miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 19:


Parte 1.
Christian se despierta bastante agobiado por todos los exámenes finales. Es ya quince de junio y hoy realiza su último examen del curso. No se juega mucho porque es de inglés y sabe que le va a salir bien, pero aun así está nervioso.
A pesar de las dos o tres semanas que han pasado, el peso del pasado sigue en su pecho. Porque, ¿a quién le es fácil olvidar a una persona a la que se lo has dado todo? El adolescente suspira siempre que piensa en Samuel, en Rubén, en Daniel…
Georgina ha seguido a su lado desde que ocurrió lo de las fotos, han hablado poco pero lo han hecho y, lo mejor de todo, es que ella ha decidido quedarse a su lado a pesar del daño que se hicieron mutuamente, y él, aunque haya momentos en los que la odie, reconoce que la necesita a su lado.
Ya con el uniforme del instituto puesto, sale de su casa sin hablar apenas nada con su madre y se dirige a la parada del autobús pensando en que será un verano genial, que no se complicará la vida, que vivirá apartado del amor y que si los sentimientos afloran, los emborrachará con alcohol.
Después de todos esos momentos en los que nos equivocamos, ¿por qué no aprendemos a no planificar las cosas, aunque sea con un mínimo de detalle?

Parte 2.
Olvidar a las personas que queremos es como intentar hablar un idioma que nunca hemos hablado antes. Nos cuesta al principio, nos duele que existan canciones e incluso pequeños gestos que nos hagan volver al pasado, pero después y con el tiempo, se acaba olvidando el pasado y te acostumbras al presente, para prepararte para un futuro posible.
Y a pesar de todo, aunque no queramos, aunque intentemos por todos los medios no pensar en lo que pudo ser o lo que en un pasado fue, siempre volvemos allí donde solíamos querernos.

Parte 3.
El día ha pasado bastante rápido, Christian ha pasado de clase en clase como si volase sobre un pájaro de papel.
La sirena de salida suena y los nervios afloran, todos los alumnos de la clase se levantan dispuestos a salir por esa puerta y no volver hasta esa misma tarde para celebrar su graduación en Educación Secundaria.
Christian se graduará con Mar, una chica a la que le está profundamente agradecido, por todos los gestos y momentos que han pasado durante todo el curso. Por haberle confesado su homosexualidad en un principio y el abrazo por parte de ella.
Salen todos rápidos, algunas chicas hablando de que tienen que ir a la peluquería y no les dará tiempo de comer, otros chicos hablando de lo que van a hacer en el verano o el regalo que les comprarán sus padres por haber acabado el curso.
¿Y Christian?
Él no piensa en nada salvo en Samuel. Esa noche él le iba a acompañar a su graduación, irían juntos. Christian le contaría a sus padres lo de su homosexualidad, y sin embargo ahora…
Todo iba mal. Iría solo, bueno, con sus padres, pero que es lo mismo. Cuando bajase del escenario no tendría quien le esperase para darle la enhorabuena por su graduación, quién le besase como si el mundo se acabase cuando sus labios se separasen.
Ya sentado en el asiento del autobús enciende su móvil y pone la primera canción en la lista de reproducción: Nota de suicidio, de Porta.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Mientras tanto, en Londres, hay alguien que busca desesperadamente la forma de volver a España, de buscar al chico de una noche, de enseñarle que la vida es algo más que lágrimas y desesperación.
Dylan está dando vueltas por la cocina de la casa mientras que Alexander, el chico delgado, le mira con cara de preocupación.
Zack: Yo no lo entiendo, ¿qué diantres te ha dado por un crío que no conoces de nada?
El chico de quince años mira al mayor con los ojos llenos de odio, o tal vez de amor. ¿Quién sabe? Unos ojos llenos de lágrimas no pueden leerse con tanta facilidad.
Al lado de Zack se encuentra Alexis, callado mira a Dylan como si intentase descubrir algo que ya sabe pero que no acaba de entender.
Alexander: Zack (mira a este), yo le he dicho que… Podríamos ir a buscarlo si quiere y… ¿Por qué no?
Zack: ¿Qué os creéis que es esto? ¿Un centro de acogida?
Dylan (con tono irónico): No es que todos conociésemos a tu marido desde hace mucho tiempo, ni siquiera tú. Pero claro, te abren un poco las piernas, y dios, a ese me lo tiro.
Alexander: ¡Dylan!
Alexis, el marido de Zack, suspira y agacha la cabeza. Sabe quién es el chico al que van a buscar, conoce esa mirada perdida con la que sale en la foto que le sacó Dylan. Levanta la cabeza de nuevo y los mira a todos.
Alexis: Podemos ir a conocerlos si Dylan quiere.
Y entonces, este último, agarrándose a un clavo ardiendo, se alía con ese chico al que no conoce de nada y odia a más no poder. Quiere ir a buscar a Christian, necesita buscarle y decirle que le quiere, que se ha enamorado de él y que no existe vida ninguna en la que no exista su mirada.
Pero…
¿Será una mentira más o estamos ante un posible amor a primera vista?
Fundido en Negro.

Parte 5.
Todos los alumnos están con sus correspondientes togas azules y sus gorros preparados para la graduación. Alineados en dos filas paralelas donde tienen que salir, sus nervios se intensifican ante la mirada de las personas que les rodean.
Christian mira a Mar y sonríe. Lo hace sinceramente y con el corazón. Está feliz, ha llegado su último curso en ese instituto y ahora comienza una nueva etapa de su vida. Pero al mismo tiempo está triste. La tiene a ella y tiene miedo de perderla, de que no se vuelvan a ver. Aguanta las lágrimas apretando fuertemente los ojos despertando la preocupación de su compañera.
Mar: Nada de llorar eh Chris, que quiero que me aguante el maquillaje al menos hasta que lleguemos al escenario.
La respuesta del chico se ve interrumpida con el comienzo de la canción que inicia la graduación.  La cabalgata de las Valkirias de Richard Wagner.
Los alumnos comienzan a caminar al paso que tanto les había costado ensayar. Difícil les es a todos aguantar las lágrimas. Es duro saber que ya se acaba su estancia en ese instituto donde han pasado tantas cosas, donde han reído, han llorado juntos.
Christian pasa los ojos por el público, y lo ve. Ve a Samuel con una leve sonrisa mirándole, y entonces en él mismo aflora una nueva sonrisa. Mira hacia otro lado y respira hondo. ¿Por qué ha tenido que ir?
De nuevo los sentimientos golpean su mente y corazón, le persiguen y corren tras él, lo retienen en un rincón y ahí, sin más pretexto que el de un amor más fuerte que la razón, provocan de nuevo ese torbellino de sentimientos que hace de las personas monstruos por amar y ser correspondidos.
¿O acaso no es así?
Fundido en Negro.

Parte 6.
En ocasiones de la vida nuestro camino se bifurca. Tenemos que tomar decisiones, arriesgarnos, darlo todo y ganar o perder, no dar nada y tal vez ganar, o perder. En tales ocasiones nuestra mente huye, intenta refugiarse en sus pros y contras, en qué está bien o está mal.
En cambio, cuando es el amor quien te hace decidir, quien te obliga a decir si tienes o no que corresponder, si tu vida ha de depender de una persona y prefieres seguir esperando a que venga el indicado a robarte el corazón, lo hacemos todo a lo loco. Saltamos al vacío y ni siquiera cerramos los ojos. ¿Qué más da la caída?
Sólo nos importan los sentimientos, la felicidad que la decisión nos dará. Sin pensar en el futuro decidimos nuestro presente, vivimos el momento sin siquiera pararnos a pensar qué vendrá después de eso, si acabará o durará hasta que la muerte nos cubra con su fúnebre manto.
¿Para siempre?
He visto cigarros que han durado más que esa expresión.
Y ahora, con una mano en el corazón y los sentimientos en un puño, con una mirada, una sonrisa. La simple acción de estar presente en un acto importante… Y todas esas razones por las cuales volveríamos a hacerlo, sin pensarlo, volvemos a saltar al vacío.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Ha terminado la graduación y Christian se ha despedido de sus amigos. Está bajando la cuesta hasta los aparcamientos y sabe que Samuel va detrás de él. Sus padres no le conocen y es mejor así. Él se debate si pararse a hablar con él o no.
Su móvil suena y es un mensaje del chico que anda a un metro escaso de él: ¿No podemos hablar? Por favor.
Christian ríe en alto y se para en seco.
Christian: Mamá, que Mar quiere que suba arriba para hacernos una foto de grupo, bajad vosotros que ahora voy yo.
Los padres le creen y se marchan a paso rápido ante el frío de la noche. Christian se da la vuelta y mira a Samuel fijamente, suspira y aprieta los ojos, después los abre y sonríe de lado.
Christian: ¿A qué has venido?
Samuel (en voz baja): No seas tan serio…
Christian: No me hagas hablar Samuel, repito mi pregunta, ¿a qué has venido?
Samuel: Quería cumplir mi promesa de acompañarte en tu graduación, sé que era una noche importante para ti.
Christian (ladeando la cabeza, intentado no creer lo que dice): Gracias. ¿Algo más?
Samuel: Christian cielo, por favor…
Christian (aprieta el puño): Ni cielo ni nada. Por favor, ¿algo más?
Samuel (niega con la cabeza): No Christian…
Christian: Encantado de verte (se da la vuelta y decide irse, pero se para y sonríe sin que él le vea). Suerte en tu graduación Samuel.
Y se va sin escuchar la respuesta del otro chico. Huye de su presente, se escapa de los sentimientos y busca donde refugiarse mientras deja que su móvil vibre, sin ganas de atender a quien le llame.
Entonces es cuando Christian decide guardar el pasado en una caja mental, apartarla en un rincón de su mente para no tropezar, taparla con una manta mental para no verla, y vivir lo que le venga.
Tal vez consiga hacerlo, olvidar el pasado. O tal vez no es el momento aún de callar los fantasmas que un día besaron sus labios y recorrieron su piel desnuda con las manos.
Fundido en Negro.

