viernes, 31 de agosto de 2012

Capítulo 17:


Parte 1.
Darle una segunda oportunidad al amor es una locura, tal vez salga bien o seguramente salga mal. Enamorarte de alguien que no ama, que sólo consume sexo es atarte a un modo de vida. Alguien que se alimenta del amor del corazón no puede buscar el amor en alguien que se alimenta de sexo.
No está preparado para vivirlo, para soportarlo. Tendría que cambiar otra vez, y no sería por la muerte de un ser querido o por el simple hecho de que lo necesita, sino por una persona de la que te has enamorado. Y cambiar por alguien del que te has enamorado y no siente lo mismo por ti es como hundir una cuchilla en tu brazo y dibujar su nombre en el show del chico que quiso ser y no pudo.
Un chico que quiso ser héroe y se quedó en adolescente.

Christian se ha acomodado en el avión. Vuelve a España tras pasarse una semana en Londres y miles de recuerdos se van con él, todos ellos buenos, otros extraños como el recuerdo de Dylan, pero todos ellos totalmente maravillosos e irrepetibles.
Las azafatas piden que pongan los móviles en modo avión o los apaguen y que se abrochen los cinturones puesto que va a comenzar el despegue.
Tres minutos después el avión despega y Londres queda atrás demasiado rápido, tan rápido que se olvida de que alguien ha ido a despedirse en el avión sin percatarse de que tal vez podría haber sido un encuentro fatídico, o no.

Parte 2.
Dylan y Alexander han llegado después de que Christian embarcase en el avión. Con ellos iba el chico rubio, Zack y otro chico de pelo castaño, su esposo Alexis. Estos dos últimos han ido a petición de Dylan y están bastante cansados ya que acaban de llegar de su luna de miel. ¿Por qué tenían que ir a ver a un chico del que Dylan se había encaprichado?
Este último les grita que si hubiesen llegado antes tal vez se podría haber despedido de él, suspira y se sienta en una de las sillas, entierra su cara en sus manos y se odia por dentro. No sabe sus apellidos y se siente muy cabreado.
Alexis, de complexión muy delgada y de pelo cortado en una melena en uve, se sienta a su derecha y le pasa el brazo izquierdo por los hombros; Dylan le odia pero no se mueve, aparta la cara de sus manos y le mira a los ojos.
Dylan: ¿Qué quieres?
Alexis: Sé que no está bien esto pero… Tal vez no estaría para ti Dylan.
Dylan: ¿Quién te dice que yo me haya enamorado de él? Sólo quería despedirme Alexis (se levanta intentado controlarse), tú no sabes lo que es amar, porque has llegado a la familia y de la noche a la mañana te casas con Zack, ¿quién coño eres? ¿Por qué coño nos buscaste?
Alexis (mira a otro y en sus ojos se ven retazos del pasado que ya hemos visto antes): Tal vez… Necesitaba huir del pasado.
Dylan: ¿Huir? ¿Por qué? ¿Acaso tú tenías un pasado malo?
Alexis (le mira a los ojos): Sé que tú tuviste un pasado bastante malo, pero a mí mi pasado comenzaba a matarme.
Dylan: Si tuvieses los suficientes cojones, tu pasado no te mataría, sólo arañaría tu piel hasta tal punto de que sangrases, pero no te mataría.
Zack se mete entre los dos y coge a Dylan de los hombros, le mira acusadoramente y él se aparta bruscamente y mira a Alexis por encima del hombro de su esposo.
Dylan: Me das asco, ¿sabes? Mucho asco, porque nadie sabe quién eres y has llegado y has jodido a la única familia que tenía, ojalá, ojalá tu pasado te mate y te lleve lejos de nosotros Alexis, ojalá.
En ocasiones el pasado hace demasiado daño, como ha dicho Dylan, es porque nosotros queremos, siempre podemos esquivar sus ataques, pero aun así nos arañarán. Muchas veces lo hará tantas veces que sangraremos, pero podemos ser fuertes y enfrentarnos a nuestro pasado e incluso podríamos salir victoriosos.
Pero como personas somos muy débiles y aunque finjamos luchar siempre volvemos a ese momento del pasado especial que tanto daño nos hace y lo abrazamos hasta que nos mata lentamente y nos transforma en retazos de un pasado que sólo tienen sentido si nos unimos a esos recuerdos tan dolorosos. Algún día seremos lo suficientemente conscientes de que a pesar de todo esto no hay que huir del pasado, ni apartarlo, sino vivir sabiendo que está ahí y que podemos aprender de él.
Nunca abrazar al pasado y quedarnos quietos en una estación dejando pasar los trenes que llevan una plaza para nosotros, nunca tenemos que ser la última fruta madura en caer del árbol. Todo tiene su tiempo pero si nos quedamos atascados en el pasado no avanzaremos sino que seguiremos ahí, quietos en algo que creemos que nos hace bien y que nos perjudica al mismo tiempo pero no avanzamos.
Luego hay personas que ocultan su pasado de tal manera que se transforman en personas totalmente nuevas, personas que carecen de vida más allá de la nueva que han creado para ellos. Esas son las personas más débiles pero al mismo tiempo las que mayor coraje tienen, nadie sería capaz de esquivar su pasado e inventarse una nueva mientras que ese pasado les sigue dañando aún.
¿Y tú? ¿Serías capaz de vivir una mentira sólo por olvidar algo que te hizo bien y que fue tu culpa que pudieses morir y perderlo todo?
Fundido en Negro.

Parte 3.
Samuel sabe que va a llegar hoy, el que debería de ser el amor de su vida está actualmente subido en un avión mientras él… Bueno, mientras él tiene a un chico de trece años entre las piernas haciéndole una felación.
Samuel: P-Para.
Antes de que el chico pare él ya ha eyaculado manchando su cara y se deja caer de espaldas en la cama. El pequeño se llama Daniel, ¿coincidencia? ¿Quién sabe? La vida es un pañuelo y nunca sabes quién puede tener relación con quién.
Samuel le tira su ropa y le señala la puerta de su habitación invitándole a salir; una vez se queda solo se lleva las manos a la cara y suspira profundamente. ¿Qué le había pasado aquel tiempo que había vivido sin su chico? ¿Era cierto eso de que si no había amor no podría existir el sexo?
Se levanta y busca el móvil, mira la hora y se da cuenta de que aún demasiado temprano como para que hayan llegado ya. Sale de la habitación totalmente desnudo dispuesto a darse una ducha y a despejarse.
Lo que había pasado aquella semana debía de olvidarlo le costase lo que le costase, no podía dejar a Christian, era el chico que le daba todo, amor, cariño, una amistad. Y sexo. Eso era lo único que él necesitaba para ser feliz, un poco de sexo y todo salía bien.
Pero a veces no podemos tener todo lo que queremos y otras veces sí. ¿Te has preguntado alguna vez por qué no encajas con esa persona que te da todo lo que buscas? Yo sí y he llegado a la conclusión de que tal vez esa persona, a pesar de que te lo de todo te deja insatisfecho, te quita una parte de ti, te cambia, te moldea a su manera, y entonces te pierdes a ti mismo. También es verdad que es preferible perderte a ti mismo que perder aquella persona a la que amas con todo tu corazón.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Georgina está enfundada en una torera de piel de Channel marfil, debajo lleva un vestido negro y unas botas de Versace negras envuelven sus pies. Tapa sus ojos con unas gafas de sol Ray-ban y el pelo lo lleva totalmente ondulado.
Va a visitar a Helena, al parecer tiene algo que enseñarle, algo que va a cambiar su vida, la de Christian y la relación que hay entre ambos. No entiende qué puede ser, pero al parecer es importante ya que ella la ha llamado bastante apurada y bueno, iba a salir a una fiesta… Sólo pasaría media hora y después se marcharía, tenía ganas de volver a su lugar de siempre y sentirse…
En casa.

