Se acercaba el fin de semana y
Christian se sentía cada vez peor. Cada vez que estaba con Rubén sí que sentía
esa sensación de paz, pero cuando llega a algo más, a besar sus labios, a tocar
su piel desnuda. No le busca a él, busca a Dani.
Y eso le está quemando por
dentro, no sabe si seguir o parar, si contárselo o mantenerse en silencio. Tal
vez… No sea como él pensaba. Cuando miraba a Rubén, veía al mejor amigo de su
novio, pero también veía a un chico enamorado, un chico que estaría dispuesto a
darlo todo, pero tal vez…
No sea así, seguramente Rubén… No
estaba en su camino.
Ya es Domingo y como cada día
muerto y sin nada que hacer ambos chicos están sentados en el salón, mirando la
tele y no viendo nada. El silencio entre los dos sólo es una pausa en el tiempo
mientras el programa musical de la televisión deja pasar las canciones.
Rubén está nervioso, no sabe qué
hacer, Christian ha estado todo el fin de semana distinto a como cuando se
habían encontrado el día en que le dijo si podía ir a su casa. Algo se movía
dentro del chico y no alcanzaba a comprender qué era.
El más joven se levanta del
sillón y va al baño; mientras tanto el mayor recuerda lo que esconde en el
cajón de su escritorio. Ese es otro detalle que se le había olvidado, algo que
Christian seguramente no le perdonase. ¿Pero qué más podía hacer? Tenía que
saber algo de su amigo y aquí en España tampoco hacía mucho…
Cuando él sale del baño le mira y
frunce el ceño, sabe que está pensando en algo y no duda en preguntar de qué se
trata.
Christian: ¿Rubén? ¿Pasa algo?
Rubén (se queda en silencio ante
la pregunta): N-No… ¿Qué iba a pasar?
Christian: Estás extraño (se
cruza de brazos), así que algo te tiene que pasar, ¿me lo puedes contar?
Rubén: De verdad, no pasa nada,
estoy bien.
Christian: Esto te va a doler,
pero sé que mientes, ¿me puedes explicar por qué estás así? ¿Es por lo que ha
pasado este fin de semana?
Rubén: ¡No! Esto ha sido lo mejor
de mi vida, pero por favor…
Christian: Me vas a pedir que no
te pregunte, ¿no es así?
Rubén asiente.
Christian: Pues me vas a
perdonar, pero quiero saber qué está pasando, porque nada no es, además, quien
nada no se ahoga.
Rubén: Me voy.
Christian (impactado por las
palabras del chico): ¿Cómo?
Rubén: Que tengo un billete de
avión, salgo mañana.
Christian (se aleja un par de
pasos): ¿A dónde vas?
Rubén: A… Londres.
Christian: Llévame contigo.
Rubén: ¿Cómo? Imposible, no
puedes venir, tienes tus estudios Christian.
Christian: Quiero verle, te lo
suplico (se acerca a él y le coge de las manos, sentándose a su lado), por
favor…
Rubén: ¿Que lo quieres ver? ¿Qué
me vas a decir ahora? ¿Que le amas?
Christian (agachando la cabeza):
Yo…
Rubén: ¿Después de esto? ¿Después
de que te hayas acostado conmigo durante todo este fin de semana me vas a decir
que le amas?
Se queda mudo, no sabe qué
contestar, ¿qué le dice ahora? ¿Que sigue amando a su amigo? Tiene razón,
¿después de todo lo que ha pasado sobre ese sillón, en la cama, en la ducha?
Rubén: No te reconozco, no sé
cómo te atreves siquiera a pensar que sigues amando a Dani, ¿de verdad me ibas
a contestar que sí? ¿Entonces esto, qué?
Christian: Rubén, yo…
Rubén: Nada, tú nada. No sé qué
te has creído, ¿vienes aquí? ¿Me dices que me amas, me besas, te entregas a mí,
y aún me vas a decir que le amas?
Está ya levantado, histérico ante
el silencio del joven. Eso le ha dolido, no por su amigo, sino por él. ¿Después
de todo sigue enamorado de él? ¿Por qué? ¿Por qué no podía olvidarle y
entregarse a alguien que le amaba y que estaba presente?