Parte 8.
En el aeropuerto de Madrid se bajan cinco chicos vestidos de negro. Llevan gafas de sol puestas a pesar de que sea de noche y caminan rápidamente. Los cinco con un acento londinense buscan entrar en España sin problemas.
Lo consiguen.
Uno de ellos busca su móvil y realiza una llamada a un número. No lo coge, pero no comunica, simplemente no lo coge. ¿Por qué no lo cogerá? ¿Acaso ha borrado el número de teléfono? O tal vez…
Niega con la cabeza e intenta apartar de su mente ese pensamiento tan retorcido y doloroso. Suspira y guarda el teléfono, mira a sus compañeros que están terminando de enseñar los pasaportes y después, sin más pretexto que un amor fugaz, salen en busca de un taxi que les lleve a la ciudad de Madrid.
Y a esa persona en concreto, que le lleve allí donde el amor se hizo presente por primera vez en su vida.
Fundido en Negro.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Capítulo 18:


Parte 1.
¿Alguna vez os he contado por qué no creo en el amor? Es sencillo, tal vez pienses que esté loco, que sólo soy un bohemio que vive la vida como si fuera una filosofía, que me privo de los placeres de salir de fiesta, de emborracharme y de divertirme.
Tal vez lo que tú no sepas es que mi veo la vida con otros ojos. Que tú eres muy diferente a mí, pero no porque yo esté aquí contándote algo mientras tú estás pendiente de cuándo vas a salir de fiesta. Yo he visto el dolor ajeno, he sufrido el dolor propio. He visto cómo han muerto personas a causa de enfermedades, he probado la impotencia de ver cómo se morían lentamente y no podía hacer nada.
Ahora mismo, sé que Christian va a sufrir, que ha dado una segunda oportunidad al amor que no debería haber dado ya que las segundas oportunidades no sirven para olvidar lo que en un pasado sufriste, a quien en unos meses anteriores amaste.
Pero él no sabe lo que es el amor aún, o no se ha dado cuenta de que sólo hay un amor verdadero, ¿el primero? Muchos dicen que sí, yo les llevo la contraria. Sé que puedes enamorarte muchas veces, sé que como el amor primero es difícil encontrar otro, pero como he dicho, les llevo la contraria porque sé que si el amor primero no es el correcto a pesar de ser verdadero, habrá alguien en un futuro, no sabría si decirte si lejano o próximo, que no sólo será el amor correcto sino que será tu amor verdadero.
Y eso es lo que le pasará a Christian, que caerá en su propia oscuridad y al final de todo, su amor verdadero llegará.
O quién sabe, tal vez yo esté equivocado y sí que el amor verdadero es sólo el primero. Lo siento mucho Christian, aún no sé nada de tu futuro, pero podemos dejarnos llevar por la vida y la mentira, ¿no?
Fundido en Negro.

Parte 2.
Lo primero que Christian había hecho al despertarse al día siguiente de llegar de Londres había sido colgar las fotos en tuenti y mirar los mensajes privados que Samuel le había dejado. En total 7 mensajes, uno por cada día que habían pasado separados, el que más le ha gustado, el último.
“Hola Christian. Hoy te tendré aquí conmigo otra vez, estoy deseando volver a besarte, volver a tenerte en mi cama, poder pasar las noches contigo y amanecer con un buenos días dormilón. En este no me quiero extender porque quiero poder decirte todas las cosas que quiero decirte a la cara. Te amo, siempre”.
Querido Christian, tan inocente que no sabes que esos siete mensajes están plagados de mentiras y de falsos sentimientos que sólo buscan enredarte más, llenarte de esperanzas de un amor verdadero y duradero.
Pero de un amor falso y doloroso.

Está ahora sentado en la cama escuchando los cedés de música que se ha comprado en Londres, uno de ellos es Bionic de Christina Aguilera. Nunca antes la había oído pero ahora sabe que le encanta y que es una música que va con él y le levanta el ánimo, lo que pocas canciones pueden hacer.
Su móvil suena pero la canción de este queda amortiguada por el equipo de música que suena fuerte en su habitación aprovechando que está solo. Es mejor que no lo coja, que no descubra que al otro lado del altavoz va a sonar una verdad que le va a costar muchísimas lágrimas y sufrimiento, que esa noticia le costará buscar una nueva vida, o quedarse ahí estancado, sin nada que hacer o a dónde ir.
Pero como siempre se ha dicho: si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.
Fundido en Negro.

Parte 3.
¿Por qué no le cogía el móvil? Se suponía que ya había llegado de Londres y tenía que mostrarle algo.
Georgina da vueltas por su habitación impaciente mientras intenta llamar a Christian una y otra vez. En el escritorio descansan las fotografías que Helena le había conseguido y no puede reprimir las ganas de ir y enseñárselas. Pero también quiere hacer sufrir a Samuel y tiene preparado algo y es que, las personas vacías por dentro sólo buscan de alguien que libere sentimientos de dolor e ira para alimentarse de ellos, y en este momento, Christian iba a ser la persona perfecta.
Ella desiste en llamarle y se mete de lleno en el vestidor, elige un conjunto perfecto para su asesinato que es como ella llama a la destrucción de sentimientos falsos y llenos de mentiras que sólo buscan atentar contra la ilusión de alguien.
Se viste unos pantalones de tela negros y una camiseta blanca con un encaje semitransparente por el pecho y la espalda descubierta, decide dejarse el pelo suelto y entre todos sus zapatos elige unos tacones no muy altos también negros. Coge las fotos rápidamente de encima del escritorio y las mete en un bolso, después sale de su habitación directa a la boca del lobo.
Christian, ¿estás preparado para descubrir la verdadera naturaleza de tu amor o eres tú de los que prefieren vivir en una bella mentira?
Fundido en Negro.

Parte 4.
Las personas somos rencorosas por naturaleza. Todos nosotros nos transformamos alrededor de aquello que nos ha hecho daño. Cambiamos por dolor, por evitar que nos vuelva a suceder, pero nunca estamos expuestos a otros dolores que aún no hemos sufrido.
Nadie puede saber su futuro, ¿encontrarás trabajo? ¿Te irá bien en los estudios? ¿Te casarás y formarás la familia que deseas tener?
Son preguntas que a lo largo de nuestra juventud nos hacemos, preguntas a las que no les encontramos respuesta hasta que en un determinado momento sucede, algo se acciona y nuestra vida cambia. Entonces podemos responder a una o dos de todas las preguntas que siempre nos formulamos.
A veces nos preguntamos cosas que ni siquiera tienen respuesta en la infinidad de lo que podría decirse que dura una vida porque, ¿acaso tenemos constancia de que después de la vida no haya nada? ¿Acaso el más allá es tan sólo algo que han desarrollado nuestros antepasados o alguien que volvió en otro cuerpo después de morir?
Son preguntas que van más allá de lo material, no es un simple ¿por qué respiro? Es el origen, nuestro propio origen. Te preguntarás, ¿por qué me hablas del origen? ¿Acaso Christian tiene algo que ver con el origen o todas esas preguntas que nos hacemos y no tienen respuesta?
Déjame decirte que no tiene relación directa pero, ¿acaso no nos preguntamos nosotros si nuestro amor es verdadero o sólo pasajero? En el fondo esta pregunta es exactamente igual a la pregunta de nuestra existencia. ¿Quién puede decirte si es verdadero lo que sientes? ¿Acaso alguien te va a decir que no amas a una persona o que la amas más o menos? Eso sólo puedes saber tú, pero Christian…
Él es distinto, él se vuelca en sus relaciones, él cambia conforme a la persona que entra en su vida. Al contrario que Georgina, ella no cambia, ella no se muestra diferente, siempre igual, siempre dispuesta a todo. Ella es la seguridad, la certeza de que todo va a ir mal y que la gente a veces ha de rendirse, él es la esperanza, la luz y las ganas de seguir adelante por muchas veces caigan.
Como decía al principio, somos rencorosos por naturaleza. Siempre tendemos a odiar, a no poder perdonar a quien nos abandona o nos hiere. Pero hay personas que por mucho daño que nos hagan, por muchas lágrimas que nos hagan derramar se nos hará imposible odiarlas, porque esas personas nos dan todo de sí. Su cariño, su vida, nos entregan su corazón en mano diciéndonos: “Confío en ti, es tuyo, haz lo que quieres”.
Y nuestro amigo Christian es de esos, pero es el momento de cambiar, de decir “hasta aquí he llegado” y convertirse en un cuerpo sin vida, en un chico que ama por amar y que moriría por un te quiero.
Ahora, ¿estás tú preparado para saber la verdad? ¿Para conocer lo que significa sufrir por amor? ¿Eres consciente de que el dolor de Christian lo puedes sufrir tú? No, no lo eres aún. No puedes entender esto si no has sufrido en tu propia piel lo que es el deseo de querer algo, tenerlo y que el destino nos lo arrebate de las manos.