Ya sentada en el salón de la casa su mejor amiga sin la torera ríe a carcajada limpia mirando unas fotos que le están enseñando. En ellas se ve a Samuel con un chico mucho más pequeño que él besándose y haciéndose manitas. ¿Eso le iba a gustar a Christian? Seguramente no, pero algo escondía ese pequeño cabrón que no le gustaba nada a ella, y por fin lo tenía.
Helena: Me ha costado conseguirlas, pero ya las tengo.
Georgina (guardándolas en su bolso de Armani): Muchísimas gracias chica, te debo una, ahora he de ir a la fiesta.
Helena: ¿Te crees que yo no voy?
Era lógico, estaba vestida con un traje azul eléctrico corto de vuelo y unos zapatos de tacón blancos que seguramente serían de Armani o de Buittoni. Georgina le sonríe y se levanta, pone su brazo invitándole a que se lo coja y se preparan para otra fiesta más.
Han sido vista otra vez, Helena y Georgina preparadas para una fiesta de los suyos. Bienvenida a casa Gi.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Christian baja del avión y lo primero que hace es escribir un sms a dos personas, el mismo para los dos.
“Ya he llegado, hablamos mañana. Todo genial, te quiero”.
Sus padres le han recibido abrazándolo fuertemente y comiéndoselo a besos. Ellos les llevan las maletas mientras él les cuenta todo lo que ha hecho en aquella ciudad tan enigmática. Entonces su móvil suena y al mirar la pantalla y ver el nombre sonríe como un idiota. Le echaba de menos.
Christian: Hola…
Samuel: Mi vida, ¿cómo estás? ¿Pasa algo?
Christian: No cariño, acabo de llegar y tengo sueño, ¿te importa si hablamos mañana? Voy con mis padres que voy a subir al coche.
Samuel: Vale mi amor, te amo.
Christian: Y yo… Y yo.
Cuelga y los padres le miran con una mirada curiosa pero el ladea la cabeza y ellos hacen caso omiso a la conversación que acaban de oír. Se suben al coche e impiden que suene la música de la radio, después de varios “te he echado de menos” y todo lo que se suele decir comienzan las anécdotas, las risas y lo mejor de todo:
Más mentiras en su vida.

Parte 6.
Alexis se está lavando la cara y cuando se mira al espejo sólo ve un borrón. Tal vez a causa del agua en sus ojos o por los recuerdos del pasado que se amontonan en su cabeza. ¿Por qué todo tenía que salir mal? Le había pedido a Dylan que le enseñase una foto de ese tal Christian y estaba en lo cierto, era él. ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué tenía que volver a su vida después de todo lo que había pasado?
Entra un mensaje al móvil y decide ignorarlo, sabe de quién es perfectamente al igual que sabe que las palabras que contiene le van a hacer daño.
Debería de volver a la cama con su marido Zack pero no lo hace, en lugar de ocupar ese espacio vacío sale al balcón y mira la calle tan vacía que cualquiera diría que la noche anterior había sido la calle más transitada de todo Londres. Suspira y mira al cielo, ve el mismo cielo que está viendo él ahora mismo. Sus ojos se llenan de lágrimas y deja que los recuerdos vuelvan, los acaricia, permite que le hagan daño y se rinde.
Los besos, las caricias. Los momentos de susurros, las noche de placer hasta que saliese el sol. Cuando enfermó y él estuvo ahí apoyándole, sus ojos lloros cuando fingió no conocerle. Cómo su voz se quedaba muda al otro lado del teléfono al darle la noticia de una muerte inventada. Todo le hacía daño, todas las mentiras que le había dicho por su bien, pero mentiras que le habían hecho volver a él una vez más.
¿Acaso el único verdadero es el amor primero?
“Dani, ¿hasta cuándo piensas seguir con esta falsa? Yo no puedo más, lo he visto de lejos y he estado tentado de acercarme y rodearle con mis brazos, besarle y decirle que no te ha pasado nada. Yo le amo, pero dudo que tú le ames, por favor, haz algo”-rezaba el mensaje de móvil entrante.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Noches vacías y de mundos aparte. Sueños rotos y mentiras sin excusa. Personas que deberían de estar a centímetros se encuentran a distancia y personas que están lejos, esas personas se desearían estar tan cerca el uno del otro que el calificativo “cerca” quedaría totalmente inservible.
Es una noche más, una noche en la que las mentiras viajan deprisa y ayudan a formar la vida de unos y destrozan la vida de otros. ¿Acaso vivir una mentira, una ilusión, es más productivo que vivir una realidad que duela y haga daño? Algunas personas piensan que no, que es mejor vivir la realidad que vivir todo el día engañado.
Por lo que yo he probado de la mentira, estoy con los que apuestan por la realidad; pero conozco lo suficientemente el dolor de una realidad para saber que una mentira puede ser la más bella de las formas en las que vivir.
Christian apuesta por vivir una mentira. Daniel, o Alexis, quién sabe quién es quién ahora, también. Samuel lo intenta pero la realidad le abruma. Y Georgina… Bueno, ella prefiere vivir una mentira mientras destapa las realidades de los demás.
¿Y tú? ¿Con quién estás?

lunes, 27 de agosto de 2012

Capítulo 16:


Parte 1.
Todo pasa deprisa por debajo de sus pies. Las calles atestadas de gente, el London Eye, el Big Ben; museos y tiendes. Chicos sedientos de sexo, fiesta y alcohol. Chicas eufóricas por lucir el nuevo vestido que se han comprado.
Y después sólo hay oscuridad.
Dani: ¿Por qué has venido? Aquí no pintas nada Christian, ¿o acaso quieres sufrir?
Christian: ¿Dani? No te entiendo… ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?
Dani: Quien busca, encuentra. Ya me has encontrado, sólo te falta buscar.
Despierta sobresaltado. Está solo en la habitación del hotel; busca las gafas y las encuentra en el sobresaliente del cabecero. Se lleva la mano a la cabeza y suspira, ¿qué ha pasado? Sabe que Dani está muerto o eso le dijo Rubén, sabe que su ex novio está enterrado en cualquier cementerio de Londres, o lo habían repatriado a España y él no sabía nada. Pero… ¿Por qué aquellos sueños? ¿Por qué aquellas palabras?
“Sólo te falta buscar”.
¿Sería una petición de salir a las calles de una Londres con ganas de fiesta? Sólo era un sueño más, una pesadilla que añadir a la colección.
Coge el móvil y aprieta el botón que inunda la pantalla de luz y gracias a esta, gran parte de la habitación. Dos y treinta y siete de la madrugada, viernes. Era el momento indicado para buscar aquello que ya había encontrado.
Fundido en Negro.

Parte 2.
El piso está situado en pleno centro de Londres y en la cuarta planta ocupa todo el espacio habitable. Todo está decorado con muebles de madera natural barnizados en color negro y blanco. Hay tres habitaciones de matrimonio y una habitación individual. Actualmente sólo hay dos de las cinco personas que suelen habitar el piso. Uno de ellos es el cantante que estaba en el pub que estuvo Christian. Se llama Alexander.
Se está arreglando para salir. Su piel es más blanca de lo que parecía a la luz de los focos y su pelo es tan negro como la oscuridad de la que estaba adueñada su vestimenta: una camiseta de mangas hasta los codos con unas letras blancas que dicen “Fuck Distance”, unos pantalones pitillo también negros y unas supra del mismo color que lo demás. Se pasa la plancha por el pelo mientras le mira un chico algo menor que él de pelo castaño, ojos dorados y piel ligeramente oscura.
Alexander: No puedes venir Dylan, no puedes dejar que te vean (se da la vuelta para mirar al chico), entiéndelo.
Dylan: ¿Y tú puedes salir? Es que no lo entiendo, es injusto Alex.
Alexander: Injusto o no, son las normas de Zack y hay que cumplirlas.
Dylan: Ya pero es que…
Alexander (deja la plancha y se acerca al chico): Por favor Dylan… Sé lo que pasa, pero Zack no se debe de dar cuenta, no ahora.
Dylan (bufa): No ahora que se ha casado con el idiota ese.
Alexander: ¡Dylan!
Dylan (con lágrimas en los ojos): Tú no lo entiendes, tú eres ya mayor, yo sólo soy un crío de 15 años, ¿no?
Alexander (acaricia sus mejillas): Por favor…
El pequeño no tan ingenuo Dylan niega con la cabeza y se va, corre hasta la habitación individual y se encierra. Alexander suspira cuando su móvil suena, lo coge y sonríe.
Alexander: Ahora mismo voy cariño.
Cuelga y apaga la plancha y las luces del piso; evitando molestar a Dylan se marcha para tal vez ser encontrado en una búsqueda que seguramente sea inútil.
Fundido en Negro.

Parte 3.
La habitación de Dylan es del mismo estilo que el resto de la casa. Suelo negro y muebles blancos y negros. Hay una cama de plaza y media con una colcha de cuadros blancos y negros.
Quién diría que a esta extraña familia no le gusta el negro ni el blanco.
Le gusta la fotografía, o eso da a entender una pared llena de fotos de paisajes de todo el mundo: Nueva York, la India, Hong Kong, Argentina, París, Italia; y una larga lista de rincones del mundo en los que perderse. También hay fotos de chicos, sólo tres. Uno de ellos es Alexander que sale con un chico rubio con gafas de sol, otras sale este último solo y en otras tantas salen estos dos junto a Dylan, y la mayoría en las que salen personas sólo se ve a Dylan.
¿De dónde ha salido esta familia? ¿Qué tiene que ver en la vida en Christian? ¿Acaso es lo que busca y que ya ha encontrado?
Lo que sí es seguro es que con la salida de Alexander el piso ha quedado totalmente inhabitado pues la cama está vacía y la ventana abierta.
Alguien más que se pierde en esta noche que amenaza con cruzar destinos y vidas que sería mejor que no se juntasen, o que simplemente se hicieran caso omiso entre las muchas vidas con las que también podrían unirse en una noche como aquella en Londres.
Fundido en Negro.