Rubén: Tienes suerte que Dani no
te recuerda, porque de lo contrario, ahora mismo se estaría retorciendo de
dolor en la cama mientras tú tienes la poca vergüenza de decir que sigues
enamorado de él.
Entonces el silencio se corta,
llegan las lágrimas y la furia. Se desata la verdad, una verdad que tal vez no
debería de ser descubierta, algo que nunca debería de haber salido por sus
labios, pero que de lo contrario, todo habría acabado aún peor, o no.
Christian (levantándose y
gritando): ¿Sabes? Sí, sí le amo y por eso me he acostado contigo, para
olvidarle. Pero es que esto no debería de haber pasado, ni yo debería de haber
venido aquí nunca, no debería de haberme dejado llevar por Dani, tendría que
haber seguido con mi feliz vida, al lado de Georgina. Tenía que haberme quedado
con mi dichosa heterosexualidad, haberme callado, porque ahora estoy destrozado
por dentro, pero eso tú no lo ves, no te das cuenta de que sólo soy un puto
crío, un chico que quería vivir la vida, ser como los demás, ¡pero no! ¡Tenía
que pasarme esto! ¡Conoceros a los dos! ¡Joderme de esta manera la vida!
¡Debería de estar muerto! ¿Sabes? ¡Muerto tenía que estar en estos momentos y
no mirándote a la cara mientras te atreves a decirme lo que me acabas de decir!
Rubén no puede contenerse y da
una bofetada a Christian, este se queda impresionado por lo que ha hecho y se
lleva la mano allí donde él le ha pegado. Le mira a través de las lágrimas,
traga saliva y suspira, se va a la habitación y comienza a meter la ropa en la
maleta, se desnuda y se cambia, se pone lo primero que encuentra que sea suyo y
una vez ha cerrado la mochila se la lleva a la espalda, pasa delante del mayor
sin mirarle a la cara y antes de salir, se despide.
Christian (entre lágrimas):
Nunca, ¿sabes? Nunca volverás a saber de mí.
La puerta se cierra, pero no sólo
la puerta del piso donde había amado a dos chicos distintos. Se cierra una
puerta de su vida. Guarda todo lo que ha pasado en el fondo de sí, lo encierra
y lo esconde muy bien, para que no vuelva a salir, para que se quede ahí, para
siempre.
A veces, enterrar el pasado no es
lo mejor ya que el pasado es lo que nos forma, pero siempre tendemos a eso, a
alejarnos de lo que somos, de nuestros errores; y no nos damos cuenta de que
ellos son los que nos hacen fuertes, o nos forman como personas. Pero hay
errores que es mejor no cometer, porque no sólo nos destrozan a nosotros, sino
a las personas que nos rodean. En ocasiones, un simple error nos lleva a tomar
decisiones de las que en un futuro seguramente nos arrepentiremos, pero esas
decisiones, ya sean buenas o malas, nos llevarán a nuestro futuro, sea cual
sea.
Fundido en Negro.
Parte 2.
Tras llegar a su casa lo primero
que había hecho había sido ducharse y llamar a sus amigas. A pesar de que fuese
domingo y que al lunes siguiente comenzaba la Semana Santa no iban a salir ya
que estaban castigadas debido a sus malas notas. Christian, desesperado por
salir, le cuenta a la madre que ha quedado con Ninna para ir a dar una vuelta y
de paso celebrar el fin del instituto durante una semana. Su madre pone
bastantes quejas pero al final le deja salir ya que Christian usa las buenas
notas al mismo tiempo que evade lo que ha estado haciendo ese fin de semana.