Parte 5.
Tocan a la puerta y Christian se levanta algo cabreado porque le molestan en su momento de música, al abrirla se queda impactado al ver a Georgina vestida elegante pero informal mirándole directamente a los ojos.
A los dos es imposible fundirse en un abrazo que dura minutos y que si por ellos fuese, no acabaría nunca.
Georgina: La última vez que te vi estabas muy mal.
Christian: Lo sé… Pero ya estoy mejor, soy feliz. ¿Pasas?
Ella entra directamente a su cuarto mientras él cierra la puerta. ¿Feliz? ¿De verdad ha pronunciado esas cinco letras que nombra un sentimiento que ni siquiera existe? Él no sabe lo que es ser feliz aún, o quién sabe, con Dani podría haberlo sido perfectamente. Pero ese idiota no se merecía a alguien como Christian.
Christian: ¿Y bien? ¿A qué has venido?
Georgina (roza los botones del reproductor mientas comienza 100 Suns): Nuestra canción.
Christian (sonríe al ver que ella se acuerda de cuál es su canción): Sí, lo sé. Compré el cedé en Londres, están más baratos ¿sabías?
Georgina: Claro que lo sabía tonto, ¿te tengo que recordar que yo lo sé todo?
Christian: Oh (levanta los brazos), la gran Georgina que lo sabe todo, y dime gran Georgina, ¿encontraré el amor verdadero?
Georgina (ríe sarcásticamente): Dímelo tú a mí, ¿amas a Samuel?
Entonces Christian se queda totalmente helado. ¿Cómo sabe lo de Samuel? ¿Se conocen? ¿Ella le ha estado siguiendo? Es imposible. Nadie sabe de su relación con Samuel, es una locura que alguien se lo haya dicho, pero claro… Ella lo sabe todo.
Christian: ¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho Georgina?
Georgina: ¿Qué más da? Sabes que tengo mis contactos. Christian, te repito mi pregunta, ¿amas a Samuel?
Christian: Sí, ¿por qué no lo iba a amar? Si no sería obvio que no estaría con él.
Georgina: ¿Y Dani? ¿Le has buscado en Londres?
Christian: Dani es el pasado, no lo nombres, además está muerto.
Georgina: Oh vamos, ¿en serio piensas que está muerto? ¿De verdad estás tan seguro? Sabes que no, que algo en tu interior te dice que está vivo, que te arrastra a él, al amor que tuvisteis, a vuestro amor que sigue ahí, sin perderse.
Christian (se coge al pomo de la puerta y respira hondo, cierra los ojos): No te metas en mi vida Georgina, no lo hagas por favor (abre los ojos y la mira). ¿Por qué te sigue importando mi vida?
Georgina: No es que me importe, es que tú mismo me entregaste tu vida. No te voy a dejar solo, no lo haré de nuevo.
Christian: ¿Dejarme solo? ¿Quién dice que te necesito? Estoy bien, puedo yo solo llevar mi vida.
Georgina: ¿Cómo has dicho? ¿Que puedes tu solo qué? No me hagas reír Christian, no puedes llevar tu vida, no puedes ni siquiera saber qué hace tu novio cuando no estás.
Christian (se le para el corazón por un momento y después vuelve a bombear más fuerte aún): ¿Mi novio? ¿Lo estás vigilando? ¡Georgina joder! ¡Déjame en paz! ¿Es que no lo entiendes? Es mi vida, ¡mi vida!
Georgina: Mira Christian, yo sé que sigues totalmente enamorado de Daniel a pesar de haberte follado a su mejor amigo Rubén y a estar saliendo con Samuel, no le amas, ni amarás nunca a nadie como a Daniel, él es tu primer amor.
Christian: ¿Y tú que sabes del amor Georgina? Tú no tienes corazón.
Georgina (sacando las fotos del bolso y tirándolas en la cama): ¿Yo? Mira, sé que él no te ama o no se acostaría con otro. Y ahora ya he venido a hacer lo que quería, adiós.
La chica sale de la habitación dejando a Christian helado. ¿Acostarse con otro? ¿Ha dicho eso? ¿Su Samuel poniéndole los cuernos? Es… Tiene que ser un error, todos los privados, los mensajes de texto a Londres, es algo que no puede suceder, ¿él ponerle los cuernos? Es como decir que sin agua no podríamos vivir. La puerta del piso se cierra.
Es otra mentira de ella.
Suspira y decide no coger las fotos. En lugar de ello coge el móvil y le llama, está apagado o fuera de cobertura y las dudas sólo le golpean las sienes como si se tratasen de miles de puñales.
Christian reúne fuerzas y coge las fotos. Las mira todas de una en una y se prepara para el siguiente paso, para lo que tiene que hacer ahora.
Fundido en Negro.