Parte 4.
El pub está repleto de gente. Christian casi no puede moverse y no puede distinguir a nadie salvo al chico que cantó la otra noche.
Alexander: “Estás tan lejos de aquí, Te echo de menos, Te quiero en mí…”
La canción es prefecta, no la había oído antes pero le gusta, seguramente es una composición del chico, era bueno. Intenta acercarse a la parte del escenario que parece que está más vacía pero se choca con alguien y Christian cae al suelo de bruces.
Christian: Joder, lo sientDigo, I’m so sorry.
El chico con el que ha tropezado es Dylan. Lleva una cámara colgada del cuello y le tiende la mano derecha para ayudarle a levantarse. Christian la toma sin saber que posiblemente ese chico tenga algo que ver en su búsqueda, o no.
Dylan: ¿Te has hecho daño? Lo siento mucho ha sido mi culpa.
Christian: ¿Hablas español? Y no te preocupes que ha sido mi culpa no la tuya.
Dylan: Sí que hablo español, no es difícil (sonríe y niega). La culpa ha sido de los dos, ¿vale?
Christian asiente con la cabeza y vuelve a mirar a Alexander. Esta vez canta de forma lenta no como las canciones que había oído la noche anterior. La canción habla de un amor que duele y mata, de recuerdos del pasado, de mentiras. De necesidad.
Alexander: “Vuelvo a arañar mi piel Recuerdos del pasado Todos engañan y entran en mi Todos ellos hablan de ti”.
Dylan saca una foto de Christian y este se vuelve ruborizado para mirarle después de que haya sacado la foto, sonríe levemente a causa de la vergüenza y el fotógrafo vuelve a tomarle otra foto.
No sabe qué decirle, no sabe qué hacer, se siente cómodo con ese chico tan extraño que ha aparecido de golpe en su vida. Sabe que tiene que buscar a Dani pero al mismo tiempo sabe que no lo va a encontrar, que Dani está enterrado en un cementerio, que está lejos de allí y que no lo va a encontrar por un simple sueño que haya tenido.
Alexander: “Vuelvo a vomitar tristezas De tanto fingir alegrías. Jugué a olvidarte Sólo conseguí perderte Y aquí me quedo yo...”
Christian mira de nuevo al cantante y abre los ojos de par en par, se acaba de dar cuenta de está cantando en español al sonido de una guitarra acústica. Alexander se le queda mirando mientras la guitarra suena y queda totalmente enmudecido. Se le hiela la sangre, ¿por qué le escruta con los ojos? ¿Es que le conoce de algo? Pero es imposible, ese chico no es español ni por asomo.
Pero no le mira a él, mira a Dylan. Este se da cuenta y coge el brazo de Christian tirando de él para sacarlo del pub. Antes de salir se escucha gritar pero no miran atrás, los dos corren por las calles de Londres agarros de la mano.
Se agarran como si fueran el último clavo ardiendo que les queda. Corren como si su vida dependiese de ello. Corren para buscar un lugar donde estar solos. Donde esa soledad juegue con sus vidas. Donde sus vidas se separen nada más conocerse o tan sólo se den un hasta pronto.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Han ido a parar a un callejón sin salida. Dylan se ha sentado en el suelo y respira bruscamente, como si le costase. Christian está confuso y perdido, no sabe por qué han salido corriendo de allí, pero lo ha hecho, se ha dejado llevar de la mano de ese chico al que no conoce de nada.
Ahora se miran sin saber qué decir. El chico de la cámara está revuelto y el español que ha salido a buscar algo que le ha dicho un sueño necesita respuestas.
Es el momento de darle un poco de tiempo al destino y dejar que haga sus cosas, que entrelace vidas y separe corazones. Que destruya amores y avive llamas que ni existían aún.
Dylan: Alexander es… Como mi hermano.
Christian (se sienta enfrente de él): ¿Como tu hermano? ¿Eres adoptado? Porque la verdad es que te pareces bien poco a él…
Dylan niega con la cabeza y suspira, después la agacha y comienza a juguetear con su cámara que tiene la pantalla totalmente negra, como si el chico viese cosas que nadie más podía ver.
Christian: Me puedes contar si quieres, yo me voy mañana a España, nadie sabría nada Dylan, ¿es que pasa algo?
Dylan: Me escapé de casa hace tres meses. Vivía en España, tal vez te suene mi cara de verme en las noticias. Es que… Me enamoré y me fui a vivir con Alex y Zack.
Chrisitan: ¿Te enamoraste de Alex? Espera, ¿te escapaste? ¿Pero por qué? ¿Es que estás loco? ¿Por qué no piensas en tus padres? Te deben de echar de menos.
Dylan: Por partes, he de contarte por partes. ¿Prometes que no dirás nada?
Christian: Lo prometo.
Y esa promesa abre una puerta que debería de haber permanecido cerrada.

Parte 6.
Dylan residía en España. Nació un 17 de julio de 1994 y se marchó de casa en 2010. Sólo dejó una nota que decía “No me busquéis, me he cansado de vivir como si no os importase, ahora fingid que me echáis de menos y que queréis que vuelva, pero ya es tarde, lo siento papá por ser gay y dejarte en ridículo delante de tus compañeros de empresa. Mamá, lo siento si no puedo seguir a tu lado mientras te veo hundirte en la depresión que nos arrastra a todos”. En efecto, le buscaron durante dos días, al tercero dijeron a la policía que su hijo les había llamado y le había dicho que estaba bien, que no buscasen más.
Era mentira, toda la vida de Dylan era una mentira.
Sus padres eran dueños de una cadena de ropa que se ha extendido por todo el mundo en poco tiempo, ¿el nombre? Imposible de decir, nadie sabe de Dylan, era una vergüenza para la familia. Un chico homosexual era como una enfermedad en esa familia. Y eso fue uno de los detonantes de la partida de Dylan.
También lo era la depresión de su madre ante las infidelidades de su marido. Ambos se amaban, pero no se daban nunca el suficiente amor o cariño y su padre lo buscaba en prostitutas que pagaba los fines de semana cuando iba “de viaje de negocios”; mientras tanto su madre buscaba ese amor en las pastillas.
Había conocido a Zack y a Alexander en la playa de Galicia. Mientras Dylan fotografiaba las olas ellos dos le pidieron por favor que les sacase una foto. Después se presentaron como Dylan y Zack Ford, unos hermanos que residían en Londres pero que habían ido de viaje a España para despejarse del trabajo. ¿Unas vacaciones en pleno Noviembre? Era extraño pero claro, ¿por qué no?
Y la amistad surgió. Dylan no dudó en contarles todo lo que era su vida día a día, no dudó en llorar, en gritar, en abrazarles, en darle las gracias, en decirles que les gustaría tener una vida como la de ellos.
No esperaba que ellos le invitasen a huir con él a Londres en dos semanas, ellos no esperaban que Dylan aceptase la petición de huida.
Así comenzó todo. Esas dos semanas se enamoró, perdió la cabeza por un chico al que no conocía de nada. Llegó a besarle, a acostarse con él, darle su virginidad. Su primera vez, su primer amor. Su primera locura.
Su primer “para siempre”.
Pasaron las dos semanas bastante rápido y él se marchó. Quiso fingir su muerte, pero no habría cuerpo. Fue fácil, una nota, un perdón. No le echarían de menos, no le buscarían por mucho tiempo.
No quedaría nada más que recuerdos enlatados en fotos enmarcadas.
Así adoptó un nuevo nombre, se dejó el pelo largo con los años, adelgazó bastante como lo habían hecho Alex y Zack, se hacía pasar por su hermano pequeño que había vuelto de estudiar en España con ellos.
Así comenzó una mentira distinta que en un futuro se iba a entrelazar con otra mentira. Pero esta mentira más peligrosa, arrastraba muertes con ella.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Dylan termina al tiempo que Alexander irrumpe en el callejón y coge del brazo al chico, le da una torta e intenta marcharse no sin antes mirar de forma acusadora a Christian. A este se le encoge el corazón al ver los ojos grises del cantante.
Después él también se marcha de vuelta al hotel. Al final no ha encontrado nada, sólo un chico que dejó su vida por amor. ¿Para qué había salido entonces? Ya no quedaba nada que hacer o ver allí en Londres.
Era el momento de volver a España con Samuel y decirle que sí, que le perdona.
Fundido en Negro.

Parte 8.
Mientras tanto, Samuel está encerrado en un cuarto de baño de una discoteca de Madrid, está con otro chico besándose y entregándole un amor que no le pertenece.
¿Quién dijo que una relación es para siempre?

martes, 21 de agosto de 2012

Capítulo 15:


Parte 1.
Era el momento de subir al avión. Christian lo había hecho el primero, junto a su compañero de habitación Xavier y sus dos amigas. El acomodador les indica dónde deben de sentarse y les pide por favor que apaguen el móvil o lo pongan en modo avión. Él lo desbloquea y ve un mensaje entrante.
“Perdóname por el daño que te hice, me he dado cuenta de que sí, que te amo, que me importa lo que pienses de mí… Pásalo bien, y recuerda una cosa. Cuando tú pienses en mí, yo estaré pensando en ti.”
Sonríe y contesta un te amo, después apaga el móvil y se sienta en el lado de la ventana. Sus compañeros empiezan a subir y una vez está toda la tripulación y las azafatas de vuelo les han indicado cómo ponerse el chaleco en caso de accidente, despegan.
Christian va allí donde ha soñado siempre con vivir, deja atrás durante una semana su vida, sus miedos e inseguridades sin saber que allí, en las calles de Londres encontrará al que tal vez sea el verdadero y único amor de su vida.
Fundido en Negro.

