sábado, 28 de julio de 2012

Capítulo 13:


Parte 1.
¿Alguna vez os ha pasado que os prometéis que no os vais a volver a entregar a una persona sólo porque no creéis en el amor? Esa expresión esconde un sufrimiento ante el dolor de un amor que nos ha marcado. A pesar de todo, ¿nos os da igual encontrar a alguien que os quiera y os respete como sois?
Eso le ha pasado a él.
Juró no volver a enamorarse de nadie, que sólo viviría el momento, las relaciones de un solo día, y ahora ha entregado su corazón a otro chico que se ha cruzado por delante, un chico que le ama y al cual se entrega todas las tardes en su casa. Samuel, el chico que el 8 de mayo domingo le había pedido salir, el chico que se emborrachaba los sábados noche y hacía locuras con todos. Ese chico que le había prometido a su novio cambiar y comportarse mejor.
Christian había comenzado el instituto tras las vacaciones bastante feliz. En su clase se preparaban para realizar el viaje a Londres al cual salían el lunes 16, sólo quedaban 6 días ya que estaban a martes 10 y los nervios estaban a flor de piel de los estudiantes. En clase de inglés hacían redacciones acerca de lo que iban a hacer y en francés, a causa de que se unían las dos clases aprovechaban para hablar entre ellos del viaje que harían. Iba a ser bonito, ¿vedad? Ver Londres, vivir una nueva aventura y mezclarte en las calles de una ciudad tan enigmática como lo era la ciudad.
Él estaba en una habitación con un chico de tercero de ESO ya que el viaje de estudios en su instituto era compartido. Xavier es buen amigo suyo y no dudó en decirle que sí dormiría con él. No era feo, de hecho podría llegar a admitir que le gustaba si no fuera porque él es heterosexual y algo homófobo.
En ocasiones también fantaseaba con encontrarse a Rubén, era imaginarlo y sus nervios se activaban, ¿acaso podría ser posible encontrárselo? Después de todo no sabía si había vuelto a España y le hacía ilusión verlo y saber dónde había sido enterrado Dani, si no lo habían incinerado claro…
Nina: ¿En qué piensas cerdi?
Christian (girando la cabeza hacia su amiga): En Rubén y Dani.
Nina: Christian, ¿cuándo vas a olvidar?
Christian: Nina, ¿cuándo te vas a dar cuenta de que nunca?
Nina: No lo entiendo, estás con un bombón de tío ¿y piensas en tu ex?
Christian (alarmado): ¡Calla!
Por suerte nadie le había oído y su amiga hace una mueca con la cara a modo de disculpa, después vuelven la cabeza hacia el lado de la profesora, ella sigue con sus dibujos en la mesa y Christian vuelve a sumirse en sus pensamientos.
¿Cómo estará Samuel?

Parte 2.
¿Cómo había podido enamorarse de esa manera de un chico de quince años? Seguía sin poder entenderlo, pero es que era tan distinto y diferente a los demás chicos con los que había compartido cama…
Samuel está sentado al fondo de su clase. Tendría que estar en primero de bachiller pero está en cuarto a causa de sus malos estudios, ¿su media? Un cinco raspado, si llega a él claro. Ahora mismo jugando con su bolígrafo azul mientras su profesor de matemáticas intenta explicar cómo realizar una ecuación por el método de Ruffini. Otra vez aquel tostón de clase que se había tragado el año pasado, pero claro, estaba repitiendo y así eran todas las clases, iguales que las del año pasado.
Profesor: Samuel, ¿me podrías decir cuál es el resultado?
Este se levanta de la silla tirando su portalápices al suelo y dice algo inentendible provocando las risas de la clase y el enfurecimiento de su profesor.
Profesor: ¡Así vas! ¡Siempre pensando en lo que no debes! ¿Quieres tener un futuro? ¡Pues o te aplicas o te vas de mis clases porque así me niego a darte clase!
Samuel acepta las condiciones de su profesor, y en lugar de sentarse y agachar la cabeza recoge sus cosas y se cuelga la mochila al hombro, se dispone a salir cuando su profesor vuelve a gritarle varias expresiones que usa contra los chicos que se niegan a atender en clase.
Samuel: Mira, estoy aquí por voluntad propia porque me podría haber salido, si no atiendo es mi problema, lo que cuenta es la nota del examen, ¿no? Usted no es quién para ponerse así en clase si no le he atendido, pero así lo único que va a conseguir es cosas como esta (le hace un corte de maga y sonríe). Hasta luego.
Sale de la clase cerrando la puerta con un portazo y huye del instituto directo a su casa. De camino se enciende un cigarro y se pone a pensar de nuevo en su novio. La noche del domingo lo había hecho, se había armado de valor y se lo había pedido con miedo a que le rechazase, pero por suerte no había sucedido así.

Sobre la cama laa ropa estorbaba y sus labios impedían que pensara con claridad. Samuel empujaba a Christian contra la cama con su propio cuerpo. El calor se expande desde su entrepierna hasta su cerebro quemando cualquier pensamiento que le incite a parar, sólo necesita seguir, desnudarlo y hacerlo suyo con todo el cariño, amor y pasión que pueda.
Sus propias manos le quitan los pantalones y le agarran el pene erecto provocando un leve jadeo en los labios del joven. Él le mira a los ojos nervioso ¿tendría miedo o es que no estaba preparado aún?
Samuel (susurrando en su oído mientras le acaricia su sexo): ¿Es tu primera vez cielo?
Christian niega con la cabeza suavemente y sonríe de una forma tan pícara que una bomba estalla en su interior, ya sí que no iba a parar y lo haría sin pensar en las consecuencias, ¿por qué no? Lo deseaba y sentía una necesidad de hacerlo suyo.
Vuelve a besarlo de nuevo y esta vez Christian se lanza a la piscina, introduce su lengua en la boca de él y lame su paladar provocando que la erección apriete aún más en sus pantalones; mientras tanto el chico actúa como si le leyese los pensamientos y le quita la ropa de la parte de abajo y después le mira la camiseta. Una vez está Samuel desnudo la felación por parte de Christian comienza. No puede reprimir los gemidos y el apretar las caderas contra él introduciendo su sexo hasta la garganta del muchacho.
Después de terminar le mira con unos ojos marrones bañados en pasión y ganas de hacerlo todo con él. Entonces actúa rápido y se cambian de posiciones. Samuel le desnuda y acaricia su entrada con la yema de los dedos de forma suave provocando un jadeo sonoro en Christian.
Christian (susurrando): Samuel… Hazlo…
Y ocurre. Introduce su miembro de forma lenta en el interior del chico. Este se coge a las sábanas con fuerza mientras disfruta al notar cómo el otro se mueve en su interior pasando de hacerlo lento a dar embestidas con ligera fuerza.
El amor se consume y da paso a una bestia en el interior de las personas de una fuerza arrasadora que acaba en el sexo. Esa demostración de amor que se transforma en un acto carnal mediante el cual dos personas se entregan, se unen por algo más que besos y caricias. Una demostración tan hermosa como peligrosa en todos los sentidos.
Ya han terminado. Christian está acurrucado sobre el pecho de Samuel mientras este respira con tranquilidad. Ambos están aún desnudos bajo las sábanas y están medio dormidos medio extasiados por la presión del momento.
El reloj marca aún las 23:57 y Samuel no quiere perder un solo segundo más de ese día tan especial, quiere hacerlo, tiene que hacerlo, porque se ha unido demasiado. ¿Y si le rechaza? Ese es el miedo que nos para a todos, el miedo que mata un “te quiero” en nuestros labios.
Samuel (susurrando): Christian, sé que es precipitado, que estamos juntos desde el miércoles pero… ¿Te gustaría saber conmigo?
Christian le mira y sonríe leve, se mueve ligeramente acercándose a su cara y le besa lentamente, después se separa un poco no sin dejar de rozar su nariz con la de él y le da la respuesta.
Christian: Sí.