Parte 6.
Samuel tiene entre sus brazos a Pablo. Es la última tarde que van a pasar juntos, es hora de que se despidan, de que desaparezca de su vida y centrarse en Christian, su único y verdadero amor.
Tendría que esconder esto, las infidelidades y los besos de ese extraño que se pasaba las tardes entre sus piernas, enredados los dos entre unas sábanas de las que habría que eliminar los recuerdos de un amor pasajero y falso.
Samuel (besando la cabeza del chico): Te quiero muchísimo y te querré siempre…
Pablo (moviéndose para mirarle a los ojos): ¿Sammy? ¿Cariño? ¿Por qué dices eso? Suena triste…
Antes de que el mayor pueda contestar tocan a la puerta. Al principio lo hacen flojo, después recurren a un poco más de fuerza. Samuel se sobresalta y se levanta de la cama dejando a Pablo solo, se viste con los pantalones que están en el suelo y la camiseta que yace sobre la silla del escritorio.
Samuel: Quédate aquí y no hables ni salgas para nada, ¿entendido?
Pablo asiente con la cabeza y tras la respuesta Samuel cierra la puerta y se dirige a la puerta de la entrada. ¿Quién será? No vería a Christian hasta las 9 de esa misma noche y aún era las 7 de la tarde, tenía dos horas para despedirse del pequeño y vestirse.
El pequeño…
Pablo tiene catorce años mientas él tiene dieciocho, claro, es el pequeño. Pero lo hace todo tan bien en la cama… Estos pensamientos provocan una ligera erección en Samuel que decide bajar al volver a la cama son su pequeño, como él está acostumbrado a llamarle en pensamientos.
Siguen golpeando la puerta y él la abre bastante cabreado por los golpes.
Samuel: ¿Por qué cojones tocas tan fuerte?
Los ojos de Christian llorando le provocan un silencio sepulcral. ¿De verdad es él? Tenía que evitar que fuera a su habitación, tenía que esconder a Pablo. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué lloraba?
Su instinto es abrazarle pero Christian rechaza sus brazos y le mira. Sus ojos muestran odio y rencor, muestran algo que nunca deberían de haber mostrado. Este entra en la casa portando unas fotos en la mano y se queda en la puerta del salón.
Samuel: Cariño siento haberte gritado… ¿Qué te pasa?
Christina (le tira las fotos al pecho y le grita: ¿Me explicas esto? ¿Qué qué me pasa? ¿Eres idiota? ¿Te crees que no me voy a dar cuenta? ¿Qué eres un mentiroso nato? ¡No Samuel! ¡No lo eres y la has cagado!
Samuel (mirando las fotos y viéndose a sí mismo besando a Pablo): ¿De dónde las has sacado? ¿Me has estado espiando mientras estabas en Londres? ¿Esa es la confianza que tienes en mí?
Christian: Por desgracia no he sido yo quien quería que te siguiera. Sí que confiaba en ti, confiaba en que todos esos mensajes fuesen ciertos, que sus sentimientos, los míos, que fueran mutuos. ¿Y ahora? ¿Me vas a decir que no confío en ti? ¿Después de estas fotos? Por favor Samuel.
Samuel: Yo… No sé qué decir Christian.
Christian: Comprenderás que no quiero saber de ti, que un perdón no basta, que no voy a besar unos labios de alguien que ha regalado besos mientras amaba a otro, si me has amado alguna vez Samuel, porque ahora lo dudo.
Este se acerca a él e intenta abrazarlo pero le rechaza. No le mira a los ojos y se dirige a la entrada de la casa.
Christian: Sólo te pido una cosa, no le hagas daño a ese chico. No se lo merece.
Y la puerta se cierra y dos vidas se separan kilómetros de distancia. Vidas que giran en planetas diferentes, en noches vacías y días sin arte. Ahora las mentiras no sirven de nada. Toca volver a hacer sus vidas, perderse en la infinidad del destino y buscar a otra persona de la cual alimentarse.
La puerta de la habitación se abre y sale Pablo desnudo arropado con una de las sábanas, le mira a los ojos aguantando las lágrimas y le pide en silencio una explicación.
Samuel: Pablo yo… No es que no te ame, estaba con él y te conocí y…
El pequeño niega con la cabeza mientas camina hasta el corazón roto de Samuel y decide recogerlo. Le rodea la cara con las manos dejando caer la sábana y le besa lentamente, aumentando después la pasión de su beso.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Y así quedan las cosas después de una mentira, después de un amor basado en palabras sin sentido y en noches de sexo sin amor.
Christian se ha quedad solo para buscar respuestas a las preguntas que ahora le rodean en su cabeza, ¿es verdad que el amor verdadero es sólo el primero? ¿Que sólo podrá amar a Dani? También debe de cambiar, de volverse más duro, de no dejarse engañar con el primero que le rodee de la cintura y le diga que le gusta.
Georgina sigue igual, esta vez contenta por lo que ha logrado pero al mismo tiempo frustrada de ver a un Christian apagado y sin esperanzas en su vida. Ahora le toca sacar su lado bueno, vestirse de ángel, recoger los pedazos del corazón roto de un adolescente y ayudarle a encontrar un sentido a su vida.
Y luego está Samuel, viviendo una nueva mentira al lado de Pablo, un chico que ha elegido vivir la belleza y mortalidad de las mentiras. A pesar de que el primero de estos dos está feliz por no haber salido tan mal parado de su infidelidad algo come su cabeza poco a poco, y ese es Christian y sus ojos lloros.
Como siempre he dicho y he pensado, las segundas oportunidades no sirven para olvidar, ni los amores del pasado ni los daños que nos han causado. Sólo un amor verdadero puede hacer olvidar todos los demás amores pasajeros y sin sentido. Pero claro, siempre nos queda que el amor haga de nuestra propia vida un infierno por amar y ser correspondidos.

Fin de la Segunda Parte.

viernes, 31 de agosto de 2012

Capítulo 17:


Parte 1.
Darle una segunda oportunidad al amor es una locura, tal vez salga bien o seguramente salga mal. Enamorarte de alguien que no ama, que sólo consume sexo es atarte a un modo de vida. Alguien que se alimenta del amor del corazón no puede buscar el amor en alguien que se alimenta de sexo.
No está preparado para vivirlo, para soportarlo. Tendría que cambiar otra vez, y no sería por la muerte de un ser querido o por el simple hecho de que lo necesita, sino por una persona de la que te has enamorado. Y cambiar por alguien del que te has enamorado y no siente lo mismo por ti es como hundir una cuchilla en tu brazo y dibujar su nombre en el show del chico que quiso ser y no pudo.
Un chico que quiso ser héroe y se quedó en adolescente.

Christian se ha acomodado en el avión. Vuelve a España tras pasarse una semana en Londres y miles de recuerdos se van con él, todos ellos buenos, otros extraños como el recuerdo de Dylan, pero todos ellos totalmente maravillosos e irrepetibles.
Las azafatas piden que pongan los móviles en modo avión o los apaguen y que se abrochen los cinturones puesto que va a comenzar el despegue.
Tres minutos después el avión despega y Londres queda atrás demasiado rápido, tan rápido que se olvida de que alguien ha ido a despedirse en el avión sin percatarse de que tal vez podría haber sido un encuentro fatídico, o no.

Parte 2.
Dylan y Alexander han llegado después de que Christian embarcase en el avión. Con ellos iba el chico rubio, Zack y otro chico de pelo castaño, su esposo Alexis. Estos dos últimos han ido a petición de Dylan y están bastante cansados ya que acaban de llegar de su luna de miel. ¿Por qué tenían que ir a ver a un chico del que Dylan se había encaprichado?
Este último les grita que si hubiesen llegado antes tal vez se podría haber despedido de él, suspira y se sienta en una de las sillas, entierra su cara en sus manos y se odia por dentro. No sabe sus apellidos y se siente muy cabreado.
Alexis, de complexión muy delgada y de pelo cortado en una melena en uve, se sienta a su derecha y le pasa el brazo izquierdo por los hombros; Dylan le odia pero no se mueve, aparta la cara de sus manos y le mira a los ojos.
Dylan: ¿Qué quieres?
Alexis: Sé que no está bien esto pero… Tal vez no estaría para ti Dylan.
Dylan: ¿Quién te dice que yo me haya enamorado de él? Sólo quería despedirme Alexis (se levanta intentado controlarse), tú no sabes lo que es amar, porque has llegado a la familia y de la noche a la mañana te casas con Zack, ¿quién coño eres? ¿Por qué coño nos buscaste?
Alexis (mira a otro y en sus ojos se ven retazos del pasado que ya hemos visto antes): Tal vez… Necesitaba huir del pasado.
Dylan: ¿Huir? ¿Por qué? ¿Acaso tú tenías un pasado malo?
Alexis (le mira a los ojos): Sé que tú tuviste un pasado bastante malo, pero a mí mi pasado comenzaba a matarme.
Dylan: Si tuvieses los suficientes cojones, tu pasado no te mataría, sólo arañaría tu piel hasta tal punto de que sangrases, pero no te mataría.
Zack se mete entre los dos y coge a Dylan de los hombros, le mira acusadoramente y él se aparta bruscamente y mira a Alexis por encima del hombro de su esposo.
Dylan: Me das asco, ¿sabes? Mucho asco, porque nadie sabe quién eres y has llegado y has jodido a la única familia que tenía, ojalá, ojalá tu pasado te mate y te lleve lejos de nosotros Alexis, ojalá.
En ocasiones el pasado hace demasiado daño, como ha dicho Dylan, es porque nosotros queremos, siempre podemos esquivar sus ataques, pero aun así nos arañarán. Muchas veces lo hará tantas veces que sangraremos, pero podemos ser fuertes y enfrentarnos a nuestro pasado e incluso podríamos salir victoriosos.
Pero como personas somos muy débiles y aunque finjamos luchar siempre volvemos a ese momento del pasado especial que tanto daño nos hace y lo abrazamos hasta que nos mata lentamente y nos transforma en retazos de un pasado que sólo tienen sentido si nos unimos a esos recuerdos tan dolorosos. Algún día seremos lo suficientemente conscientes de que a pesar de todo esto no hay que huir del pasado, ni apartarlo, sino vivir sabiendo que está ahí y que podemos aprender de él.
Nunca abrazar al pasado y quedarnos quietos en una estación dejando pasar los trenes que llevan una plaza para nosotros, nunca tenemos que ser la última fruta madura en caer del árbol. Todo tiene su tiempo pero si nos quedamos atascados en el pasado no avanzaremos sino que seguiremos ahí, quietos en algo que creemos que nos hace bien y que nos perjudica al mismo tiempo pero no avanzamos.
Luego hay personas que ocultan su pasado de tal manera que se transforman en personas totalmente nuevas, personas que carecen de vida más allá de la nueva que han creado para ellos. Esas son las personas más débiles pero al mismo tiempo las que mayor coraje tienen, nadie sería capaz de esquivar su pasado e inventarse una nueva mientras que ese pasado les sigue dañando aún.
¿Y tú? ¿Serías capaz de vivir una mentira sólo por olvidar algo que te hizo bien y que fue tu culpa que pudieses morir y perderlo todo?
Fundido en Negro.

