martes, 21 de agosto de 2012

Capítulo 15:


Parte 1.
Era el momento de subir al avión. Christian lo había hecho el primero, junto a su compañero de habitación Xavier y sus dos amigas. El acomodador les indica dónde deben de sentarse y les pide por favor que apaguen el móvil o lo pongan en modo avión. Él lo desbloquea y ve un mensaje entrante.
“Perdóname por el daño que te hice, me he dado cuenta de que sí, que te amo, que me importa lo que pienses de mí… Pásalo bien, y recuerda una cosa. Cuando tú pienses en mí, yo estaré pensando en ti.”
Sonríe y contesta un te amo, después apaga el móvil y se sienta en el lado de la ventana. Sus compañeros empiezan a subir y una vez está toda la tripulación y las azafatas de vuelo les han indicado cómo ponerse el chaleco en caso de accidente, despegan.
Christian va allí donde ha soñado siempre con vivir, deja atrás durante una semana su vida, sus miedos e inseguridades sin saber que allí, en las calles de Londres encontrará al que tal vez sea el verdadero y único amor de su vida.
Fundido en Negro.

Parte 2.
(La noche anterior).
Samuel no deja de dar vueltas por su habitación. Se encuentra mal tras haber discutido el viernes con Christian y no sabe qué hacer, ¿y si le llama y no se lo coge? Se iba a sentir demasiado mal si se quedaba ahí, sin oír su voz y llorándole al contestador.
El reproductor de música suena, “Lo que nunca fuimos” de Guille el Invencible. Esa canción le recuerda a su novio, o a su ex, o lo que sea. No sabe por qué pero cuando la escucha piensa en él. ¿De verdad él le amaba tanto? A veces estaba distraído cuando hablaban, no le miraba a los ojos y estaba distante. Pero otras veces… Otras veces era tan cálido como un rayo de sol, era como una mañana soleada de junio y el invierno frío y la distancia se acortaba.
Ese era el Christian del que se había enamorado a pesar de que sabía que no era así, que había algo que los separaba. Pero su Christian, su forma de besarle y de rodearle el cuello con los brazos, de mirarle a los ojos y decirle que era la razón de su existir. Todo eso y mil formas más de hacerle sentir único en el mundo.
¿Y ahora qué? No iba a dejar pasar esa oportunidad, no iba a dejar marcharse a esa persona que le daba ganas de seguir adelante, de estudiar por un futuro al lado de quien más quería y para ello debía de cambiar, de alejarse de la persona que había sido en su pasado, dejar el alcohol, el salir hasta el día siguiente, el no acostarse con el primero que se pasase por su vida…
Iba a cambiar por Christian.
Se tumba boca arriba en su cama y juega con su móvil entre los dedos. ¿Debe de mandarle un sms? Por la hora que es tal vez esté durmiendo y como mañana sale de viaje tampoco era importante, sólo quería pedirle perdón y desearle un buen viaje… Podría hacerlo mañana antes de que subiese al avión. Eso iba a hacer, provocarle una sonrisa antes de que partiera de viaje a Londres.
Cierra los ojos y al poco tiempo de hacerlo se queda dormido y da paso a un sueño en el que Christian es el protagonista.
Fundido en Negro.