Vuelve a sonreír mientras está terminando su cigarro. Ha sufrido una ligera erección al recordar la forma en que había hecho el amor con Christian. Recordar sus besos, sus caricias y jadeos, el susurro de su nombre mientras llegaba al clímax.
Todo era tan perfecto que casi no se lo podía creer, como un cuento de hadas, como ese príncipe que tendría para siempre. Pero…
¿Acaso no todos los cuentos tienen un final?
Fundido en Negro.

Parte 3.
Christian ya ha llegado a casa y come bastante rápido para poder realizar todas las actividades de matemáticas que tiene que hacer y poder encender el ordenador para hablar con su novio. Su novio.
Aún siente mariposas en el estómago cada vez que lo piensa. Es que es tan nuevo para él, no el hecho de tener novio, es algo raro lo que siente por él. Es tan perfecto, tan mágico y vivo, tan distinto que no sabe cómo explicarlo o expresarse.

Son las seis de la tarde, ha tardado casi dos horas en hacer todas las actividades de matemáticas y la mayoría de ellas seguramente estarían mal, ¿qué más daba? Sólo quería hablar con él por lo que ha encendido el ordenador y ha entrado en Tuenti, la red social desde la cual se pasaba la mayor parte del día hablando con él.
Estaba conectado y al ver su nombre sonríe ampliamente, le inicia en el chat pero antes de darle tiempo a escribir un hola ya le ha llegado el mensaje de él.
Sam: Te echo de menos mi vida u.u
Chris: Yo más, no sabes hasta qué punto, ¿cuándo podré verte?
Sam: El viernes podemos quedar en el parque de enfrente de tu casa, y desde allí podemos ir a la mía si quieres y…
Chris: Cariño, sabes que el lunes me voy a Londres, te extrañaré muchísimo, tal vez demasiado… no quiero ir y dejarte aquí…
Sam: Lo sé y este fin de semana no podremos pasarlo juntos y el domingo intentaré llamarte, lo prometo mi vida, de verdad. Y tienes que ir, quiero que lo pases bien mi amor
Chris: N-no pasa nada… yo te dejaré un sms el lunes antes de subir al avión y te mandaré uno cuando llegue, pero no me respondas, ¿vale? Porque te costará mucho y no quiero que gastes dinero en mi… :$
Sam: Te contestaré todo lo que quiera, porque para eso te amo, ¿vale?
Chris: Oinss mi vida… :$ Yo te amo muchísimo más, ¿vale? Que lo sepas, siempre, para siempre.
De golpe se abre otra ventana en el chat, la miniatura de la foto la conoce a la perfección desde el principio, es ella.
Georgina: Hola Christian.
Chris: ¿Qué quieres?
Georgina: Quiero hablar contigo, ¿puede ser?
Chris: Oh claro, ¿por qué no? Rápido.
Ella comienza a escribir y mientras tanto Samuel le ha mandado varios mensajes a Christian. Este está demasiado nervioso como para hablar con él.
Chris: Cari mi madre quiere que recoja la ropa tendida, no tardo mi amor. Te amo.
Sam: Te espero feo :P
Georgina ya ha terminado de escribir y abre su chat, ha escrito algo bastante grande y comienza a leer.
Georgina: Te echo de menos. Aquí las cosas no van mal, de hecho me va bien con Liam. Pero no es lo que quería Christian, hay algo, me falta algo. Y creo que eres tú. Lo sé, sé que te hice algo de lo cual no me arrepiento, porque te lo merecías, y comprenderé que me odies. Pero aún veo en tus ojos los cien soles que encendimos juntos. ¿Cómo te va con Dani? Espero que bien. Seguramente eres más feliz con él que conmigo, y de hecho me alegro de ello porque no hay nada más que me llene por dentro que saber que estás bien después de todo. Yo ahora tengo miedo, ¿y si la pequeña no nace bien? He vuelto a vomitar cuando he comido con Liam, no como cuando estoy sola y eso es la mayoría de los días porque él se pasa las horas fuera, estudiando o haciendo algo para mí y para la niña, y yo aquí, destrozándome la vida y echando de menos a alguien a quien debería de odiar. ¿Por qué? No lo sé, ni quiero saberlo, pero sí te digo una cosa, quiero volver Christian, quiero estar contigo, a tu lado, sólo si me dejas. A ver… No me malinterpretes, no siento nada por ti, ya no quiero nada más porque lo nuestro se ha destrozado por completo y no se puede rescatar nada, ni queremos. Pero sí siento que debo de estar a tu lado, que no te debo dejar sólo, no sé si me entiendes. Lo siento.
¿Qué pasaba? ¿De verdad estaba leyendo esas palabras de Georgina? ¿Iba a volver? ¿Iba a estar su lado? Pero… ¿Por qué?
Christian niega con la cabeza delante de la pantalla del pc y teclea un “Ok”, le da a enviar y después le pide perdón a Samuel, le dice que se han complicado las cosas, que ya hablan mañana, se despiden con un te amo y rápidamente apaga el ordenador.
¿Y ahora qué? ¿Qué debía de hacer?
Por lo pronto relajarse, pensar bien las cosas, no podía ser cierto aquello. ¿Que Georgina le echaba de menos? ¿A él?
Le parecía ridículo e incluso una mentira de ella aunque en lo más profundo de su ser había un deseo de que fuera realidad, que esas palabras no estuviesen llenas de veneno sino que tuviesen algo de verdad.
Se levanta de la silla del ordenador y sale a la terraza, apoya los brazos en el balcón y suspira. Las lágrimas brotan de sus ojos y los aprieta fuertemente como si de alguna forma u otra la oscuridad que podía ver con los párpados abajo le pudiese engullir.
¿Estaba permitido echar de menos a alguien a quien quería muchísimo pero que al mismo tiempo odiaba con todo su ser?
Otra pregunta sin respuesta, o un sentimiento sin fundamento en este corazón gris cubierto de espinas, esperando a despertar de su largo sueño y de ese frío que le envolvía. Y tendía a buscar respuestas allí donde no las había, seguramente donde nunca las encontraría.
Tendría que volver a ese sitio lleno de sueños e ilusiones.
Allí donde él solía soñar y creerse invencible.
Fundido en Negro.