Parte 2.
(La noche anterior).
Samuel no deja de dar vueltas por su habitación. Se encuentra mal tras haber discutido el viernes con Christian y no sabe qué hacer, ¿y si le llama y no se lo coge? Se iba a sentir demasiado mal si se quedaba ahí, sin oír su voz y llorándole al contestador.
El reproductor de música suena, “Lo que nunca fuimos” de Guille el Invencible. Esa canción le recuerda a su novio, o a su ex, o lo que sea. No sabe por qué pero cuando la escucha piensa en él. ¿De verdad él le amaba tanto? A veces estaba distraído cuando hablaban, no le miraba a los ojos y estaba distante. Pero otras veces… Otras veces era tan cálido como un rayo de sol, era como una mañana soleada de junio y el invierno frío y la distancia se acortaba.
Ese era el Christian del que se había enamorado a pesar de que sabía que no era así, que había algo que los separaba. Pero su Christian, su forma de besarle y de rodearle el cuello con los brazos, de mirarle a los ojos y decirle que era la razón de su existir. Todo eso y mil formas más de hacerle sentir único en el mundo.
¿Y ahora qué? No iba a dejar pasar esa oportunidad, no iba a dejar marcharse a esa persona que le daba ganas de seguir adelante, de estudiar por un futuro al lado de quien más quería y para ello debía de cambiar, de alejarse de la persona que había sido en su pasado, dejar el alcohol, el salir hasta el día siguiente, el no acostarse con el primero que se pasase por su vida…
Iba a cambiar por Christian.
Se tumba boca arriba en su cama y juega con su móvil entre los dedos. ¿Debe de mandarle un sms? Por la hora que es tal vez esté durmiendo y como mañana sale de viaje tampoco era importante, sólo quería pedirle perdón y desearle un buen viaje… Podría hacerlo mañana antes de que subiese al avión. Eso iba a hacer, provocarle una sonrisa antes de que partiera de viaje a Londres.
Cierra los ojos y al poco tiempo de hacerlo se queda dormido y da paso a un sueño en el que Christian es el protagonista.
Fundido en Negro.