Se encierra en su cuarto y se
pone un pantalón largo pegado de color blanco y una camiseta negra con una calavera
y unos dibujos abstractos en tonos plateados y dorados. El pelo lo peina como
siempre ya que tampoco tiene mucho que hacerse en él. Se mira al espejo que
cuelga de la puerta su armario y sonríe leve. Se ve distinto, tal vez más
maduro, o mejor dicho, dolido por el amor que no acaba del todo. Se apoya en
las puertas del armario y suspira. Sólo ha pasado un mes y ya está distinto,
distinto a como era antes, alguien feliz con su vida, alguien que sólo deseaba
escribir y llegar a ser alguien. Y ahora quiere algo más, amor, pero no un amor
de una noche, quiere un amor que le llene, que le demuestre que la vida es
perfecta con él, que cada noche que pase junto a esa persona hagan el amor
hasta que amanezca, y despertarse a su lado y volver a hacerlo. Sentirse vivo
mientras esos labios recorrían su piel desnuda. Ahora no quedaba más que ese
sabor extraño de querer más y no tener.
Coge su móvil y la cartera, la
abre y se percata de que no tiene dinero, ¿y ahora cómo piensa beber? Suspira y
va hasta el bolso de su madre, sin decirle nada le coge treinta euros, después
coge la cartera de su padre y coge otros treinta, piensa beberse todo lo que le
dé con esos sesenta euros, si no puede olvidar estando tumbado en su cama con
la música al máximo, olvidaría bebiendo que es lo mejor.
Mezclar el amor y el alcohol. Un
pasatiempo al que sólo acuden aquellos que están lo suficientemente locos y
destrozados por dentro.
Y tal vez el alcohol, le llevaría
a conocer a alguien que le diera ese amor, una segunda oportunidad al amor, a
ese sentimiento que nos llena a todos por dentro y nos hace especiales y
diferentes a los demás pero al mismo tiempo nos transforma en dependientes de
él, como las drogas. Una vez lo pruebas y tienes adicción, buscas más y más
para sentirte lleno hasta que llega el extremo de que te haces daño a ti mismo
porque se te descontrola y te transforma en un monstruo, un monstruo que
consume corazones con el fin de ser feliz.
Fundido en Negro.
Parte 3.
Caminando por la calle mientras
esas pandillas que sí que han decidido salir le miran debido a su aspecto ha
descubierto una nueva discoteca que lleva abierta una semana o así. Está en un
sótano al cual entras desde un bajo que pertenece a un bloque de pisos de la
zona residencial más abandonada que te puedes imaginar en la cual viven
inmigrantes y personas que no se pueden permitir el lujo de poder pagar una
hipoteca de un lugar mejor y más tranquilo para vivir, aquel sitio donde las
discusiones no sólo son gritos e insultos sino puños y castigos.
La discoteca está bastante
ambientada, no se habría dado cuenta de ella si no fuera por la música que
salía por la puerta. Ha conseguido entrar a pesar de que aún tiene quince años.
El guardia de seguridad le ha mirado y tras decirle que no suelen pasarse
chicos tan monos por allí se ha hecho a un lado para que pasase.
La decoración es extraña, propia
de un lugar nuevo y moderno. Hay columnas de decoración por todo el espacio
cerrado que son lámparas de lava que cambian de color conforme van subiendo y
bajando. Hay gente de todas las edades, es decir, de los dieciocho en adelante,
él es el más joven que está allí. Se siente diferente a todos ellos, ellos le hacen
sentir diferente, como un intruso con las miradas y los cuchicheos que hacen en
voz baja que además queda amortiguada por la música mientras se acerca a la
barra y pide una cerveza. La coge y tras tomar el primer trago se acerca a la
pista de baila y, fundiéndose con la música y la gente comienza a bailar.
Suena un remix de Firework de
Katy Perry y se deja llevar cerrando los ojos y bailando, teniendo cuidado de
no tirar la cerveza. De vez en cuando bebe un poco para quitar el calor que
hay.
Hay gente que se pega a él
mientras baila, funden sus cuerpos mientras más que bailar se restriegan,
chicos y chicas, pero a Christian le da igual, sólo quiere bailar y olvidar,
dejar que todo se vaya, enterrar el pasado lo más hondo posible y dejarlo ahí
hasta que el recuerdo decida olvidarlo.
Pasan varias canciones, una detrás de otra,
canciones sin significado, simplemente música para sus mentes y cuerpos.