jueves, 26 de julio de 2012

Capítulo 12:


Parte 1.
La despedida había sido lo que más le había dolido. Ella sabía que le había hecho daño, ¿pero por qué lo había hecho? Tal vez por el rencor al amor. Se había enamorado de él, o seguramente sólo había sido un capricho más.
Y allí estaba ella, a kilómetros de distancia con una nueva vida en su interior al lado de Liam, el que iba a ser el padre de…
Aquello.
Ya no lo quería, se arrepentía de haberse quedado embarazada, de no haber abortado a tiempo, de haber seguido adelante con aquella locura. Y ahora echaba de menos a Christian, su forma de sonreír, de mirarla mientras pensaba en algo que decirle. Aunque él fuera gay, aunque le hubiese mentido, le quería. Le era imposible odiarle, pero ni ella ni nadie podía llegar a odiar nunca a ese chico. Era especial, era mágico. Christian hacía todo lo que estaba en su mano por todas las personas que le rodeaban, daba su vida por sacarles una sonrisa, por hacerlas felices a su lado, y eso es algo que toda persona agradece.
Por esa razón y por muchas más, Christian nunca sería odiado por nadie, y quien lo hiciese se estaría perdiendo a una persona que sin duda alguna, llegaría lejos algún día. Pero, ¿quién sabe cuándo?

Georgina está sentada en el salón de los padres de Liam. Allí en Nueva York tienen un apartamento en uno de los edificios principales de la ciudad. La pared del fondo y justo la de la izquierda que toca con ella son cristales que muestran la calle. Le encanta sentarse allí y pensar mientras Liam sale por las mañanas a realizar las compras. Ella ha dejado los estudios, en Estados Unidos tiene todo lo que quiere y puede desear y la casa es perfecta para que la pequeña, porque va a ser una niña definitivamente, nazca.
El apartamento está compuesto por el salón, la cocina a más puro estilo americano y dos habitaciones con un cuarto de baño. Una de las habitaciones es la de ellos y la otra la están arreglando para la pequeña Nahiara.
Georgina se levanta y entra en la habitación de la que será su hija. Habían pintado las paredes de color azul cielo y ya había algunos muebles. Estaba la cómoda, la cuna y la cama. Las sábanas no estaban puestas porque era una tontería ponerlas tan pronto. Se sienta sobre el plástico protector que envuelve al colchón y sonríe leve mirando la cómoda y recordando lo que había sentido al recibir los muebles que los padres de Liam habían comprado tras enterarse del embarazado; cuando abrió los cajones se quedó sorprendida al descubrir que allí ya descansaban las primeras mudas de ropa de su pequeña.
Después borra la sonrisa de su cara y mira el color de las paredes. ¿Por qué azules cuando iba a ser una niña?
Porque era el color favorito de Christian.
Fundido en Negro.

Parte 2.
Mientras que Georgina pensaba en él, Christian se encontraba duchándose para salir. La diferencia horaria entre Nueva York y España era de seis horas por lo que aquí son las seis de la tarde ya.
El chico ha quedado con su amiga Nina para ir a la misma discoteca que fue hace dos noches y su amiga había aceptado sin poner ninguna excusa. Cenarían en una pizzería que quedaba a dos manzanas de su casa y después irían al parque para hacer hora ya que querían llegar y que hubiese ya ambiente pero pensando en lo que tardaban las pizzas en salir en ese sitio llegarían con la fiesta ya comenzaba y bastante caliente, como decía su amiga.
Mientras se ducha tararea la canción de “Born this Way” de su amadísima Lady Gaga, la cual le había acompañado desde que Rubén le había dicho aquello. ¿La solución que él mismo se había impuesto tras la noticia?
Olvidar al que había sido el amor de su vida y enamorarse de alguien mejor.
Había escrito una entrada en su blog acerca de lo que le había pasado, había recibido más de trescientas visitas y algunos comentarios en el que le pedían que tendría que ser fuerte, superar la pérdida del amor. Todos esos comentarios les hicieron llorar, menos uno.
“¿Sabes? Me parece increíble tu historia, me suena a cuento, a telenovela. ¿Cómo me puedes decir que mientras salías con una chica sabiendo que eras gay te acostabas con otro? Es que me parece increíble, por no hablar de que nos cuentas que has conocido en un chico en una discoteca MIENTRAS TU NOVIO ESTÁ INGRESADO A KILÓMETROS DE TI, Y PARA COLMO ANTES DE ESO TE ACUESTAS CON SU MEJOR AMIGO. Me parece de locos lo que estás haciendo, porque estás mal, muy mal, y los locos como tú deberían de estar ingresados en un psiquiátrico.”
No le había molestado la verdad, de hecho había llegado incluso a reírse ya que le parecía irónico cómo alguien que no lo conocía de nada le juzgaba por hacer lo que él creía conveniente para su felicidad. Aunque también, si se paraba a pensar, había sido un monstruo, ¿cómo podía haberse acostado con el mejor amigo de su novio? ¿Y haberle hecho aquello a Georgina? Era algo increíble, algo que tal vez desencadenaría una serie de situaciones en el futuro en las que se tendría que arrepentir de esto, o no, ¿quién sabe el futuro? Es mejor vivir el presente tal cual, ¿no?
Fundido en Negro.