Parte 3.
Ya en Londres se sentía como un extraño en una tierra para extraños. La gente caminaba rápido y no se detenía en mirar con quién se cruzaba. Todo parecía gritar prisa y al mismo tiempo ganas de parar y vivir la vida de forma lenta y pausada.
Habían dejado las maletas en el hotel y salieron a dar un primer paseo por las calles de Londres. Los profesores les dieron una hora para caminar ellos solos por las manzanas que rodeaban al hotel. Y ahí está Christian, caminando solo como si él ya se supiera de memoria aquellas calles donde se podría perder perfectamente.
Le gusta mirar a las personas, ver cómo van trajeadas, vestidas para trabajar de primera hora de la mañana hasta el mediodía. Los hombres con trajes oscuros y las mujeres con vestidos lo suficientemente elegantes para ir a la oficina. Y luego está él en converse azules, vaqueros y camiseta negra.
Está en los escalones grises de una plaza que está a unos diez minutos del hotel de la cual no se ha molestado ni mirar el nombre. En la plaza hay varias terrazas pertenecientes a cafeterías, unas tiendas de ropa y un Starbucks. Sonríe levemente con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos. Su móvil está en silencio, no le ha respondido porque no ha querido, tampoco sabía qué responder. ¿Acaso no lo había dejado claro? ¿Que no le quería tanto como le quería a él? ¿Por qué ahora le dejaba ese mensaje? ¿Esperaba que le perdonase?
Christian suspira y cierra los ojos mientras se despereza de esa postura. Pasa los brazos hacia detrás y se deja caer levemente como si fuese a tumbarse. Su móvil suena y él lo coge, es su madre.
Christian: Hola mamá.
Madre: ¿Cómo lo estás pasando?
Christian: Bien, hemos dejado las maletas en el hotel y nos han dejado dar una vuelta por las manzanas de aquí alrededor nosotros solos.
Madre: No vayas solo, ¿estás con tus amigos? Ten cuidado Christian.
Christian: Sí mamá, estoy con mis amigos, ahora mismo están metidos en una tienda de ropa alucinando, yo estoy sentado aquí en una terraza. ¿Te llamo luego? Creo que vamos a volver al hotel.
Madre: Vale cariño, cuando puedas me das un toque y yo te llamo. Te quiero.
Christian: Y yo a ti mamá.
Se hace el silencio a ambos lados del aparato. Le ha mentido, no quiere darle a entender que está solo, que el viaje que iba a ser el de su vida, con el que siempre ha soñado, pues estaba saliendo mal…
Pero en parte es su culpa. No quiere mezclarse con los demás, hablar, dejarles entrar en su vida. Sus amigas no han ido y se siente solo, en parte es bueno, así nadie se interesará si está bien o está mal, o si llora o deja de llorar cuando se encierra en el baño.
Levanta los ojos y ve a un chico con el pelo de color rosa y una chica gótica. No puede evitar sonreír, le encanta ver a chicos así. Es una de las cosas por las que quería ir a Londres, ver a adolescentes distintos a los que había en España, adolecentes que habían encontrado su propio estilo y lo vestían sin miedo a que la gente mirase.
Estos se acercan a Christian mientras él está penando en ellos y le sonríen cuando este se da cuenta de que se han acercado.
Christian: Ehm… Hello, I'm from Spain, sorry for my pronunciation. My name is Fran, I'm delighted to meet you. (1)
Liseth: Hi Fran, my name is Liseth, (el chico le extiende la mano y Christian la aprieta suavemente). Really are you from Spain? You talk English so good. (2)
Christian (sonrojándose bastante): Thanks Liseth. (3)
La chica no habla, sólo se limita a mirarles con una sonrisa de oreja a oreja. Christian la mira y le dedica una leve sonrisa, después se levanta y le da dos besos.
Liseth: Forgive ... She's my sister, called Bea. She cannot speak, she’s dumb. (4)
Christian (mirando a Bea): Oh… Sorry. (5)
La chica mira a su hermano y mueve las manos hablándole como hablan aquellas personas que no pueden emitir sonido alguno de su garganta. Mientras lo hace Christian se siente ahogado en su propia voz, debe de ser muy ahogante y desesperante el hecho de no poder hablar, poder expresar tus sentimientos a la persona que quieras, no poder gritar de rabia o frustración, no ser capaz de poder oír tu propia voz.
Listeh: She says you're very handsome, it's a shame that you're gay. She has asked me to try to flirt with you. (6)
Christian se sonroja. Él sabe hablar y entender el inglés bastante bien, y si no se ha equivocado Liseth le ha dicho que su hermana le ha pedido que ligue con él. Parpadea varias veces y después se ríe tontamente sin saber qué decir, después la mira a ella no sin cierta vergüenza y se rasca la mejilla, como siempre hace cuando tiene vergüenza y no sabe qué decir.
Christian: Sorry but I have to go to the hotel, I was really nice meeting you, hope to see you again. (7)
No se va porque tenga que hacerlo, de hecho aún le queda un tiempo para seguir paseando o perdiendo el tiempo allí donde él quiera pero le ha dado vergüenza lo que le han dicho y quiere irse de allí. ¿Guapo? ¿Él? Llamarle a él guapo era como un insulto para los que eran guapos de verdad.
Liseth y Bea son unos chicos londinenses típicos de allí. Su propia forma de vestir, su acento inglés tan sexy y sus rasgos que los hacen diferentes a los demás. Su forma de caminar tan elegante, su forma de sonreír y de mirar, de vivir la vida, de soñar.
Christian sabe que va a llegar antes de nadie al hotel pero decide caminar hasta allí para poder encerrarse en su habitación, ducharse y dejar que todo pase un poco. Sólo son las seis y media y la cena es a eso de las nueve, es decir, que le quedan como una hora y media para poder arreglarse y perder el tiempo tumbado en la cama.
Así que eso es lo que hace, marcharse al hotel y relajarse para intentar olvidar que en España está el chico del que está profundamente enamorado…
O no.
(Traducción de la conversación)
(1): Ehm… Hola, soy de España, lo siento por mi pronunciación. Me llamo Fran, estoy encantado de conoceros.
(2): Hola Fran, yo me llamo Liseth. ¿De verdad eres de España? Hablas inglés muy bien.
(3): Gracias Liseth.
(4): Perdona… Es mi hermana, se llama Bea. Ella no puede hablar, es muda.
(5): Oh… Lo siento.
(6): Ella dice que eres muy guapo, que es una pena que seas gay. Me ha pedido que intente ligar contigo.
(7): Lo siento pero tengo que irme al hotel, me alegro mucho de haberos conocido, espero que volvamos a encontrarnos.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Christian está tumbado en la cama en bóxer. Su compañero de habitación le ha dicho que no va a dormir allí ninguna noche, que lo hará en la habitación de sus amigos, que no diga nada. A cambio le ha pedido que deje la tarjeta de la habitación en el escritorio por si les da a sus amigos por entrar y gastar bromas.
La música está puesta y suena “Nota de suicidio” de Porta, un rapero que no le desagrada si no fuese porque odia el rap. Pero esa canción…
Es suya y para él, de nadie más.
Se da la vuelta y mira el reloj. Son las ocho y media, si nadie pasa a llamarle no piensa bajar a cenar, no tiene ganas de comer nada y la verdad, tampoco quiere ver a nadie. Ni a las personas de su clase ni a las del otro cuarto, ni siquiera a las chicas con las que se lleva bien de tercero. Total, ¿para qué? ¿Para oír a todos hablar de lo maravilloso que es todo y de lo mágicas que son las calles de aquella ciudad de ensueño?
Para eso prefiere quedarse en su habitación y pensarlo él solo ya que su opinión nunca le sirve a nadie. Él no significa nada, no sabe qué es del todo la palabra amistad, qué se siente al estar rodeado de amigos que te quieren, de invitaciones a cumpleaños en casas de chicos para poder emborracharte y reír hasta no poder más.
Nada de eso es lo que él tiene. Sólo le queda Samuel, ese chico del que está enamorado, que le da todo lo que quiere: besos, caricias, amor y sexo.
En eso se basaba su relación con Samuel si la analizabas, sólo quedaban para acostarse, después sólo había mensajes y conversaciones en Tuenti, pero nada más. No había tardes de cine ni paseos por las calles de Madrid, tampoco tenía la ilusión de durar. Su relación consistía en mundos aparte y en noches vacías. En silencios huecos y en palabras llenas de tristeza y dolor camufladas con un poco de sexo.
Tocan a la puerta y Christian se acerca hasta ella sin darse cuenta de que está en ropa interior, al abrirla se encuentra con Mar. Esa chica que está en su clase y que sabe lo de Dani mejor que nadie. Le sonríe leve y ella ríe al verlo en bóxer.
Mar: ¿Qué haces así aún?
Christian: No tengo hambre, no voy a bajar a cenar.
Mar (entrando en la habitación): No perdona, tú vas a bajar porque todos ya están abajo, van a hablar de la excursión de mañana y bueno creemos que vamos a salir esta noche a un pub que hay a diez minutos de aquí, para que te vengas.
Christian (cerrando la puerta pero sin moverse de ahí): Mar que no…
Mar (dándose la vuelta y mirándole a los ojos): Vas a salir, ¿vale? Porque nadie ni nada se merece que estés aquí encerrado como si nada, ¿estamos? Porque estoy cansada de que estés mal, de que no te cuides, de que si te pasas comiendo te odies y quieras provocarte el vómito, si no lo haces claro. Estoy cansada de la puta canción del crío ese que habla de suicidarse, ¿Christian por favor? Quiero que vivas tu vida, que disfrutes y punto, que no te ates a nadie porque no sirve de nada.
Christian: Gracias… (ladea la cabeza), pero…
Mar (tirándole unos vaqueros cortos y una camiseta rosa chicle): Vístete que vamos a bajar digas lo que digas.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Al día siguiente van a ir a ver el Big Ben y el London Eye para después hacer un pequeño paseo por el Támesis y ver el punto 0 ese en el que Christian no está nada interesado. Si fuera por él se quedaba perdido en las calles del centro viendo a la gente pasar mientras los analizaba, aquello era lo que él quería hacer, no ir a ver monumentos con una guía a la que no haría caso mientras todos estaban fascinados por aquella ciudad.
Él amaba la fascinación de la ciudad, pero quería hacer las cosas como él quería, perderse en las calles y encontrar lugares que no están en las guías turísticas no ir a sitios atestados de gente para ver algo de lo cual no se van a enterar de lo que es.

