Parte 1.
Es veinticinco de marzo.
Christian se encuentra sentado en la cama mirando la pared de enfrente mientras
suena la canción “From Yesterday” de Thirty Seconds to Mars en los altavoces de
su ordenador. Se deja caer hacia el lado apoyando la cabeza sobre la almohada y
suspira hondo. Ayer discutió con Georgina, sin saber por qué ella le había
mandado un sms diciéndole que tenían que hablar, y de golpe… Todo se torció y
se dio la vuelta.
Parte 2.
Noche anterior.
Christian está en un pub al lado
de una chica pelirroja. Él lleva unos pantalones rojos y una camiseta blanca
básica. Ella lleva un vestido corto con un estampado de tigre y unas botas
negras altas. Se llama Noha y tiene un año menos que él; son muy amigos, tanto
que muchas personas se han llegado a plantear si tenían algo más que amistad, y
claro, ellos lo negaban aunque también sabían que había algo más que amistad
entre ellos.
Noha: ¿Y qué tal está Georgina?
¿Todo bien?
Christian: Sí (vibra su móvil y
lo coge, ve que es un sms de la chica de la que justamente estaban hablando).
De hecho me acaba de mandar un mensaje, quiere que la llame, ¿me disculpas un
segundo?
Noha: Por supuesto, el amor es lo
primero (sonríe).
Él sale a la calle y marca el
teléfono de su novia. Al tercer toque descuelga una Georgina con voz seca, como
si hubiese gritando previamente, o llorado.
Christian: ¿Amor? ¿Es que pasa
algo?
Georgina: ¿Puedes venir a casa?
Por favor, tenemos que hablar.
Christian: ¿Ahora? Estoy con unos
amigos.
Georgina: Te estoy diciendo que
vengas, ¿tanto pido?
Christian: No, claro que no
(cuelga).
Vuelve a entrar adentro y le
sonríe a Noha, deja un billete de diez euros sobre la mesa para pagar lo que
han tomado y se despide de ella, sale corriendo a la casa de Georgina
preocupado por lo que pueda pasar. Ya se había enterado de lo de su psicólogo y
de parte del pasado de su novia y tenía miedo a distanciarse de ella, a que
cayese y él no estuviera para poder ayudarla.
Fundido en Negro.
Parte 3.
Casa de Georgina.
Están sentados en la habitación
de Georgina. Ella lleva unos pantalones blancos y una camiseta del mismo color.
Mira a Christian medio enfurecida. No sabe por dónde empezar y tiene miedo a
hacerle daño.
Georgina: ¿Otra vez ha vuelto
Noah?
Christian: Es Noha, no Noah. Y es
una gran amiga, lo sabes.
Georgina: Me pela el culo cómo se
llame, ¿me puedes decir qué hacías con ella?
Christian: Quería hablar, me
mandó un mensaje y salí con ella para ver lo que quería.
Georgina: ¿Y bien? ¿Qué te ha
dicho?
Christian: ¿Qué más da Georgina?
No importa lo que haya dicho, no ha pasado nada fuera de lo normal, si es lo
que quieres saber.
Georgina: Es que si hubiera
pasado a esa le falta mundo para huir (se mueve en la cama y tumba a Christian,
se pone sobre él poniendo las piernas a ambos lados de su cintura, se sienta
sobre su entrepierna). Eres mío, le guste o no, yo te he ganado.
Christian: Así me gusta (la atrae
a él y pega su frente a la de ella), que no seas celosa, porque mi corazón es
solo para ti.
Georgina: ¿De verdad?
Christian: ¿Acaso existe alguien
más en este mundo que pueda encender cien soles por mí?
Se besan, juntan sus cuerpos
mientras la ropa se desprende de ellos. Se transforman en uno solo lentamente,
consumen el amor como el fuego consume una vela en la oscuridad. Se aman el uno
al otro más que nunca.
Fundido en Negro.
Parte 4.
Christian vuelve a casa caminando
de forma lenta y pausada. Se ha puesto los auriculares y escucha música con el
móvil, exactamente “Bad Romance” de Lady Gaga.
Va pensando en Georgina, en el
brillo de su piel desnuda a la luz de la lámpara. Recrea su figura en el aire,
siente sus labios sobre los suyos como si aún estuvieran a él. Se le eriza el
cabello al notar aún el fino tacto de sus dedos por su cintura desnuda.
Y ahí se había quedado todo, otra
vez.
De nuevo la había esquivado,
había parado porque tenía miedo, la había apartado, le había besado en la
frente y había susurrado un “lo siento” no muy convincente. Otra oportunidad
más que había desaprovechado porque había algo que no cuadraba, algo que iba
mal y ambos lo sabían, sobre todo Christian, pero se seguía negando.
Llega al portal de su casa y se
mira a sí mismo en el reflejo del cristal. No sabe qué hora es pero ha empezado
a amanecer. ¿Dónde ha estado después de la casa de ella? ¿Por qué sus labios
saben a otros labios que no son los de su novia?
Hay confusión, en sus dedos, en
sus labios, ojos, piel. Hay confusión en su mente, sobre qué está haciendo mal,
acerca de quién es él, qué va a pasar, y sobre todo, de si el amor existe de
verdad o es sólo un teatro más.
Fundido en Negro.
Parte 5.
Tiempo actual,
volvemos al mismo sitio y situación de la parte 1.
Se ha abrazado a sí mismo
mientras llora. La quinta vez que lo hace desde que llegó a casa anoche.
Sus padres no se habían dado cuenta
de que había llegado tarde, y ni siquiera había dormido aún, ni se había
molestado en quitarse la ropa con la que había salido. Primero estuvo
escuchando música en los auriculares y cuando sus padres despertaron había puesto
la música en el ordenador.