Parte 3.
Unos pantalones pitillo blancos y una camiseta roja con un cuello de estilo marinero cuyo escote le llega casi hasta el centro del pecho, lleva varios cordones finos que se anudan entre sí para cerrarlo un poco. Se ha calzado sus converse blancas ya que las negras llamarían demasiado la atención y como se ha cortado el pelo en un acto de locura se lo ha peinado hacia arriba.
Christian contonea las caderas un poco delante del espejo de su casa mientras sonríe pícaro. Su madre se asoma por la puerta de la cocina y le mira negando.
Christian: ¿Qué pasa?
Madre: Nada, ¿qué iba a pasar? Que te me haces mayor.
Christian (mirándole y abrazándole): Oh dios, no te me pongas melodramática mamá que estoy igual que siempre.
Madre (apretando a su hijo contra ella): De acuerdo… ¿Sales con Nina?
Christian (se separa y sonríe ancho): Sí, que llevo tiempo sin verla y me apetece pasar un rato con ella.
Madre: Cuidado con lo haces… ¿Quieres dinero?
Christian: ¡MAMÁ! Que es mi amiga (estallan los dos entre risas). Sí, dame dinero porfa, que vamos a cenar en la pizzería y luego iremos a un pub-discoteca que han abierto nuevo…
Madre: A mí no me cuentes tus cosas que luego no duermo, ten cuidado, ¿de acuerdo?
Le da dos billetes de veinte y después le besa en la mejilla. No le da horario, nunca lo necesita ya que sabe perfectamente que llegando de pie y sobrio puede llegar cuando quiera. Vuelve a besar la mejilla de su madre y grita un buenas noches a su hermana tras lo cual sale a la calle dispuesto a ir de nuevo a aquella pista de baile.
Dispuesto a volverse a encontrar con Samuel.
Fundido en Negro.

Parte 4.
La pizzería está llena como siempre. Miércoles santo y la gente se entretiene en concentrarse en restaurantes y centros comerciales sólo porque es un día de fiesta. ¿Festejar el qué? Es algo que Christian no va a llegar a entender nunca, ¿de qué sirve sacar a la calle figuras de cera que representan lo que “El Mesías” hizo hace dos mil años? Es algo que no comprende, ¿de qué le va a servir creer en algo que le odia por ser homosexual?
Son preguntas que él se plantea y se retuerce de dolor al encontrar respuesta en el rechazo de la sociedad a esas personas que se enamoran y mantienen relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. ¿Acaso importa con quién pasa tu vecino del cuarto la noche o quién besa los labios de esa chica que se esconde tras montañas de libros en la biblioteca? La homosexualidad, bisexualidad, transexualidad es normal, es la sociedad quien tacha a esas personas de enfermas, de locas o incluso de que lo hacen por llamar la atención.
¿Llamar la atención? Siempre que piensa eso no puede evitar reírse, ojalá él no fuese gay y pudiera llevar una vida normal, como todos esos chicos a los que les da igual lo que les rodea o su futuro y todo lo arreglan con un “me la suda”.
Nina: Hoy estás súper absorbido, tierra llamando planeta Christian, ¿está usted comandante?
Christian (riendo): Calla tía, ¿has pedido ya?
Nina: Sí, ah, y viene Jane, la chica esta que te presenté…
Él responde con un asentimiento de cabeza y vuelve a hundirse en su mente.
Hoy su mejor amiga se ha vestido con un vestido bastante ceñido negro con transparencias, unas medias de redecilla también negras y unos tacones Mustang que él mismo le regaló por su pasado cumpleaños. Se había maquillado bastante, para ocultar la capa que todas las chicas adolescentes intentan ocultar, los granos.
Christian nunca había llegado a sentir nada por ella por mucho que la gente que los veía juntos lo dijese, ella era su amiga, su mejor amiga y siempre estaba ahí para todo. La confianza que tenían era como de hermanos y la quería muchísimo, a pesar de que cuando él le contó que era homosexual ella le respondiera que le daba asco, lógico, su padre abandonó a su madre a los tres años de tenerla a ella y se fue con un chico unos años menor que él.

Y luego estaba Jane que se había vestido exactamente igual que Nina pero de color rojo, como él habría dicho si tuviera más confianza, putón. La chica no era fea, pero había algo en ella que le incomodaba, tal vez fuese la forma en lo miraba o el trato que le daba a pesar de que no tenían tanta confianza.
Jane: Estás callado Christian, ¿te pasa algo?
Christian niega con la cabeza y la chica resopla bastante lo que causa cierto desconcierto a Nina y a su amigo. ¿Qué le pasaba a aquella chica por la cabeza?
Christian: ¿Habéis terminado ya de comer? Quiero irme ya.
Nina: Cómo estamos hoy, ¿eh?
Él se limita a encogerse de hombros y sonríe leve. Son las once y media, ¿por qué no va a haber ambiente ya? Si es fiesta durante toda la semana, además, tenía que estar él allí, lo presentía.
En ocasiones un presentimiento puede llegar más fuerte incluso que el destino o la vida y puede provocar que dos personas se unan, no por el destino ya que ha sido derrotado, sino por la presión de dos corazones que buscan unirse.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Efectivamente, el pub ya estaba bastante ambientado cuando llegaron los tres. Las chicas se perdieron en la pista de baile mientras se paseó por la barra buscándole a él, pero no estaba. ¿No habría ido o aún no habría llegado?
Suspira y se pide una copa, decide sentarse en los asientos de la barra y quedarse ahí, no le apetecía bailar y no había ido allí para ver hacerlo, sólo quería verle a él, y el que no estuviese le había sentado bastante mal, pero claro, ¿por qué iba a estar allí? Si sólo se habían visto una noche y seguramente ese tal Samuel no pensaría en él de la misma forma en que Christian lo hacía, y en el hipotético caso de que así fuese, ¿acaso iba a buscarlo allí? Todo resultaba irónico.
Tan irónico que cuando él le agarró con fuerza por detrás no se lo podía creer.
Christian (intentado disimular su sorpresa): Estás aquí.
Samuel (susurrando en el oído del chico): Claro, ¿me esperabas?
Christian: Bueno… Tal vez.
Samuel: Yo he vine también anoche pero no viniste, y bueno, no sabía si tú te acordarías de mí.
Christian: No iba tan borracho (ríe leve).
Samuel: Ya, pero tal vez me daba miedo lo que pensases de mí, tal vez me creías un loco que se había acercado contigo a bailar y sólo te quería por… El sexo.
¿Pensar de él? Que sí, que estaba loco, demasiado loco para acercarse a un chico de quince años roto por dentro que jugaba a ser mayor y a mezclarse con gente que bebe y baila hasta no poder más. Pero también pensaba que era especial, perfecto por la forma en que lo miraba, dulce y delicado por la forma en la que le abrazaba, y esa forma tan tierna de susurrarle al oído palabras que le dejaban sin respiración y aliento.
Ese era él, ese era su Samuel, y quería que sólo fuese para él.
Christian: ¿T-Te apetece bailar?
Samuel: Por supuesto, feo mío.
¿Feo mío? ¿Eso le había llamado?