Parte 3.
Samuel sabe que va a llegar hoy, el que debería de ser el amor de su vida está actualmente subido en un avión mientras él… Bueno, mientras él tiene a un chico de trece años entre las piernas haciéndole una felación.
Samuel: P-Para.
Antes de que el chico pare él ya ha eyaculado manchando su cara y se deja caer de espaldas en la cama. El pequeño se llama Daniel, ¿coincidencia? ¿Quién sabe? La vida es un pañuelo y nunca sabes quién puede tener relación con quién.
Samuel le tira su ropa y le señala la puerta de su habitación invitándole a salir; una vez se queda solo se lleva las manos a la cara y suspira profundamente. ¿Qué le había pasado aquel tiempo que había vivido sin su chico? ¿Era cierto eso de que si no había amor no podría existir el sexo?
Se levanta y busca el móvil, mira la hora y se da cuenta de que aún demasiado temprano como para que hayan llegado ya. Sale de la habitación totalmente desnudo dispuesto a darse una ducha y a despejarse.
Lo que había pasado aquella semana debía de olvidarlo le costase lo que le costase, no podía dejar a Christian, era el chico que le daba todo, amor, cariño, una amistad. Y sexo. Eso era lo único que él necesitaba para ser feliz, un poco de sexo y todo salía bien.
Pero a veces no podemos tener todo lo que queremos y otras veces sí. ¿Te has preguntado alguna vez por qué no encajas con esa persona que te da todo lo que buscas? Yo sí y he llegado a la conclusión de que tal vez esa persona, a pesar de que te lo de todo te deja insatisfecho, te quita una parte de ti, te cambia, te moldea a su manera, y entonces te pierdes a ti mismo. También es verdad que es preferible perderte a ti mismo que perder aquella persona a la que amas con todo tu corazón.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Georgina está enfundada en una torera de piel de Channel marfil, debajo lleva un vestido negro y unas botas de Versace negras envuelven sus pies. Tapa sus ojos con unas gafas de sol Ray-ban y el pelo lo lleva totalmente ondulado.
Va a visitar a Helena, al parecer tiene algo que enseñarle, algo que va a cambiar su vida, la de Christian y la relación que hay entre ambos. No entiende qué puede ser, pero al parecer es importante ya que ella la ha llamado bastante apurada y bueno, iba a salir a una fiesta… Sólo pasaría media hora y después se marcharía, tenía ganas de volver a su lugar de siempre y sentirse…
En casa.

Ya sentada en el salón de la casa su mejor amiga sin la torera ríe a carcajada limpia mirando unas fotos que le están enseñando. En ellas se ve a Samuel con un chico mucho más pequeño que él besándose y haciéndose manitas. ¿Eso le iba a gustar a Christian? Seguramente no, pero algo escondía ese pequeño cabrón que no le gustaba nada a ella, y por fin lo tenía.
Helena: Me ha costado conseguirlas, pero ya las tengo.
Georgina (guardándolas en su bolso de Armani): Muchísimas gracias chica, te debo una, ahora he de ir a la fiesta.
Helena: ¿Te crees que yo no voy?
Era lógico, estaba vestida con un traje azul eléctrico corto de vuelo y unos zapatos de tacón blancos que seguramente serían de Armani o de Buittoni. Georgina le sonríe y se levanta, pone su brazo invitándole a que se lo coja y se preparan para otra fiesta más.
Han sido vista otra vez, Helena y Georgina preparadas para una fiesta de los suyos. Bienvenida a casa Gi.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Christian baja del avión y lo primero que hace es escribir un sms a dos personas, el mismo para los dos.
“Ya he llegado, hablamos mañana. Todo genial, te quiero”.
Sus padres le han recibido abrazándolo fuertemente y comiéndoselo a besos. Ellos les llevan las maletas mientras él les cuenta todo lo que ha hecho en aquella ciudad tan enigmática. Entonces su móvil suena y al mirar la pantalla y ver el nombre sonríe como un idiota. Le echaba de menos.
Christian: Hola…
Samuel: Mi vida, ¿cómo estás? ¿Pasa algo?
Christian: No cariño, acabo de llegar y tengo sueño, ¿te importa si hablamos mañana? Voy con mis padres que voy a subir al coche.
Samuel: Vale mi amor, te amo.
Christian: Y yo… Y yo.
Cuelga y los padres le miran con una mirada curiosa pero el ladea la cabeza y ellos hacen caso omiso a la conversación que acaban de oír. Se suben al coche e impiden que suene la música de la radio, después de varios “te he echado de menos” y todo lo que se suele decir comienzan las anécdotas, las risas y lo mejor de todo:
Más mentiras en su vida.

Parte 6.
Alexis se está lavando la cara y cuando se mira al espejo sólo ve un borrón. Tal vez a causa del agua en sus ojos o por los recuerdos del pasado que se amontonan en su cabeza. ¿Por qué todo tenía que salir mal? Le había pedido a Dylan que le enseñase una foto de ese tal Christian y estaba en lo cierto, era él. ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué tenía que volver a su vida después de todo lo que había pasado?
Entra un mensaje al móvil y decide ignorarlo, sabe de quién es perfectamente al igual que sabe que las palabras que contiene le van a hacer daño.
Debería de volver a la cama con su marido Zack pero no lo hace, en lugar de ocupar ese espacio vacío sale al balcón y mira la calle tan vacía que cualquiera diría que la noche anterior había sido la calle más transitada de todo Londres. Suspira y mira al cielo, ve el mismo cielo que está viendo él ahora mismo. Sus ojos se llenan de lágrimas y deja que los recuerdos vuelvan, los acaricia, permite que le hagan daño y se rinde.
Los besos, las caricias. Los momentos de susurros, las noche de placer hasta que saliese el sol. Cuando enfermó y él estuvo ahí apoyándole, sus ojos lloros cuando fingió no conocerle. Cómo su voz se quedaba muda al otro lado del teléfono al darle la noticia de una muerte inventada. Todo le hacía daño, todas las mentiras que le había dicho por su bien, pero mentiras que le habían hecho volver a él una vez más.
¿Acaso el único verdadero es el amor primero?
“Dani, ¿hasta cuándo piensas seguir con esta falsa? Yo no puedo más, lo he visto de lejos y he estado tentado de acercarme y rodearle con mis brazos, besarle y decirle que no te ha pasado nada. Yo le amo, pero dudo que tú le ames, por favor, haz algo”-rezaba el mensaje de móvil entrante.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Noches vacías y de mundos aparte. Sueños rotos y mentiras sin excusa. Personas que deberían de estar a centímetros se encuentran a distancia y personas que están lejos, esas personas se desearían estar tan cerca el uno del otro que el calificativo “cerca” quedaría totalmente inservible.
Es una noche más, una noche en la que las mentiras viajan deprisa y ayudan a formar la vida de unos y destrozan la vida de otros. ¿Acaso vivir una mentira, una ilusión, es más productivo que vivir una realidad que duela y haga daño? Algunas personas piensan que no, que es mejor vivir la realidad que vivir todo el día engañado.
Por lo que yo he probado de la mentira, estoy con los que apuestan por la realidad; pero conozco lo suficientemente el dolor de una realidad para saber que una mentira puede ser la más bella de las formas en las que vivir.
Christian apuesta por vivir una mentira. Daniel, o Alexis, quién sabe quién es quién ahora, también. Samuel lo intenta pero la realidad le abruma. Y Georgina… Bueno, ella prefiere vivir una mentira mientras destapa las realidades de los demás.
¿Y tú? ¿Con quién estás?

lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo 16:


Parte 1.
Todo pasa deprisa por debajo de sus pies. Las calles atestadas de gente, el London Eye, el Big Ben; museos y tiendes. Chicos sedientos de sexo, fiesta y alcohol. Chicas eufóricas por lucir el nuevo vestido que se han comprado.
Y después sólo hay oscuridad.
Dani: ¿Por qué has venido? Aquí no pintas nada Christian, ¿o acaso quieres sufrir?
Christian: ¿Dani? No te entiendo… ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?
Dani: Quien busca, encuentra. Ya me has encontrado, sólo te falta buscar.
Despierta sobresaltado. Está solo en la habitación del hotel; busca las gafas y las encuentra en el sobresaliente del cabecero. Se lleva la mano a la cabeza y suspira, ¿qué ha pasado? Sabe que Dani está muerto o eso le dijo Rubén, sabe que su ex novio está enterrado en cualquier cementerio de Londres, o lo habían repatriado a España y él no sabía nada. Pero… ¿Por qué aquellos sueños? ¿Por qué aquellas palabras?
“Sólo te falta buscar”.
¿Sería una petición de salir a las calles de una Londres con ganas de fiesta? Sólo era un sueño más, una pesadilla que añadir a la colección.
Coge el móvil y aprieta el botón que inunda la pantalla de luz y gracias a esta, gran parte de la habitación. Dos y treinta y siete de la madrugada, viernes. Era el momento indicado para buscar aquello que ya había encontrado.
Fundido en Negro.