Parte 3.
Ya en Londres se sentía como un extraño en una tierra para extraños. La gente caminaba rápido y no se detenía en mirar con quién se cruzaba. Todo parecía gritar prisa y al mismo tiempo ganas de parar y vivir la vida de forma lenta y pausada.
Habían dejado las maletas en el hotel y salieron a dar un primer paseo por las calles de Londres. Los profesores les dieron una hora para caminar ellos solos por las manzanas que rodeaban al hotel. Y ahí está Christian, caminando solo como si él ya se supiera de memoria aquellas calles donde se podría perder perfectamente.
Le gusta mirar a las personas, ver cómo van trajeadas, vestidas para trabajar de primera hora de la mañana hasta el mediodía. Los hombres con trajes oscuros y las mujeres con vestidos lo suficientemente elegantes para ir a la oficina. Y luego está él en converse azules, vaqueros y camiseta negra.
Está en los escalones grises de una plaza que está a unos diez minutos del hotel de la cual no se ha molestado ni mirar el nombre. En la plaza hay varias terrazas pertenecientes a cafeterías, unas tiendas de ropa y un Starbucks. Sonríe levemente con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos. Su móvil está en silencio, no le ha respondido porque no ha querido, tampoco sabía qué responder. ¿Acaso no lo había dejado claro? ¿Que no le quería tanto como le quería a él? ¿Por qué ahora le dejaba ese mensaje? ¿Esperaba que le perdonase?
Christian suspira y cierra los ojos mientras se despereza de esa postura. Pasa los brazos hacia detrás y se deja caer levemente como si fuese a tumbarse. Su móvil suena y él lo coge, es su madre.
Christian: Hola mamá.
Madre: ¿Cómo lo estás pasando?
Christian: Bien, hemos dejado las maletas en el hotel y nos han dejado dar una vuelta por las manzanas de aquí alrededor nosotros solos.
Madre: No vayas solo, ¿estás con tus amigos? Ten cuidado Christian.
Christian: Sí mamá, estoy con mis amigos, ahora mismo están metidos en una tienda de ropa alucinando, yo estoy sentado aquí en una terraza. ¿Te llamo luego? Creo que vamos a volver al hotel.
Madre: Vale cariño, cuando puedas me das un toque y yo te llamo. Te quiero.
Christian: Y yo a ti mamá.
Se hace el silencio a ambos lados del aparato. Le ha mentido, no quiere darle a entender que está solo, que el viaje que iba a ser el de su vida, con el que siempre ha soñado, pues estaba saliendo mal…
Pero en parte es su culpa. No quiere mezclarse con los demás, hablar, dejarles entrar en su vida. Sus amigas no han ido y se siente solo, en parte es bueno, así nadie se interesará si está bien o está mal, o si llora o deja de llorar cuando se encierra en el baño.
Levanta los ojos y ve a un chico con el pelo de color rosa y una chica gótica. No puede evitar sonreír, le encanta ver a chicos así. Es una de las cosas por las que quería ir a Londres, ver a adolescentes distintos a los que había en España, adolecentes que habían encontrado su propio estilo y lo vestían sin miedo a que la gente mirase.
Estos se acercan a Christian mientras él está penando en ellos y le sonríen cuando este se da cuenta de que se han acercado.
Christian: Ehm… Hello, I'm from Spain, sorry for my pronunciation. My name is Fran, I'm delighted to meet you. (1)
Liseth: Hi Fran, my name is Liseth, (el chico le extiende la mano y Christian la aprieta suavemente). Really are you from Spain? You talk English so good. (2)
Christian (sonrojándose bastante): Thanks Liseth. (3)
La chica no habla, sólo se limita a mirarles con una sonrisa de oreja a oreja. Christian la mira y le dedica una leve sonrisa, después se levanta y le da dos besos.
Liseth: Forgive ... She's my sister, called Bea. She cannot speak, she’s dumb. (4)
Christian (mirando a Bea): Oh… Sorry. (5)
La chica mira a su hermano y mueve las manos hablándole como hablan aquellas personas que no pueden emitir sonido alguno de su garganta. Mientras lo hace Christian se siente ahogado en su propia voz, debe de ser muy ahogante y desesperante el hecho de no poder hablar, poder expresar tus sentimientos a la persona que quieras, no poder gritar de rabia o frustración, no ser capaz de poder oír tu propia voz.
Listeh: She says you're very handsome, it's a shame that you're gay. She has asked me to try to flirt with you. (6)
Christian se sonroja. Él sabe hablar y entender el inglés bastante bien, y si no se ha equivocado Liseth le ha dicho que su hermana le ha pedido que ligue con él. Parpadea varias veces y después se ríe tontamente sin saber qué decir, después la mira a ella no sin cierta vergüenza y se rasca la mejilla, como siempre hace cuando tiene vergüenza y no sabe qué decir.
Christian: Sorry but I have to go to the hotel, I was really nice meeting you, hope to see you again. (7)
No se va porque tenga que hacerlo, de hecho aún le queda un tiempo para seguir paseando o perdiendo el tiempo allí donde él quiera pero le ha dado vergüenza lo que le han dicho y quiere irse de allí. ¿Guapo? ¿Él? Llamarle a él guapo era como un insulto para los que eran guapos de verdad.
Liseth y Bea son unos chicos londinenses típicos de allí. Su propia forma de vestir, su acento inglés tan sexy y sus rasgos que los hacen diferentes a los demás. Su forma de caminar tan elegante, su forma de sonreír y de mirar, de vivir la vida, de soñar.
Christian sabe que va a llegar antes de nadie al hotel pero decide caminar hasta allí para poder encerrarse en su habitación, ducharse y dejar que todo pase un poco. Sólo son las seis y media y la cena es a eso de las nueve, es decir, que le quedan como una hora y media para poder arreglarse y perder el tiempo tumbado en la cama.