Llevaban ya bastante rato bailando. El más joven lo hacía sin prestar atención a la música que sonaba y el mayor lo hacía pegado a él, ambos movidos por la sensualidad y la tensión del momento, tensión que de vez en cuando acababa con un acercamiento por detrás y un “te quiero” al oído.
Pero de golpe Samuel para y mira a Christian, le coge la mano derecha y le sonríe ampliamente.
Samuel: Escucha esta canción, se llama “Lo que nunca fuimos” de Guille el Invencible.
A Christian se le vino el mundo a los pies. Esa canción era preciosa, transmitía unos sentimientos preciosos y esa letra… ¿Por qué no podía dejar de sonreír Samuel? ¿Acaso la canción iba con doble sentido? Christian se mueve lento al ritmo de la música sin soltar la mano al chico que le mira con cara de felicidad y ojos llenos de ilusión.
¿Acaso el amor puede surgir de la noche a la mañana? ¿Existen de esta forma los flechazos a primera vista? ¿O este amor estaba ya escrito por el destino desde antes? ¿Estarían sus nombres unidos en eso que llamaban eternidad? Puede ser posible, o tal vez era sólo un nuevo pasatiempo que la vida le había preparado a Christian para saber si podía ser fuerte o simplemente quería devorar corazones.
Fundido en Negro.

Parte 6.
Christian caminaba la mar de feliz de vuelta casa junto a Nina y a Jane. Él no hablaba pero sus ojos y su sonrisa delataban algo que podría haber pasado aquella noche, esa felicidad que recorría su cuerpo desde la punta de los dedos de sus pies hasta el último pelo de su cabeza no era normal, le encantaba sentirla, era como una droga y no quería soltarla, necesitaba otra vez estar con él, besar sus labios de nuevo y sentirse rodeado por sus brazos.
Sus labios…

Samuel le miraba sonriente mientras Christian se pegaba a la pared del cuarto de baño. Habían entrado y mirado que no había nadie, y después el mayor le había cogido la cintura con las manos apretando suavemente y pegando todo su cuerpo al del joven. No podían dejar de mirarse y de sonreírse el uno al otro. El silencio no era incómodo, en lugar de eso parecía decirlo todo. La música que sonaba se escuchaba hueca debido al aislamiento de las paredes de los servicios y aun así el que no hablasen hacían todo más vacío, y bonito. Sólo uno de ellos tuvo el valor de romperlo.
Samuel: Perdóname, te conozco hace dos días pero… Pero me gustas.
Y le besó, le besó dulcemente en los labios. Su beso transmitía calidez y profundidad, su beso le daba algo a lo que agarrarse, una sensación nueva, unos labios distintos a los anteriores, unas ganas de vivir nuevas.

Así tal cual lo cuenta Christian a las dos chicas. Nina no puede dejar de reír y bromear con que deberían de haberlo hecho allí mismo en el cuarto de baño; en cambio Jane se mantiene alejada y bastante cabreada a causa de lo que el chico ha contado.
Tal vez no debería de saberse el por qué, pero claro está, el destino en esta vida es muy caprichoso y sabe jugar muy bien sus cartas.
Nina (golpeando el hombro de Jane suavemente): ¿Qué te pasa?
Jane: ¿Que qué me pasa?
Christian: Sí… Estás rara, ¿ha pasado algo?
La chica se pone delante de ellos cortándoles el paso y lo suelta todo.
Jane: ¿Te digo lo que pasa? Que odiaba que estuvieras con la cerda esa, Georgina o como coño se llame, también odio que me vengas a mí a contarme que te has enrollado con un tío en el cuarto de baño, ¡y menos mal que no te lo has follado porque vamos, sería el colmo! ¡Que no! Que no puedo soportar que me cuentes esto porque me duele, me duele y me jode Christian. Porque aquí estoy yo como una gilipollas, enamorada de un puto crío que no se aclara. ¿Y sabes qué? Haz lo que quieras con tu vida, ya te arrepentirás de ser así.
Fundido en Negro.

Parte 7.
Lo que había pasado con Jane había sido algo que le había molestado. ¿Cómo se había podido enamorar? Tampoco habían hablado tanto… Además, la conoció mientras salía con Georgina y no tenía por qué haberse enamorado.
Pero eso le daba igual. Mientras Christian permanece tumbado en su cama no puede evitar pensar en Samuel. Tiene su móvil y duda si mandarle un mensaje, pero son las cuatro de la mañana y no quiere despertarle, además tal vez siga allí en el pub y no escuche el móvil a causa de la música.
¿Se estará enrollando con otro?
Algo le presiona el pecho. Celos, son celos y malos, porque siente algo amargo en la boca del estómago que se lo come por dentro. ¿Acaso su beso no había tenido nada de importante? ¿Acaso ese “me gustas” se lo decía a todo el mundo? ¿Y si sólo había sido el rollo de una noche?

lunes, 23 de julio de 2012

Capítulo 11:


Parte 1.
¿Recuerdas cuando aún eras pequeño? ¿Cuándo sólo te importaba ver tus dibujos animados favoritos y comer lo que te apeteciera? ¿Recuerdas aquella noche que te llevaron tus padres a las fiestas del pueblo y te paseaste en todos los columpios que quisiste? ¿Todos esos caprichos que te hacían de pequeño?
Ahora sólo son recuerdos, retazos de un pasado remoto en el que eras feliz con poco, trozos de sueños y diversiones, en cambio, ¿qué eres ahora? ¿Qué pretendes ahora consiguiendo todo lo que te propones? ¿Felicidad?
Mentira. Mientes.
Una vez consigas lo que quieres, querrás más, necesitarás un poco más de lo que ya tienes, y una vez obtengas ese poquito más, necesitarás más aún de lo que ya tenías, y así hasta que no puedas conseguir lo siguiente que te propongas y te creerás alguien débil y sin sueños en la vida. Pero puedes cambiar eso, puedes empezar renunciando ahora, puedes ser feliz ahora con poco, como antes, ¿no?
La luz emana del fondo del pasillo. Las paredes son totalmente lisas, de color negro con rombos plateados a ambos lados, como si de un papel de pared se tratase. Christian estira los brazos hacia la luz e intenta taparla con sus dedos, es demasiado fuerte y sus ojos no se terminan de acostumbrar a tal brillo. Después, todo es oscuridad.
Un nudo le aprieta la garganta y algo le oprime el pecho, se retuerce allí donde esté tumbado y unas manos fuertes le sujetan para que no se caiga. Grita pero se ahoga, llorar pero no le quedan lágrimas. ¿Qué está pasando?
Dani: No te mereces esto.
Christian (su voz Sale sin darse cuenta): ¿Dani?
Se da la vuelta, está como flotando en el agua, pero no ve nada, no puede ver nada más allá de lo que tiene a escasos centímetros de su cara. Sabe que le ha hablado, intenta llamarle pero de nuevo no sale la voz de su garganta, mueve los brazos buscándolo sin finalidad alguna.
Dani: Despiértate Christian…
Y le besan en la mejilla.
Fundido en Negro.