Parte 2.
El piso está situado en pleno centro de Londres y en la cuarta planta ocupa todo el espacio habitable. Todo está decorado con muebles de madera natural barnizados en color negro y blanco. Hay tres habitaciones de matrimonio y una habitación individual. Actualmente sólo hay dos de las cinco personas que suelen habitar el piso. Uno de ellos es el cantante que estaba en el pub que estuvo Christian. Se llama Alexander.
Se está arreglando para salir. Su piel es más blanca de lo que parecía a la luz de los focos y su pelo es tan negro como la oscuridad de la que estaba adueñada su vestimenta: una camiseta de mangas hasta los codos con unas letras blancas que dicen “Fuck Distance”, unos pantalones pitillo también negros y unas supra del mismo color que lo demás. Se pasa la plancha por el pelo mientras le mira un chico algo menor que él de pelo castaño, ojos dorados y piel ligeramente oscura.
Alexander: No puedes venir Dylan, no puedes dejar que te vean (se da la vuelta para mirar al chico), entiéndelo.
Dylan: ¿Y tú puedes salir? Es que no lo entiendo, es injusto Alex.
Alexander: Injusto o no, son las normas de Zack y hay que cumplirlas.
Dylan: Ya pero es que…
Alexander (deja la plancha y se acerca al chico): Por favor Dylan… Sé lo que pasa, pero Zack no se debe de dar cuenta, no ahora.
Dylan (bufa): No ahora que se ha casado con el idiota ese.
Alexander: ¡Dylan!
Dylan (con lágrimas en los ojos): Tú no lo entiendes, tú eres ya mayor, yo sólo soy un crío de 15 años, ¿no?
Alexander (acaricia sus mejillas): Por favor…
El pequeño no tan ingenuo Dylan niega con la cabeza y se va, corre hasta la habitación individual y se encierra. Alexander suspira cuando su móvil suena, lo coge y sonríe.
Alexander: Ahora mismo voy cariño.
Cuelga y apaga la plancha y las luces del piso; evitando molestar a Dylan se marcha para tal vez ser encontrado en una búsqueda que seguramente sea inútil.
Fundido en Negro.

Parte 3.
La habitación de Dylan es del mismo estilo que el resto de la casa. Suelo negro y muebles blancos y negros. Hay una cama de plaza y media con una colcha de cuadros blancos y negros.
Quién diría que a esta extraña familia no le gusta el negro ni el blanco.
Le gusta la fotografía, o eso da a entender una pared llena de fotos de paisajes de todo el mundo: Nueva York, la India, Hong Kong, Argentina, París, Italia; y una larga lista de rincones del mundo en los que perderse. También hay fotos de chicos, sólo tres. Uno de ellos es Alexander que sale con un chico rubio con gafas de sol, otras sale este último solo y en otras tantas salen estos dos junto a Dylan, y la mayoría en las que salen personas sólo se ve a Dylan.
¿De dónde ha salido esta familia? ¿Qué tiene que ver en la vida en Christian? ¿Acaso es lo que busca y que ya ha encontrado?
Lo que sí es seguro es que con la salida de Alexander el piso ha quedado totalmente inhabitado pues la cama está vacía y la ventana abierta.
Alguien más que se pierde en esta noche que amenaza con cruzar destinos y vidas que sería mejor que no se juntasen, o que simplemente se hicieran caso omiso entre las muchas vidas con las que también podrían unirse en una noche como aquella en Londres.
Fundido en Negro.

Parte 4.
El pub está repleto de gente. Christian casi no puede moverse y no puede distinguir a nadie salvo al chico que cantó la otra noche.
Alexander: “Estás tan lejos de aquí, Te echo de menos, Te quiero en mí…”
La canción es prefecta, no la había oído antes pero le gusta, seguramente es una composición del chico, era bueno. Intenta acercarse a la parte del escenario que parece que está más vacía pero se choca con alguien y Christian cae al suelo de bruces.
Christian: Joder, lo sientDigo, I’m so sorry.
El chico con el que ha tropezado es Dylan. Lleva una cámara colgada del cuello y le tiende la mano derecha para ayudarle a levantarse. Christian la toma sin saber que posiblemente ese chico tenga algo que ver en su búsqueda, o no.
Dylan: ¿Te has hecho daño? Lo siento mucho ha sido mi culpa.
Christian: ¿Hablas español? Y no te preocupes que ha sido mi culpa no la tuya.
Dylan: Sí que hablo español, no es difícil (sonríe y niega). La culpa ha sido de los dos, ¿vale?
Christian asiente con la cabeza y vuelve a mirar a Alexander. Esta vez canta de forma lenta no como las canciones que había oído la noche anterior. La canción habla de un amor que duele y mata, de recuerdos del pasado, de mentiras. De necesidad.
Alexander: “Vuelvo a arañar mi piel Recuerdos del pasado Todos engañan y entran en mi Todos ellos hablan de ti”.
Dylan saca una foto de Christian y este se vuelve ruborizado para mirarle después de que haya sacado la foto, sonríe levemente a causa de la vergüenza y el fotógrafo vuelve a tomarle otra foto.
No sabe qué decirle, no sabe qué hacer, se siente cómodo con ese chico tan extraño que ha aparecido de golpe en su vida. Sabe que tiene que buscar a Dani pero al mismo tiempo sabe que no lo va a encontrar, que Dani está enterrado en un cementerio, que está lejos de allí y que no lo va a encontrar por un simple sueño que haya tenido.
Alexander: “Vuelvo a vomitar tristezas De tanto fingir alegrías. Jugué a olvidarte Sólo conseguí perderte Y aquí me quedo yo...”
Christian mira de nuevo al cantante y abre los ojos de par en par, se acaba de dar cuenta de está cantando en español al sonido de una guitarra acústica. Alexander se le queda mirando mientras la guitarra suena y queda totalmente enmudecido. Se le hiela la sangre, ¿por qué le escruta con los ojos? ¿Es que le conoce de algo? Pero es imposible, ese chico no es español ni por asomo.
Pero no le mira a él, mira a Dylan. Este se da cuenta y coge el brazo de Christian tirando de él para sacarlo del pub. Antes de salir se escucha gritar pero no miran atrás, los dos corren por las calles de Londres agarros de la mano.
Se agarran como si fueran el último clavo ardiendo que les queda. Corren como si su vida dependiese de ello. Corren para buscar un lugar donde estar solos. Donde esa soledad juegue con sus vidas. Donde sus vidas se separen nada más conocerse o tan sólo se den un hasta pronto.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Han ido a parar a un callejón sin salida. Dylan se ha sentado en el suelo y respira bruscamente, como si le costase. Christian está confuso y perdido, no sabe por qué han salido corriendo de allí, pero lo ha hecho, se ha dejado llevar de la mano de ese chico al que no conoce de nada.
Ahora se miran sin saber qué decir. El chico de la cámara está revuelto y el español que ha salido a buscar algo que le ha dicho un sueño necesita respuestas.
Es el momento de darle un poco de tiempo al destino y dejar que haga sus cosas, que entrelace vidas y separe corazones. Que destruya amores y avive llamas que ni existían aún.
Dylan: Alexander es… Como mi hermano.
Christian (se sienta enfrente de él): ¿Como tu hermano? ¿Eres adoptado? Porque la verdad es que te pareces bien poco a él…
Dylan niega con la cabeza y suspira, después la agacha y comienza a juguetear con su cámara que tiene la pantalla totalmente negra, como si el chico viese cosas que nadie más podía ver.
Christian: Me puedes contar si quieres, yo me voy mañana a España, nadie sabría nada Dylan, ¿es que pasa algo?
Dylan: Me escapé de casa hace tres meses. Vivía en España, tal vez te suene mi cara de verme en las noticias. Es que… Me enamoré y me fui a vivir con Alex y Zack.
Chrisitan: ¿Te enamoraste de Alex? Espera, ¿te escapaste? ¿Pero por qué? ¿Es que estás loco? ¿Por qué no piensas en tus padres? Te deben de echar de menos.
Dylan: Por partes, he de contarte por partes. ¿Prometes que no dirás nada?
Christian: Lo prometo.
Y esa promesa abre una puerta que debería de haber permanecido cerrada.