Mientras tanto, el alcohol también va pasando y subiéndose, llegando hasta la
mente y quedándose así, creando un estado de euforia y desconcierto que puede
con la realidad y la mentalidad, algo que se adueña de ti y te hace sentir como
si no hubiera nada que pudiese contigo.
La música para y el Dj habla, les
dice que va a poner algo lento y que las parejas deben de bailar unidas. Todos
se ponen tal y como le has dicho, algunas parejas verdaderas, otras que se
acaban de conocer por azar del destino y que deberán de bailar juntas superando
la vergüenza de pegarte a una persona desconocida.
Y entonces ocurre, algo se
acciona y se encuentra con unos ojos castaños. El chico le mira fijamente
mientras camina hacia él, le rodea la cintura y susurrándole al oído un “no nos
queda otra” comienza a bailar al ritmo de la canción lenta, es una melodía de
la cual Christian desconoce el título, ya sea porque no la ha escuchado nunca o
por los efectos del alcohol. Este sube los brazos hasta el cuello del chico y
le rodea, sonríe leve y decide dejarse llevar por el cuerpo de ese dieciocho
añero que le ha escogido a él entre esas personas que quedaban aún solas.
Christian (hablando cerca del
chico): Me llamo Christian, ¿y tú?
Samuel: Me llamo Samuel,
encantado.
Christian le sonríe y decide
callarse hasta que termine la canción, no quiere hablar más. Se le está
haciendo la canción eterna, o eso o que han cambiado de canción y ellos siguen
pegados el uno al otro bailando como dos idiotas en un intento por separarse
sin saber si hacerlo o no.
Una vez se cansan ambos de estar
tan pegados, se separan un poco y se dan cuenta que hacía ya rato que la gente
no bailaba pegada y que habían vuelto a ese estado de masa humana que se mueve
y salta al ritmo de las canciones que van sonando en los altavoces de la
discoteca.
Samuel y Christian se ríen ante
la situación tan embarazosa, y tal como había llegado, se vuelve a ir dejando
de nuevo al chico de quince años solo. Suspira y ladea la cabeza, busca su
móvil entre sus bolsillos y lo saca, mira la hora y la sangre se hiela en sus
venas, son las cuatro de la madrugada, tal vez no debería de llegar tan tarde a
casa, no por sus padres ya que no le van a decir nada, sino porque al día
siguiente era fiesta y tendría que cuidar de su hermana que no iría al colegio.
Ante su pesar de tener que
marcharse y abandonar esa sensación de libertad, Christian abandona el recinto
no sin saber que va a volver ya que tiene que encontrarlo y darle las gracias
por haber bailado con él, aunque Samuel no sepa el por qué le da las gracias,
él lo hará y después se marchará.
Fundido en Negro.
Parte 4.
Ya en casa se ha desnudado y sin
poner la calefacción se ha metido en la cama, tapado hasta el cuello con las
sábanas intenta conciliar el suelo pero el dolor de cabeza es más fuerte que
eso. Suspira y da varias vueltas en el colchón de plaza y media. Le quedan unas
cuatro horas o tres para dormir, y quiere hacerlo ya que de lo contrario se
pondrá a pensar en Georgina, Dani y Rubén, y más que no querer, no debe hacerlo
ya que ha decidido olvidar el pasado y vivir el presente, esperar el futuro con
ansia y desear con todas sus fuerzas que todo pase, que las cosas cambien y que
vayan a mejor.
Lo que no sabe es que esto sólo
ha empezado, que una vez crece en ti ese monstruo que devora corazones y se
alimenta de palabras como un “te amo” no puedes pararlo, y que lentamente le
sumirá en una oscuridad contra la que tendrá que luchar, ya que por amor se
pueden llegar a realizar actos de los cuales la gente se arrepiente, y uno de ellos
es la muerte.
Ay ay ayyyyyy dios me encanta cielo, me encanta!!!! He pillado un error e___e desde cuando 30+30=50? :$
ResponderEliminarMe ha gustado mucho a mi tb!!! Esta genial y estoy super enganchada *-* no tardes mucho en subir por fis!!! Un beso cielo, te espero en mi blog
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