En el pub hay muchos chicos que según sus compañeros visten raro mientras que para él su forma de vestir les da a entender que son libres de hacer lo que quieran. Todos bailan al ritmo de una banda que toca. No se ha enterado bien del nombre por el grito de todos los jóvenes pero sabe que no lo hacen mal, incluso que podrían llegar a ser famosos.
El cantante se llama Alexander y tiene rasgos alemanes, es blanco de piel y muy delgado, tal vez demasiado. El pelo lo lleva tintado de negro y sus ojos son grises o ese efecto crea  la luz del escenario. Sus miradas se cruzan y Christian se pone nervioso sin saberlo, entonces comienza la canción.
“You come to me with your scars on your wrist, You tell me this will be the last night feeling like this…”
Fundido en Negro.

domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo 14:


Parte 1.
Viernes 13. Christian está preparado para ver a Samuel, para volver a abrazarlo y besar sus labios, para poder recorrer su piel desnuda con la yema de sus dedos, perderse en sus labios y fingir que no existe nada más aparte de él en la faz de la tierra.
Se ha vestido con unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta blanca de las básicas de Zara; no tenía muchas ganas de vestirse ya que la ropa sobraría aquella tarde entre las sábanas de la cama de su novio.
Baja las escaleras del bloque de pisos bastante rápido y sale a la calle buscando con la mirada a Samuel, y ahí lo encuentra, con una rosa blanca en la mano y una sonrisa en sus labios. Esa sonrisa que tanto le gusta, esos ojos que tanto le enamoran y los detalles que tanto le gustan a él.
Se acerca caminando de forma lenta y cuando llega a su lado él le da la rosa y le deposita un suave beso en los labios, después susurra un te amo y le coge de la mano.
Samuel: ¿Vamos a casa?
Christian (pegándose a él): Claro mi vida.
Caminan sin hablar, cada uno de los dos pensando en sus cosas, en todo aquello que les rodea, en sus propios mundos, tan distintos el uno del otro que cuando colisionan todo se tambalea entre los labios de dos jóvenes dispuestos a amarse hasta que la muerte, o una mentira, los separe.

Ya en la casa de Samuel, Christian se sienta en la cama y sube las piernas cruzándolas. Ha dejado la rosa en la mesita de noche de su novio y espera a que este llegue. Cuando entra a la habitación lo hace en bóxer y le sonríe leve, después se acerca a él y lo tumba colocándose sobre él.
Samuel (besando sus labios con besos cortos): ¿Te he dicho que te amo?
Christian (susurrando): Siempre que puedes.
Este último coloca las manos detrás de la cabeza del primero y le besa apasionadamente, buscando su lengua y pegándose a él para provocarle erección. Sus cuerpos comienzan a fundirse en uno solo mientras la ropa resbala del cuerpo de Christian. La tensión sube en el ambiente y el monstruo interior de cada uno vuelve a salir, ya no buscan alguien a quien amar, sólo buscan un corazón que destrozar.
Y el amor se convierte en pasión, sexo y, una vez más, en mentiras.
Fundido en Negro.

Parte 2.
El sol cae con aplomo sobre la pista de aterrizaje de Madrid. Georgina baja del avión por las escaleras con bastante agilidad. Su pelo castaño se ha tornado de rojizo allí en Estados Unidos. Su estómago parece vacío y sin vida.
Perdió el bebé ayer mismo y ella se había ido del hospital sin decir nada dejando de nuevo su futuro pasado atrás. Liam no quería que se marchase de nuevo a España, pero ya habían hablado de eso justo antes de que él se volviese a marchar para hacer todo eso de lo que ella no tenía conocimiento, y fue cuando se dio cuenta de que no todo era tan genial como ella quería que fuese, como ella se había hecho creer a sí misma. Todo estaba mal, y no tenía a nadie a quien agarrarse.
Su madre no había puesto queja alguna en que ella volviese, de hecho se le vio bastante feliz cuando se lo dijo, como si su madre la hubiese echado de menos, aunque… Era su madre, era obvio que la echase de menos, ¿no?

Ya en la puerta del aeropuerto con una pequeña maleta en las manos ve llegar a su madre, esta la abraza fuertemente y le acaricia la cabeza. Después se separa de ella y le mira a los ojos.
Madre: No me vuelvas a dejar sola.
Georgina: Ni que me necesitases.
Sabía que esas palabras le iban a doler y por eso las había dicho. No buscaba que nadie reconociese sus sentimientos, volvería a mentir, a esconderse detrás de una máscara. Ya no sería la Georgina que se comía el mundo.
Ahora era el mundo quien se la comía a ella.
Fundido en Negro.

Parte 3.
Christian está sentado en la cama vistiéndose a toda prisa. Lo que Samuel le ha dicho le ha dolido, ¿qué pasaba? ¿En serio ese amor que sentía ambos sólo quedaba en esa cama en la que follaban?
Samuel (de rodillas detrás de él): Christian compréndeme…
Christian (aguantándose las lágrimas): ¿Qué tengo que comprender? Dime Sam, dime por qué ahora me dices esto, por qué después de casi una semana juntos vienes y me dices esto, que no estás preparado para una relación, que tienes miedo de perderme, estoy aquí (niega con la cabeza), y aun así no te das cuenta de que me estás perdiendo.
Samuel: Es que… Joder, no sé si te amo Christian, no sé si mis sentimientos hacia ti son de verdad de amor o sólo me he encariñado contigo, lo siento mucho, pero no quiero seguir así. Tú me amas, lo sé, pero yo… Yo no sé, no creo amarte tanto como tú me amas a mí.
El joven se levanta ya vestido y le mira a través de un manto de lágrimas. ¿Por qué ahora que todo iba perfecto? ¿Había sido porque no le amaba desde el primer momento que besó sus labios? ¿Acaso seguía sin amarlo tanto como él decía?
¿Por qué el amor tenía que ser así? ¿Tan mortífero? ¿Tan letal y solitario? ¿Tan mentiroso? ¿Cuántas caras podría tener el amor? ¿Cuántas veces tendría que ilusionarse para luego perder? ¿Acaso no había más problemas aparte de enamorarse y perder a quien amas? Después de todo, ¿no era lo que él quería? ¿Enamorarse?
Sale de la habitación sin mirar atrás, corriendo y llorando. Él odia todo lo que acaba de pasar, odiando el día en que nació, a la persona que inventó el amor, escupiendo sobre los recuerdos del pasado.
Odia a Dani por haber sido tan perfecto que no podía olvidarlo. También odia a Rubén por hacer que se olvidase de su mejor amigo cuando aún seguían saliendo. Y odia a Samuel, lo odia por decirle que le ama, por mentirle, por darle sexo, llevárselo a la cama y después destrozarle la vida con sus palabras.
Se odia a sí mismo por ser gay, por ser débil y estar indefenso, por no poder comerse el mundo, por enamorarse tantas veces que acaba perdiéndose a sí mismo entre las sábanas de cualquiera que le regala un te amo.