Parte 6.
Dylan residía en España. Nació un 17 de julio de 1994 y se marchó de casa en 2010. Sólo dejó una nota que decía “No me busquéis, me he cansado de vivir como si no os importase, ahora fingid que me echáis de menos y que queréis que vuelva, pero ya es tarde, lo siento papá por ser gay y dejarte en ridículo delante de tus compañeros de empresa. Mamá, lo siento si no puedo seguir a tu lado mientras te veo hundirte en la depresión que nos arrastra a todos”. En efecto, le buscaron durante dos días, al tercero dijeron a la policía que su hijo les había llamado y le había dicho que estaba bien, que no buscasen más.
Era mentira, toda la vida de Dylan era una mentira.
Sus padres eran dueños de una cadena de ropa que se ha extendido por todo el mundo en poco tiempo, ¿el nombre? Imposible de decir, nadie sabe de Dylan, era una vergüenza para la familia. Un chico homosexual era como una enfermedad en esa familia. Y eso fue uno de los detonantes de la partida de Dylan.
También lo era la depresión de su madre ante las infidelidades de su marido. Ambos se amaban, pero no se daban nunca el suficiente amor o cariño y su padre lo buscaba en prostitutas que pagaba los fines de semana cuando iba “de viaje de negocios”; mientras tanto su madre buscaba ese amor en las pastillas.
Había conocido a Zack y a Alexander en la playa de Galicia. Mientras Dylan fotografiaba las olas ellos dos le pidieron por favor que les sacase una foto. Después se presentaron como Dylan y Zack Ford, unos hermanos que residían en Londres pero que habían ido de viaje a España para despejarse del trabajo. ¿Unas vacaciones en pleno Noviembre? Era extraño pero claro, ¿por qué no?
Y la amistad surgió. Dylan no dudó en contarles todo lo que era su vida día a día, no dudó en llorar, en gritar, en abrazarles, en darle las gracias, en decirles que les gustaría tener una vida como la de ellos.
No esperaba que ellos le invitasen a huir con él a Londres en dos semanas, ellos no esperaban que Dylan aceptase la petición de huida.
Así comenzó todo. Esas dos semanas se enamoró, perdió la cabeza por un chico al que no conocía de nada. Llegó a besarle, a acostarse con él, darle su virginidad. Su primera vez, su primer amor. Su primera locura.
Su primer “para siempre”.
Pasaron las dos semanas bastante rápido y él se marchó. Quiso fingir su muerte, pero no habría cuerpo. Fue fácil, una nota, un perdón. No le echarían de menos, no le buscarían por mucho tiempo.
No quedaría nada más que recuerdos enlatados en fotos enmarcadas.
Así adoptó un nuevo nombre, se dejó el pelo largo con los años, adelgazó bastante como lo habían hecho Alex y Zack, se hacía pasar por su hermano pequeño que había vuelto de estudiar en España con ellos.
Así comenzó una mentira distinta que en un futuro se iba a entrelazar con otra mentira. Pero esta mentira más peligrosa, arrastraba muertes con ella.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Dylan termina al tiempo que Alexander irrumpe en el callejón y coge del brazo al chico, le da una torta e intenta marcharse no sin antes mirar de forma acusadora a Christian. A este se le encoge el corazón al ver los ojos grises del cantante.
Después él también se marcha de vuelta al hotel. Al final no ha encontrado nada, sólo un chico que dejó su vida por amor. ¿Para qué había salido entonces? Ya no quedaba nada que hacer o ver allí en Londres.
Era el momento de volver a España con Samuel y decirle que sí, que le perdona.
Fundido en Negro.

Parte 8.
Mientras tanto, Samuel está encerrado en un cuarto de baño de una discoteca de Madrid, está con otro chico besándose y entregándole un amor que no le pertenece.
¿Quién dijo que una relación es para siempre?

martes, 21 de agosto de 2012

Capítulo 15:


Parte 1.
Era el momento de subir al avión. Christian lo había hecho el primero, junto a su compañero de habitación Xavier y sus dos amigas. El acomodador les indica dónde deben de sentarse y les pide por favor que apaguen el móvil o lo pongan en modo avión. Él lo desbloquea y ve un mensaje entrante.
“Perdóname por el daño que te hice, me he dado cuenta de que sí, que te amo, que me importa lo que pienses de mí… Pásalo bien, y recuerda una cosa. Cuando tú pienses en mí, yo estaré pensando en ti.”
Sonríe y contesta un te amo, después apaga el móvil y se sienta en el lado de la ventana. Sus compañeros empiezan a subir y una vez está toda la tripulación y las azafatas de vuelo les han indicado cómo ponerse el chaleco en caso de accidente, despegan.
Christian va allí donde ha soñado siempre con vivir, deja atrás durante una semana su vida, sus miedos e inseguridades sin saber que allí, en las calles de Londres encontrará al que tal vez sea el verdadero y único amor de su vida.
Fundido en Negro.

Parte 2.
(La noche anterior).
Samuel no deja de dar vueltas por su habitación. Se encuentra mal tras haber discutido el viernes con Christian y no sabe qué hacer, ¿y si le llama y no se lo coge? Se iba a sentir demasiado mal si se quedaba ahí, sin oír su voz y llorándole al contestador.
El reproductor de música suena, “Lo que nunca fuimos” de Guille el Invencible. Esa canción le recuerda a su novio, o a su ex, o lo que sea. No sabe por qué pero cuando la escucha piensa en él. ¿De verdad él le amaba tanto? A veces estaba distraído cuando hablaban, no le miraba a los ojos y estaba distante. Pero otras veces… Otras veces era tan cálido como un rayo de sol, era como una mañana soleada de junio y el invierno frío y la distancia se acortaba.
Ese era el Christian del que se había enamorado a pesar de que sabía que no era así, que había algo que los separaba. Pero su Christian, su forma de besarle y de rodearle el cuello con los brazos, de mirarle a los ojos y decirle que era la razón de su existir. Todo eso y mil formas más de hacerle sentir único en el mundo.
¿Y ahora qué? No iba a dejar pasar esa oportunidad, no iba a dejar marcharse a esa persona que le daba ganas de seguir adelante, de estudiar por un futuro al lado de quien más quería y para ello debía de cambiar, de alejarse de la persona que había sido en su pasado, dejar el alcohol, el salir hasta el día siguiente, el no acostarse con el primero que se pasase por su vida…
Iba a cambiar por Christian.
Se tumba boca arriba en su cama y juega con su móvil entre los dedos. ¿Debe de mandarle un sms? Por la hora que es tal vez esté durmiendo y como mañana sale de viaje tampoco era importante, sólo quería pedirle perdón y desearle un buen viaje… Podría hacerlo mañana antes de que subiese al avión. Eso iba a hacer, provocarle una sonrisa antes de que partiera de viaje a Londres.
Cierra los ojos y al poco tiempo de hacerlo se queda dormido y da paso a un sueño en el que Christian es el protagonista.
Fundido en Negro.