Así que eso es lo que hace, marcharse al hotel y relajarse para intentar olvidar que en España está el chico del que está profundamente enamorado…
O no.
(Traducción de la conversación)
(1): Ehm… Hola, soy de España, lo siento por mi pronunciación. Me llamo Fran, estoy encantado de conoceros.
(2): Hola Fran, yo me llamo Liseth. ¿De verdad eres de España? Hablas inglés muy bien.
(3): Gracias Liseth.
(4): Perdona… Es mi hermana, se llama Bea. Ella no puede hablar, es muda.
(5): Oh… Lo siento.
(6): Ella dice que eres muy guapo, que es una pena que seas gay. Me ha pedido que intente ligar contigo.
(7): Lo siento pero tengo que irme al hotel, me alegro mucho de haberos conocido, espero que volvamos a encontrarnos.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Christian está tumbado en la cama en bóxer. Su compañero de habitación le ha dicho que no va a dormir allí ninguna noche, que lo hará en la habitación de sus amigos, que no diga nada. A cambio le ha pedido que deje la tarjeta de la habitación en el escritorio por si les da a sus amigos por entrar y gastar bromas.
La música está puesta y suena “Nota de suicidio” de Porta, un rapero que no le desagrada si no fuese porque odia el rap. Pero esa canción…
Es suya y para él, de nadie más.
Se da la vuelta y mira el reloj. Son las ocho y media, si nadie pasa a llamarle no piensa bajar a cenar, no tiene ganas de comer nada y la verdad, tampoco quiere ver a nadie. Ni a las personas de su clase ni a las del otro cuarto, ni siquiera a las chicas con las que se lleva bien de tercero. Total, ¿para qué? ¿Para oír a todos hablar de lo maravilloso que es todo y de lo mágicas que son las calles de aquella ciudad de ensueño?
Para eso prefiere quedarse en su habitación y pensarlo él solo ya que su opinión nunca le sirve a nadie. Él no significa nada, no sabe qué es del todo la palabra amistad, qué se siente al estar rodeado de amigos que te quieren, de invitaciones a cumpleaños en casas de chicos para poder emborracharte y reír hasta no poder más.
Nada de eso es lo que él tiene. Sólo le queda Samuel, ese chico del que está enamorado, que le da todo lo que quiere: besos, caricias, amor y sexo.
En eso se basaba su relación con Samuel si la analizabas, sólo quedaban para acostarse, después sólo había mensajes y conversaciones en Tuenti, pero nada más. No había tardes de cine ni paseos por las calles de Madrid, tampoco tenía la ilusión de durar. Su relación consistía en mundos aparte y en noches vacías. En silencios huecos y en palabras llenas de tristeza y dolor camufladas con un poco de sexo.
Tocan a la puerta y Christian se acerca hasta ella sin darse cuenta de que está en ropa interior, al abrirla se encuentra con Mar. Esa chica que está en su clase y que sabe lo de Dani mejor que nadie. Le sonríe leve y ella ríe al verlo en bóxer.
Mar: ¿Qué haces así aún?
Christian: No tengo hambre, no voy a bajar a cenar.
Mar (entrando en la habitación): No perdona, tú vas a bajar porque todos ya están abajo, van a hablar de la excursión de mañana y bueno creemos que vamos a salir esta noche a un pub que hay a diez minutos de aquí, para que te vengas.
Christian (cerrando la puerta pero sin moverse de ahí): Mar que no…
Mar (dándose la vuelta y mirándole a los ojos): Vas a salir, ¿vale? Porque nadie ni nada se merece que estés aquí encerrado como si nada, ¿estamos? Porque estoy cansada de que estés mal, de que no te cuides, de que si te pasas comiendo te odies y quieras provocarte el vómito, si no lo haces claro. Estoy cansada de la puta canción del crío ese que habla de suicidarse, ¿Christian por favor? Quiero que vivas tu vida, que disfrutes y punto, que no te ates a nadie porque no sirve de nada.
Christian: Gracias… (ladea la cabeza), pero…
Mar (tirándole unos vaqueros cortos y una camiseta rosa chicle): Vístete que vamos a bajar digas lo que digas.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Al día siguiente van a ir a ver el Big Ben y el London Eye para después hacer un pequeño paseo por el Támesis y ver el punto 0 ese en el que Christian no está nada interesado. Si fuera por él se quedaba perdido en las calles del centro viendo a la gente pasar mientras los analizaba, aquello era lo que él quería hacer, no ir a ver monumentos con una guía a la que no haría caso mientras todos estaban fascinados por aquella ciudad.
Él amaba la fascinación de la ciudad, pero quería hacer las cosas como él quería, perderse en las calles y encontrar lugares que no están en las guías turísticas no ir a sitios atestados de gente para ver algo de lo cual no se van a enterar de lo que es.

En el pub hay muchos chicos que según sus compañeros visten raro mientras que para él su forma de vestir les da a entender que son libres de hacer lo que quieran. Todos bailan al ritmo de una banda que toca. No se ha enterado bien del nombre por el grito de todos los jóvenes pero sabe que no lo hacen mal, incluso que podrían llegar a ser famosos.
El cantante se llama Alexander y tiene rasgos alemanes, es blanco de piel y muy delgado, tal vez demasiado. El pelo lo lleva tintado de negro y sus ojos son grises o ese efecto crea  la luz del escenario. Sus miradas se cruzan y Christian se pone nervioso sin saberlo, entonces comienza la canción.
“You come to me with your scars on your wrist, You tell me this will be the last night feeling like this…”
Fundido en Negro.

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ATT.: Francisco Torres Mellado.