En la calle no sabe a dónde ir, se encuentra perdido en un torbellino de sentimientos que acorralan su corazón, lo encierran allí donde nadie lo puede encontrar y lo vuelve contra él. El dolor aumenta, se expande por su cuerpo y llega hasta ese lugar en el que nadie ha sido capaz de llegar nunca. El dolor toca el cajón interior de recuerdos a olvidar, y los abraza todos, los abraza como si de peluches se tratasen y él sufre, se retuerce ante el dolor al amor que no acaba del todo.
Su móvil suena, lo descuelga, es Samuel, le pide perdón y él grita. No grita palabras, grita de dolor, de rabia y de impotencia. Grita hasta que su garganta se rompe en dos y ya no puede más; cae al suelo y mientras su ¿novio? le habla a través del altavoz él se hace un ovillo y llora, lo hace en mitad de la calle, delante de la gente que le mira y se asusta de la reacción del joven. Pero nadie se acerca, nadie lo haría. Es un monstruo, se ha convertido en un monstruo, y a veces, es mejor así, que nadie se acerque, que no existan sentimientos en ese cuerpo sin vida, en un alma que huele a muerte y amor.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Georgina está sentada delante de su ordenador. Ha realizado varias llamadas y ya se ha enterado de que Rubén se marchó a Londres, de que a Daniel le había sido dada el alta y que estaba perfectamente. Que Christian salía de viaje allí donde su aún novio vivía el lunes siguiente.
¿Y ahora qué? ¿Cuál sería el siguiente paso?
Se levanta de la silla del escritorio y se asoma a la ventana. Es viernes y la gente ha aprovechado para salir a comprar. Chicas locas por esa ropa nueva de los escaparates de las tiendas, chicos que pasean en busca de una estúpida idiota que se enamorase del típico retrasado sin estilo que vestía como los demás sólo para encontrar con quien pasar las noches.
Y ahí está él, tirado en el suelo al lado de su móvil. Ella se asusta, ¿le habrá pasado algo? No debería de salir, no tenía que mostrarse al mundo, pero lo hace, coge sus llaves y sale corriendo, baja las escaleras lo más rápido que puede y se tira a la calle, se acerca a él gritando su nombre y provocando que todos los ojos que pasan por allí se fijen en el cuerpo del chico que hay debajo de ella. Un cuerpo muerto, un cuerpo sin vida.

Parte 5.
El dolor desaparece lentamente. Como si alguien lo eliminase con sus manos del mismo modo que una persona corre una cortina. Y así Christian abre los ojos, se encuentra aturdido y no da crédito a lo que ve ahora mismo con sus propios ojos. Georgina, llorando. Y la calle presente de la escena.
El chico se incorpora rápidamente y mira a la chica, ella le abraza fuertemente diciendo que estaba preocupada y que qué le había pasado.
Christian: No deberías de estar aquí, no eres tú. No estás aquí.
Tras decir esas palabras sin saber muy bien el significado de ellas, se levanta y busca su móvil en el suelo, después, ladeando la cabeza a modo de disculpa se marcha a su casa cabizbajo, dándole vueltas a la cabeza, pensando en todo aquello que había pasado ese día.
Y en Georgina, ¿una alucinación? ¿Cómo podría haber ocurrido?
Fundido en Negro.

Parte 6.
(Una entrada nueva en el blog de Christian).
Queridos lectores, queridos amigos que me leéis todos los días. Me he vuelto a equivocar. Dice que no me ama, después de hacer el amor durante toda la tarde me ha dicho que no me ama, que no está seguro de lo que siente, que puede ser posible que yo lo ame muchísimo más de lo que él me amará a mí nunca. Y ahora estoy perdido.
La pregunta es simple y clara, ¿le amo yo a él tanto como dice?
No lo sé, queridos lectores, estoy perdido en mi propia oscuridad. Cuando él me desnudaba me di cuenta del cambio, del paso del amor a la rabia, después al dolor y después al monstruo que se apodera de mí y no busca que le amen, sino un corazón rebosante de sentimientos para devorarlo y dejarlo después vacío, seco.
Tengo miedo, el lunes me voy a Londres como bien sabéis, y tengo los nervios del viaje ya que allí puede estar él. ¿Os imagináis que me lo encuentro? ¿Qué él me reconoce? No sé qué haré, no sé cómo reaccionaré porque ni siquiera sé si aún lo amo o si tan sólo es un fantasma del pasado.
He pensado en la muerte, en lo que ello conllevaría, y he llegado a una conclusión, triste pero cierta, y fundamentada en una verdad tan real como la vida misma.
Vivimos para conseguir algo, y siempre aspiramos a más. Cuando conseguimos esa necesidad, después queremos un poco más. Es como cuando nos sacamos el carnet de conducir. Primero queremos aprobar el examen teórico, una vez aprobamos estamos ardientes de deseo para poder coger el coche en las clases prácticas, una vez lo cogemos, queremos ya mismo examinarnos, para tener ese papelito que nos permite conducir. Y después de eso, deseamos un coche, el mejor que nosotros o nuestros padres puedan permitirse, y aun así, una vez pasa un tiempo, sale al mercado otro mejor, ¡y queremos ese! ¡Y cada vez más!
Porque somos así. Estamos movidos por una intención, por un fin, y siempre habrá un fin más allá del fin que antes teníamos propuesto. Pero no nos damos cuenta de lo más dañino e importante al mismo tiempo, ¿y todo ese tiempo que invertimos en conseguir algo? ¿Qué? ¿Ese sufrimiento de qué nos sirve?
De nada.
Y ahí entra el papel de la muerte. Una vez tenemos nuestro primer fin, ¿de qué nos sirve vivir si no queremos? Claro, hay personas que sí quieren seguir adelante, que quieren luchar por algo, pero yo no. Yo sé que en la muerte, en mi propia muerte, con mi cuerpo inerte en una caja y mi alma vete a saber tú dónde, encontraré mi felicidad.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Es la una de la madrugada. Christian ha salido a la calle en bóxer y camiseta de propaganda. No sabe a dónde ir pero las cuatro paredes de su habitación le ahogan y le oprimen los sentimientos y las ganas de vivir, de morir al mismo tiempo.
Él camina por las calles perdido, buscando algo que le dé una esperanza, una luz en su oscuridad. Pero la luz siempre proyecta una sombra más larga que la anterior, y no le sirve de nada volver a brillar si la sombra lo vuelve a engullir. Sus ojos ya no brillan, su corazón no late sin razón alguna y su cuerpo busca un lugar allí donde caer.
Como dije anteriormente, el amor tiene muchas caras. Pero el amor sólo tiene un único corazón, y ese corazón acaba muriendo por amor.
Fundido en Negro.