Parte 2:
Natalie: Va Christian despiértate…
Parpadea varias veces y se encuentra con la cara de su hermana suplicante. Se lleva la mano a la cabeza, le duele bastante a causa del alcohol de anoche. Bosteza varias veces antes de incorporarse y abraza a su hermana, la aprieta fuerte contra sí y le besa la mejilla.
Natalie (apartándose de él intentado huir de sus besos): Aih ¡quita! Te he despertado porque te han llamado al móvil.
Christian: ¿Quién ha llamado?
Natalie: No lo sé, no ponía quién era, me ha dicho que le llames cuando te despiertes, es un chico.
Christian (suspirando): ¿Y por qué me has llamado?
Natalie: Porque si no lo hago, te enfadas, y ahora que te he llamado te enfadas también, me voy.
La chica se levanta y sale de la habitación por donde ha entrado, cerrando la puerta con un ligero portazo, su hermano mayor se vuelve a tumbar en la cama y da varias vueltas en ella hasta que encuentra la postura adecuada, después deja la mente en blanco de cualquier pensamiento que no sea acerca del sueño que ha tenido.
Era Dani, de eso estaba seguro. Él no cree en fantasmas y apariciones de ningún tipo, pero sabe que era él porque ha sentido su calor, ya no sólo por el hecho de haber oído su voz como si estuviese con él, sino por el calor que ha sentido cuando le ha hablado, por el tacto de sus labios, aunque fueran de verdad los de su hermana, pero también eran los de él, besándole en la mejilla por su hermana.
Le ha dicho que no se merece esto, ¿pero a qué se refería? ¿Al dolor que ha sentido durante el sueño a algo más? ¿Acaso quería referirse al sufrimiento de su pérdida? ¿O había algo más? ¿Cualquier otra cosa que le estaba sucediendo y que no se lo merecía?
La puerta de su habitación se abre y entra su madre, se acerca a él y le besa en la mejilla, después deja en su escritorio varias camisetas y pantalones junto a ropa interior recién doblada.
Mamá: ¿No vas a desayunar?
Christian: Claro mamá, ahora voy a desayunar.
Su madre sale sin decir una palabra más y él se levanta, se pone una camiseta que tiene de las que le están largas y le llegan por debajo del trasero, se calza las zapatillas de estar por casa y sale. El pasillo es un hervidero a pesar de ser lunes. Su madre no habrá ido a trabajar con el fin de quedarse limpiando la casa ya que la semana de vacaciones se hará eterna y ensuciarán como si estuviesen cinco o más personas en la casa.
Atraviesa el pasillo y se mete directo en la cocina; abre el primer cajón de los de abajo buscando algo para desayunar y tras percatarse de que la compra aún no está hecha y el cajón se encuentra vacío. Suspira y se apoya en la encimera de mármol de la cocina y clava sus ojos en la pared de en frente.
Mientras deja pasar el tiempo realiza un leve repiqueteo con los dedos. Ha acabado sentado sobre el mármol de la cocina mientras piensa en algo que no quiere ni reconocerlo.
¿Has sentido alguna vez esa sensación de vacío en tu interior que se aferra a algo que ni siquiera tiene duración o que no tiene explicación alguna?
Sí, esa sensación es la que Christian siente cuando piensa en los brazos de Samuel rodeándole, su respiración entrecortada cerca de su cara, y el latir acelerado de su corazón cada vez que sus ojos se encontraban con los de él.

Parte 3.
Ha salido a la calle con gafas de sol y aun así le molesta la luz que este irradia. A pesar de estar en Londres hace muy buen día y desde que llegó no ha llovido nada, Rubén suspira y se para en el quiosco de todas las mañanas para recoger el periódico, tal y como le había pedido Dani el día en que llegó al hospital.
Rubén tenía allí un piso que previamente había comprado con un dinero que tenía tras la herencia de sus abuelos ya fallecidos. El piso no era muy grande, tenía un salón y una cocina, un cuarto de baño y una habitación de matrimonio. Ya estaba amueblado antes de que llegase y sólo había tenido que comprar una televisión puesto que la que habían dejado los antiguos dueños en el piso ya estaba demasiada vieja y no soportaba el adaptador de la televisión digital.
Era en ese pequeño espacio donde viviría con Dani una vez le dieran el alta en unos pocos días, lo cual era bueno para los dos ya que el enfermo había recuperado parte de la memoria y había aprendido a comer lo suficiente para mantenerse vivo.  Aún no había preguntado por Christian, y según los médicos podría ser posible que no lo hiciese pues por quien primero preguntó cuando su memoria comenzaba a unir retazos de un pasado olvidado fue por él.
¿Por qué Rubén y no Christian?
Esa pregunta no dejaba de hacérsela, le trataba con cariño y siempre, al llegar a la habitación y al irse le daba un beso en la mejilla después de abrazarle con fuerza pero sin hacerle daño.
A pesar de ser Lunes y tener que trabajar en un restaurante de camarero, Rubén comenzaba a trabajar a las una del medio día por lo que aún le quedaban un par de horas para pasar con su mejor amigo.
En el hospital ya le conocían y entre las enfermeras se hablaba de que eran pareja y que Daniel estaba muy enamorado de él, pero ambos lo negaban cada vez que alguna de ellas le preguntaba en ese acento peculiar que si eran novios. Por suerte, en el hospital sabían hablar español y Rubén no tenía que estar usando su inglés a cada instante, lo que le daba un respiro pues se pasaba el resto del día hablando en inglés.

Nada más abrir la puerta de la habitación se encuentra  Dani totalmente vestido con ropa normal, este camina hacia su amigo rápidamente y le da un abrazo fuerte para después, como cada día, besarle la mejilla.
Dani: Me han dado el alta, podremos volver a casa.
Rubén: ¿De verdad? ¡Eso es estupendo!
Este último sonríe y vuelve a abrazar a su amigo sin poder evitarlo. Se ha recuperado bastante rápido, algo que no entendía pues en España le habían dicho que tardaría meses, o tal vez años, en recuperar la vitalidad que tenía antes y es que aquí en Londres todo ha quedado a un susto, se ha recuperado rápidamente y ahora vuelve a tener la misma vida y luz que tenía antes, aunque no sin poder percatarse de algunos cambios que sólo las personas que conocen bien a Dani podrían darse cuenta, como el color negro de su pelo que se ha aclarado un poco siendo de un color marrón oscuro o de su piel que ahora es más blanca que antes.
¿Y ahora qué? ¿Preguntaría por Christian y querría volver a España? Sería lo más lógico, después de todo, era su novio y estaba enamorado de él.
¿O no?
Fundido en Negro.