Christian mira la pantalla de su
móvil mientras esta se ilumina, el móvil ni vibra ni suena, pero no es eso lo
que le llama la atención, sino el nombre del contacto de la llamada entrante.
Dani.
Este coge el móvil rápido y lo
descuelga, se lo lleva al oído y escucha la voz del chico, esa melodiosa voz
que le hace retorcerse por dentro de placer y al mismo tiempo de asco. Suspira
y saluda.
Christian: Hola.
Dani: ¿Estás mejor? No me gustó
como te vi anoche…
Christian: ¿Anoche? Espera,
¿dónde me viste?
Dani: Me llamaste a eso de las
dos de la mañana, estaba bastante mal, te recogí en el centro y te llevé a casa
porque no querías que te llevase a casa.
Christian: Espera Dani, espera, ¿qué
pasó qué?
Dani: ¿No te acuerdas Christian?
Lo suponía…
Christian: Yo…
Parte 6.
Había salido de la casa de
Georgina bastante perdido y frustrado, no sabía a dónde ir o dónde meterse.
Estaba mal, la había dejado destrozada, y él estaba creando un monstruo en su
interior que no podía controlar.
Estaba sentado en un coche rojo.
Miraba a Dani conducir sin saber a dónde iba. Lo había llamado porque no sabía
a quién debía de hacerlo. Pero tampoco sabía de dónde había sacado su móvil,
tal vez se lo había dado… ¿Cuándo? Es que no se acordaba.
Christian: Gracias por venir…
Dani (conduciendo, aparte un
momento la vista para mirarlo, le sonríe y vuelve a pegar los ojos a la
carretera): No las des, me he quedado preocupado al oír tu voz, estabas...
extraño, ¿qué ha pasado?
Christian (niega con la cabeza):
Nada… Tenía ganas de hablar contigo, pedirte perdón por lo de la última vez.
¿Dónde me llevas?
Dani: Voy a tu casa, ¿dónde te
voy a llevar si no? Y no, no me pidas perdón, no lo merezco.
Christian: ¡No! ¡A mi casa no! Por
favor…
Dani: Tienes quince años, ¿dónde
pretendes que te lleve si no?
Christian: Llévame a tu casa.
Dani: ¿A mi casa? Vivo con Rubén,
¿seguro que quieres que te lleve?
Christian: Llévame, por favor.
Luego me llevas a mi casa antes de que se haga de día, pero por favor a mi casa
no...
Dani: De acuerdo, vamos a casa.
Realiza una maniobra totalmente
prohibida y va dirección opuesta a donde parece ser el piso en el que reside
con un amigo suyo. Christian se funde con el sillón y aprieta los ojos dejándose
llevar.
Una vez más, se deja llevar por
algo que va más allá de un simple sentimiento diario.
Parte 7.
El piso de Dani es muy
confortante. Tiene tres habitaciones, la suya, la de Rubén y una tercera
habitación con un sofá cama que la usan para guardar libros y estudiar.
Antes de llegar al corto pasillo
con las tres habitaciones y el cuarto de baño común hay un pequeño salón con
una mesa en la que comer grande, un sillón de cuatro plazas y una mesita
pequeña. Frente a esta hay un mueble con un televisor LCD de cuarenta y dos
pulgadas.
La entrada del piso está
compuesta por una percha de la que cuelgan unas bandoleras que al parecer usan
para llevar los apuntes y libros de la universidad. Justo frente a la puerta
para entrar se encuentra la cocina la cual es bastante pequeña.
Dani sienta a Christian en el
sillón y este se recuesta en él quitándose el calzado y hundiendo su cara en
uno de los cojines.
Dani: Rubén no está, ya te lo
presentaré otro día (se sienta en un hueco y acaricia el pelo de Christian),
¿me vas a decir qué te pasa cielo?
Este se levanta y le mira a los
ojos, se arma de valor y sus labios pronuncian un “te amo” tartamudeando.
Dani: ¿C-Cómo has dicho?
Christian: No me hagas decirlo
otra vez, no me obligues a decir esas dos palabras y cinco letras que he
prohibido en mi vocabulario.
Dani: Es que me gusta oír eso en
tus labios.
Christian (se pega al oído de
Dani y susurra): Te amo.
Este cierra los ojos y deja que
el dueño de su corazón coja su cara y lo bese lentamente. Él se sienta sobre
Dani y rodea su cuello con los brazos, le sigue el beso y ladea la cabeza para
profundizarlo.
Christian desabrocha su camisa y
acaricia su pecho con los dedos, lo hace lentamente y recorre su piel desnuda.
Después baja hasta abajo y desabrocha sus pantalones.
Dani (susurrando): ¿Estás seguro?
Christian (mirándole a los ojos):
Sí, estoy totalmente seguro de que te amo, y de que quiero todo contigo.
Entonces pasa que el tiempo se para,
que sus labios se juntan y ocurre un nuevo big ban. Su big ban.
Fundido en Negro.
Parte 8.
Volvemos a la
conversación actual entre Dani y Christian.
Christian: Claro que me acuerdo, ¿por
qué no me iba a acordar?
Dani: No lo sé… ¿Te apetece
quedar?
Christian: ¿Qué hora es?
Sinceramente, no sé qué hora es.
Dani: Las once y veinte.
Christian: ¿Me recoges a las
doce? He de ducharme y me tendré que cambiar.
Dani: A las doce estoy en la
puerta de tu casa.
Christian: Hasta luego Dani.
Dani: Te amo.
Christian: Y… Y yo.
La conversación telefónica se
acaba y nada más ocurrir apaga el móvil, hoy no quiere saber nada de nadie que
no sea él. Es el momento de vivir la vida, ¿y si se equivoca? De los errores se
aprende, ¿no?
Fundido en Negro.