Parte 3.
Ya en Londres se sentía como un extraño en una tierra para extraños. La gente caminaba rápido y no se detenía en mirar con quién se cruzaba. Todo parecía gritar prisa y al mismo tiempo ganas de parar y vivir la vida de forma lenta y pausada.
Habían dejado las maletas en el hotel y salieron a dar un primer paseo por las calles de Londres. Los profesores les dieron una hora para caminar ellos solos por las manzanas que rodeaban al hotel. Y ahí está Christian, caminando solo como si él ya se supiera de memoria aquellas calles donde se podría perder perfectamente.
Le gusta mirar a las personas, ver cómo van trajeadas, vestidas para trabajar de primera hora de la mañana hasta el mediodía. Los hombres con trajes oscuros y las mujeres con vestidos lo suficientemente elegantes para ir a la oficina. Y luego está él en converse azules, vaqueros y camiseta negra.
Está en los escalones grises de una plaza que está a unos diez minutos del hotel de la cual no se ha molestado ni mirar el nombre. En la plaza hay varias terrazas pertenecientes a cafeterías, unas tiendas de ropa y un Starbucks. Sonríe levemente con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos. Su móvil está en silencio, no le ha respondido porque no ha querido, tampoco sabía qué responder. ¿Acaso no lo había dejado claro? ¿Que no le quería tanto como le quería a él? ¿Por qué ahora le dejaba ese mensaje? ¿Esperaba que le perdonase?
Christian suspira y cierra los ojos mientras se despereza de esa postura. Pasa los brazos hacia detrás y se deja caer levemente como si fuese a tumbarse. Su móvil suena y él lo coge, es su madre.
Christian: Hola mamá.
Madre: ¿Cómo lo estás pasando?
Christian: Bien, hemos dejado las maletas en el hotel y nos han dejado dar una vuelta por las manzanas de aquí alrededor nosotros solos.
Madre: No vayas solo, ¿estás con tus amigos? Ten cuidado Christian.
Christian: Sí mamá, estoy con mis amigos, ahora mismo están metidos en una tienda de ropa alucinando, yo estoy sentado aquí en una terraza. ¿Te llamo luego? Creo que vamos a volver al hotel.
Madre: Vale cariño, cuando puedas me das un toque y yo te llamo. Te quiero.
Christian: Y yo a ti mamá.
Se hace el silencio a ambos lados del aparato. Le ha mentido, no quiere darle a entender que está solo, que el viaje que iba a ser el de su vida, con el que siempre ha soñado, pues estaba saliendo mal…
Pero en parte es su culpa. No quiere mezclarse con los demás, hablar, dejarles entrar en su vida. Sus amigas no han ido y se siente solo, en parte es bueno, así nadie se interesará si está bien o está mal, o si llora o deja de llorar cuando se encierra en el baño.
Levanta los ojos y ve a un chico con el pelo de color rosa y una chica gótica. No puede evitar sonreír, le encanta ver a chicos así. Es una de las cosas por las que quería ir a Londres, ver a adolescentes distintos a los que había en España, adolecentes que habían encontrado su propio estilo y lo vestían sin miedo a que la gente mirase.
Estos se acercan a Christian mientras él está penando en ellos y le sonríen cuando este se da cuenta de que se han acercado.
Christian: Ehm… Hello, I'm from Spain, sorry for my pronunciation. My name is Fran, I'm delighted to meet you. (1)
Liseth: Hi Fran, my name is Liseth, (el chico le extiende la mano y Christian la aprieta suavemente). Really are you from Spain? You talk English so good. (2)
Christian (sonrojándose bastante): Thanks Liseth. (3)
La chica no habla, sólo se limita a mirarles con una sonrisa de oreja a oreja. Christian la mira y le dedica una leve sonrisa, después se levanta y le da dos besos.
Liseth: Forgive ... She's my sister, called Bea. She cannot speak, she’s dumb. (4)
Christian (mirando a Bea): Oh… Sorry. (5)
La chica mira a su hermano y mueve las manos hablándole como hablan aquellas personas que no pueden emitir sonido alguno de su garganta. Mientras lo hace Christian se siente ahogado en su propia voz, debe de ser muy ahogante y desesperante el hecho de no poder hablar, poder expresar tus sentimientos a la persona que quieras, no poder gritar de rabia o frustración, no ser capaz de poder oír tu propia voz.
Listeh: She says you're very handsome, it's a shame that you're gay. She has asked me to try to flirt with you. (6)
Christian se sonroja. Él sabe hablar y entender el inglés bastante bien, y si no se ha equivocado Liseth le ha dicho que su hermana le ha pedido que ligue con él. Parpadea varias veces y después se ríe tontamente sin saber qué decir, después la mira a ella no sin cierta vergüenza y se rasca la mejilla, como siempre hace cuando tiene vergüenza y no sabe qué decir.
Christian: Sorry but I have to go to the hotel, I was really nice meeting you, hope to see you again. (7)
No se va porque tenga que hacerlo, de hecho aún le queda un tiempo para seguir paseando o perdiendo el tiempo allí donde él quiera pero le ha dado vergüenza lo que le han dicho y quiere irse de allí. ¿Guapo? ¿Él? Llamarle a él guapo era como un insulto para los que eran guapos de verdad.
Liseth y Bea son unos chicos londinenses típicos de allí. Su propia forma de vestir, su acento inglés tan sexy y sus rasgos que los hacen diferentes a los demás. Su forma de caminar tan elegante, su forma de sonreír y de mirar, de vivir la vida, de soñar.
Christian sabe que va a llegar antes de nadie al hotel pero decide caminar hasta allí para poder encerrarse en su habitación, ducharse y dejar que todo pase un poco. Sólo son las seis y media y la cena es a eso de las nueve, es decir, que le quedan como una hora y media para poder arreglarse y perder el tiempo tumbado en la cama.
Así que eso es lo que hace, marcharse al hotel y relajarse para intentar olvidar que en España está el chico del que está profundamente enamorado…
O no.
(Traducción de la conversación)
(1): Ehm… Hola, soy de España, lo siento por mi pronunciación. Me llamo Fran, estoy encantado de conoceros.
(2): Hola Fran, yo me llamo Liseth. ¿De verdad eres de España? Hablas inglés muy bien.
(3): Gracias Liseth.
(4): Perdona… Es mi hermana, se llama Bea. Ella no puede hablar, es muda.
(5): Oh… Lo siento.
(6): Ella dice que eres muy guapo, que es una pena que seas gay. Me ha pedido que intente ligar contigo.
(7): Lo siento pero tengo que irme al hotel, me alegro mucho de haberos conocido, espero que volvamos a encontrarnos.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Christian está tumbado en la cama en bóxer. Su compañero de habitación le ha dicho que no va a dormir allí ninguna noche, que lo hará en la habitación de sus amigos, que no diga nada. A cambio le ha pedido que deje la tarjeta de la habitación en el escritorio por si les da a sus amigos por entrar y gastar bromas.
La música está puesta y suena “Nota de suicidio” de Porta, un rapero que no le desagrada si no fuese porque odia el rap. Pero esa canción…
Es suya y para él, de nadie más.
Se da la vuelta y mira el reloj. Son las ocho y media, si nadie pasa a llamarle no piensa bajar a cenar, no tiene ganas de comer nada y la verdad, tampoco quiere ver a nadie. Ni a las personas de su clase ni a las del otro cuarto, ni siquiera a las chicas con las que se lleva bien de tercero. Total, ¿para qué? ¿Para oír a todos hablar de lo maravilloso que es todo y de lo mágicas que son las calles de aquella ciudad de ensueño?
Para eso prefiere quedarse en su habitación y pensarlo él solo ya que su opinión nunca le sirve a nadie. Él no significa nada, no sabe qué es del todo la palabra amistad, qué se siente al estar rodeado de amigos que te quieren, de invitaciones a cumpleaños en casas de chicos para poder emborracharte y reír hasta no poder más.
Nada de eso es lo que él tiene. Sólo le queda Samuel, ese chico del que está enamorado, que le da todo lo que quiere: besos, caricias, amor y sexo.
En eso se basaba su relación con Samuel si la analizabas, sólo quedaban para acostarse, después sólo había mensajes y conversaciones en Tuenti, pero nada más. No había tardes de cine ni paseos por las calles de Madrid, tampoco tenía la ilusión de durar. Su relación consistía en mundos aparte y en noches vacías. En silencios huecos y en palabras llenas de tristeza y dolor camufladas con un poco de sexo.
Tocan a la puerta y Christian se acerca hasta ella sin darse cuenta de que está en ropa interior, al abrirla se encuentra con Mar. Esa chica que está en su clase y que sabe lo de Dani mejor que nadie. Le sonríe leve y ella ríe al verlo en bóxer.
Mar: ¿Qué haces así aún?
Christian: No tengo hambre, no voy a bajar a cenar.
Mar (entrando en la habitación): No perdona, tú vas a bajar porque todos ya están abajo, van a hablar de la excursión de mañana y bueno creemos que vamos a salir esta noche a un pub que hay a diez minutos de aquí, para que te vengas.
Christian (cerrando la puerta pero sin moverse de ahí): Mar que no…
Mar (dándose la vuelta y mirándole a los ojos): Vas a salir, ¿vale? Porque nadie ni nada se merece que estés aquí encerrado como si nada, ¿estamos? Porque estoy cansada de que estés mal, de que no te cuides, de que si te pasas comiendo te odies y quieras provocarte el vómito, si no lo haces claro. Estoy cansada de la puta canción del crío ese que habla de suicidarse, ¿Christian por favor? Quiero que vivas tu vida, que disfrutes y punto, que no te ates a nadie porque no sirve de nada.
Christian: Gracias… (ladea la cabeza), pero…
Mar (tirándole unos vaqueros cortos y una camiseta rosa chicle): Vístete que vamos a bajar digas lo que digas.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Al día siguiente van a ir a ver el Big Ben y el London Eye para después hacer un pequeño paseo por el Támesis y ver el punto 0 ese en el que Christian no está nada interesado. Si fuera por él se quedaba perdido en las calles del centro viendo a la gente pasar mientras los analizaba, aquello era lo que él quería hacer, no ir a ver monumentos con una guía a la que no haría caso mientras todos estaban fascinados por aquella ciudad.
Él amaba la fascinación de la ciudad, pero quería hacer las cosas como él quería, perderse en las calles y encontrar lugares que no están en las guías turísticas no ir a sitios atestados de gente para ver algo de lo cual no se van a enterar de lo que es.

En el pub hay muchos chicos que según sus compañeros visten raro mientras que para él su forma de vestir les da a entender que son libres de hacer lo que quieran. Todos bailan al ritmo de una banda que toca. No se ha enterado bien del nombre por el grito de todos los jóvenes pero sabe que no lo hacen mal, incluso que podrían llegar a ser famosos.
El cantante se llama Alexander y tiene rasgos alemanes, es blanco de piel y muy delgado, tal vez demasiado. El pelo lo lleva tintado de negro y sus ojos son grises o ese efecto crea  la luz del escenario. Sus miradas se cruzan y Christian se pone nervioso sin saberlo, entonces comienza la canción.
“You come to me with your scars on your wrist, You tell me this will be the last night feeling like this…”
Fundido en Negro.