la muerte, en mi propia muerte, con mi cuerpo inerte en una caja y mi alma vete a saber tú dónde, encontraré mi felicidad.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Es la una de la madrugada. Christian ha salido a la calle en bóxer y camiseta de propaganda. No sabe a dónde ir pero las cuatro paredes de su habitación le ahogan y le oprimen los sentimientos y las ganas de vivir, de morir al mismo tiempo.
Él camina por las calles perdido, buscando algo que le dé una esperanza, una luz en su oscuridad. Pero la luz siempre proyecta una sombra más larga que la anterior, y no le sirve de nada volver a brillar si la sombra lo vuelve a engullir. Sus ojos ya no brillan, su corazón no late sin razón alguna y su cuerpo busca un lugar allí donde caer.
Como dije anteriormente, el amor tiene muchas caras. Pero el amor sólo tiene un único corazón, y ese corazón acaba muriendo por amor.
Fundido en Negro.

2 comentarios:

¿Te gusta? Añade un comentario, me vas a hacer muy feliz con él. También puedes convertirte en seguidor y saber cómo continua la historia de Christian, espero que te guste.
ATT.: Francisco Torres Mellado.