Parte 4.
Ha acabado por salir de su casa para despejarse. Las imágenes de la Semana Santa sólo salen en martes, miércoles y viernes y aún así las calles de la ciudad estaban bastante llenas de gente.
Christian camina sin saber a dónde ir, no ve necesario ir a algún sitio en particular, simplemente perderse entre las calles de esa ciudad, su ciudad. El lugar donde había crecido, se había enamorado y había llorado por amor.
Son las nueve y media de la noche y hace frío, a pesar de estar ya a finales de abril cuando caía la noche y con ella la oscuridad, las bajas temperaturas se hacían presentes entre las personas que caminaban a merced de los secretos que podía esconder la noche; y aun así Christian se había atrevido a salir con unos shorts y una camiseta de manga corta de Lady Gaga de color blanca que había comprado en Zara. Algunas personas se quedaban mirándole ante el aspecto que presentaba y es que su delgadez llamaba la atención a ciertos caminantes que en ocasiones se paraban para admirar esa belleza mortal.
Una belleza que le mataba por dentro. Sabía perfectamente a qué se debía su delgadez. Llevaba días sin comer, y si lo hacía aprovechaba el poco tiempo que podía pasar solo para hundir los dedos en su garganta, hasta la campanilla, y devolver todo lo que había comido. Y así había llegado a ser así. Una belleza que podría causar la muerte, su propia muerte. Tan perfecto que se podría atravesar la piel y ni siquiera sangraría, o así se creía él.
De golpe se para, le está sonando el móvil y se ha asustado. No por el hecho de que suene, sino por la canción que está sonando de todo de llamada.
“Pase lo que pase” de Germán Meoro. Su canción, la canción de los dos. La que sólo sonaba cuando él llamaba.
Coge el móvil, sí, claro que es él, no necesitaba ver su nombre en la pantalla, a canción delataba quién era la persona que llamaba. ¿Y ahora qué? ¿Debía cogerlo? ¡Claro! Si está llamando él es porque está bien, ¿y si no? ¿Y si tal vez no era más que una jugarreta del destino, alguien que quería gastar una broma? P-Pero ese móvil… Sólo lo podía tener él.
Finalmente se decide a cogerlo.
Christian: ¿S-Sí?
Rubén: Está muerto.
Después la llamada finaliza. ¿De verdad? ¿Esa voz metálica con ruido de fondo le había dicho aquello? ¿Que estaba muerto? Pero no podía ser, no podía pasarle a él, no podía separarse de él, decirle que estaba muerto y después colgar.
Christian le da al botón verde para que el móvil realice la última llamada y su corazón se para. Una voz de una grabadora de la compañía le dice que el móvil al que está llamando no existe. ¿Por qué ahora? ¿Por qué a él?
Ya es tarde, las lágrimas recorren sus mejillas y apenas puede ver dónde está. Se apoya en la pared y lentamente se deja caer al suelo colocando la cabeza entre sus rodillas flexionadas. Llora y se retuerce por dentro, se odia por no haberse podido despedir mejor, por haberse acostado con Rubén cuando aún lo amaba, se odia por haber dejado de sentir amor hacia Dani. Se siente destrozado al haberse enamorado de Samuel en una sola noche.
Y es que el amor jugaba malas pasadas, y cuando el destino quería jugar con los corazones de la gente podía llegar a ser muy traicionero; para Christian, si estas lágrimas de hoy eran sólo el prólogo de un futuro lleno de felicidad, prefería ser feliz ahora y llorar en un futuro, que sufrir ahora y no tener fuerzas para seguir, ni siquiera para oír como una voz en su interior le pedía que saltase al primer coche que pasase para morir.
Como un halcón sobre su presa, la noche se abalanzó sobre él.
Fundido en Negro.

Parte 5.
Dani le mira con ojos vidriosos. Tras haberle besado, tras haberle contado toldo lo que tenía pensado hacer allí en la ciudad le había pedido algo que no debería de haber aceptado jamás y es que destrozar el corazón de Christian de esa manera había sido cruel e inhumano. Lo peor de todo es que él también tendría que desaparecer ahora que su amigo estaba… Muerto para el mundo entero.
Él quería crear una nueva persona, una nueva identidad, dejar el pasado atrás. No entendía el por qué, si allí en su país de origen tenía a alguien a quien amaba muchísimo, y en lugar de volver, prefería herir su corazón mintiéndole, fingiendo su muerte, dejando una tumba vacía, un corazón destrozado y una vida por delante con un futuro seguramente brillante.
Dani se pega a él a y le besa a pesar de que Rubén no puede prestar atención a sus besos. No entiende por qué se deja besar, por qué no le para y le grita que eso no está bien, que al menos podría decirle a Christian que allí iba a hacer una nueva vida, pero no fingir su muerte. En lugar de eso le sigue los besos y le lleva hasta la cama de matrimonio aún sin hacer. Allí le desnuda lentamente y recorre su piel desnuda con los labios, allí mismo lo hace suyo mientras jadea su nombre entrecortadamente.

Seguramente habría sido un error todo, algo que tendría que pagar toda su vida, pero esa noche, esa noche todos los errores iba a quedar justificados con besos y caricias.
Fundido en Negro.

viernes, 13 de julio de 2012

Capítulo 10:


 Parte 1.
Se acercaba el fin de semana y Christian se sentía cada vez peor. Cada vez que estaba con Rubén sí que sentía esa sensación de paz, pero cuando llega a algo más, a besar sus labios, a tocar su piel desnuda. No le busca a él, busca a Dani.
Y eso le está quemando por dentro, no sabe si seguir o parar, si contárselo o mantenerse en silencio. Tal vez… No sea como él pensaba. Cuando miraba a Rubén, veía al mejor amigo de su novio, pero también veía a un chico enamorado, un chico que estaría dispuesto a darlo todo, pero tal vez…
No sea así, seguramente Rubén… No estaba en su camino.
Ya es Domingo y como cada día muerto y sin nada que hacer ambos chicos están sentados en el salón, mirando la tele y no viendo nada. El silencio entre los dos sólo es una pausa en el tiempo mientras el programa musical de la televisión deja pasar las canciones.
Rubén está nervioso, no sabe qué hacer, Christian ha estado todo el fin de semana distinto a como cuando se habían encontrado el día en que le dijo si podía ir a su casa. Algo se movía dentro del chico y no alcanzaba a comprender qué era.
El más joven se levanta del sillón y va al baño; mientras tanto el mayor recuerda lo que esconde en el cajón de su escritorio. Ese es otro detalle que se le había olvidado, algo que Christian seguramente no le perdonase. ¿Pero qué más podía hacer? Tenía que saber algo de su amigo y aquí en España tampoco hacía mucho…
Cuando él sale del baño le mira y frunce el ceño, sabe que está pensando en algo y no duda en preguntar de qué se trata.
Christian: ¿Rubén? ¿Pasa algo?
Rubén (se queda en silencio ante la pregunta): N-No… ¿Qué iba a pasar?
Christian: Estás extraño (se cruza de brazos), así que algo te tiene que pasar, ¿me lo puedes contar?
Rubén: De verdad, no pasa nada, estoy bien.
Christian: Esto te va a doler, pero sé que mientes, ¿me puedes explicar por qué estás así? ¿Es por lo que ha pasado este fin de semana?
Rubén: ¡No! Esto ha sido lo mejor de mi vida, pero por favor…
Christian: Me vas a pedir que no te pregunte, ¿no es así?
Rubén asiente.
Christian: Pues me vas a perdonar, pero quiero saber qué está pasando, porque nada no es, además, quien nada no se ahoga.
Rubén: Me voy.
Christian (impactado por las palabras del chico): ¿Cómo?
Rubén: Que tengo un billete de avión, salgo mañana.
Christian (se aleja un par de pasos): ¿A dónde vas?
Rubén: A… Londres.
Christian: Llévame contigo.
Rubén: ¿Cómo? Imposible, no puedes venir, tienes tus estudios Christian.
Christian: Quiero verle, te lo suplico (se acerca a él y le coge de las manos, sentándose a su lado), por favor…
Rubén: ¿Que lo quieres ver? ¿Qué me vas a decir ahora? ¿Que le amas?
Christian (agachando la cabeza): Yo…
Rubén: ¿Después de esto? ¿Después de que te hayas acostado conmigo durante todo este fin de semana me vas a decir que le amas?
Se queda mudo, no sabe qué contestar, ¿qué le dice ahora? ¿Que sigue amando a su amigo? Tiene razón, ¿después de todo lo que ha pasado sobre ese sillón, en la cama, en la ducha?
Rubén: No te reconozco, no sé cómo te atreves siquiera a pensar que sigues amando a Dani, ¿de verdad me ibas a contestar que sí? ¿Entonces esto, qué?
Christian: Rubén, yo…
Rubén: Nada, tú nada. No sé qué te has creído, ¿vienes aquí? ¿Me dices que me amas, me besas, te entregas a mí, y aún me vas a decir que le amas?
Está ya levantado, histérico ante el silencio del joven. Eso le ha dolido, no por su amigo, sino por él. ¿Después de todo sigue enamorado de él? ¿Por qué? ¿Por qué no podía olvidarle y entregarse a alguien que le amaba y que estaba presente?
Rubén: Tienes suerte que Dani no te recuerda, porque de lo contrario, ahora mismo se estaría retorciendo de dolor en la cama mientras tú tienes la poca vergüenza de decir que sigues enamorado de él.
Entonces el silencio se corta, llegan las lágrimas y la furia. Se desata la verdad, una verdad que tal vez no debería de ser descubierta, algo que nunca debería de haber salido por sus labios, pero que de lo contrario, todo habría acabado aún peor, o no.
Christian (levantándose y gritando): ¿Sabes? Sí, sí le amo y por eso me he acostado contigo, para olvidarle. Pero es que esto no debería de haber pasado, ni yo debería de haber venido aquí nunca, no debería de haberme dejado llevar por Dani, tendría que haber seguido con mi feliz vida, al lado de Georgina. Tenía que haberme quedado con mi dichosa heterosexualidad, haberme callado, porque ahora estoy destrozado por dentro, pero eso tú no lo ves, no te das cuenta de que sólo soy un puto crío, un chico que quería vivir la vida, ser como los demás, ¡pero no! ¡Tenía que pasarme esto! ¡Conoceros a los dos! ¡Joderme de esta manera la vida! ¡Debería de estar muerto! ¿Sabes? ¡Muerto tenía que estar en estos momentos y no mirándote a la cara mientras te atreves a decirme lo que me acabas de decir!
Rubén no puede contenerse y da una bofetada a Christian, este se queda impresionado por lo que ha hecho y se lleva la mano allí donde él le ha pegado. Le mira a través de las lágrimas, traga saliva y suspira, se va a la habitación y comienza a meter la ropa en la maleta, se desnuda y se cambia, se pone lo primero que encuentra que sea suyo y una vez ha cerrado la mochila se la lleva a la espalda, pasa delante del mayor sin mirarle a la cara y antes de salir, se despide.
Christian (entre lágrimas): Nunca, ¿sabes? Nunca volverás a saber de mí.
La puerta se cierra, pero no sólo la puerta del piso donde había amado a dos chicos distintos. Se cierra una puerta de su vida. Guarda todo lo que ha pasado en el fondo de sí, lo encierra y lo esconde muy bien, para que no vuelva a salir, para que se quede ahí, para siempre.
A veces, enterrar el pasado no es lo mejor ya que el pasado es lo que nos forma, pero siempre tendemos a eso, a alejarnos de lo que somos, de nuestros errores; y no nos damos cuenta de que ellos son los que nos hacen fuertes, o nos forman como personas. Pero hay errores que es mejor no cometer, porque no sólo nos destrozan a nosotros, sino a las personas que nos rodean. En ocasiones, un simple error nos lleva a tomar decisiones de las que en un futuro seguramente nos arrepentiremos, pero esas decisiones, ya sean buenas o malas, nos llevarán a nuestro futuro, sea cual sea.
Fundido en Negro.

Parte 2.
Tras llegar a su casa lo primero que había hecho había sido ducharse y llamar a sus amigas. A pesar de que fuese domingo y que al lunes siguiente comenzaba la Semana Santa no iban a salir ya que estaban castigadas debido a sus malas notas. Christian, desesperado por salir, le cuenta a la madre que ha quedado con Ninna para ir a dar una vuelta y de paso celebrar el fin del instituto durante una semana. Su madre pone bastantes quejas pero al final le deja salir ya que Christian usa las buenas notas al mismo tiempo que evade lo que ha estado haciendo ese fin de semana.
Se encierra en su cuarto y se pone un pantalón largo pegado de color blanco y una camiseta negra con una calavera y unos dibujos abstractos en tonos plateados y dorados. El pelo lo peina como siempre ya que tampoco tiene mucho que hacerse en él. Se mira al espejo que cuelga de la puerta su armario y sonríe leve. Se ve distinto, tal vez más maduro, o mejor dicho, dolido por el amor que no acaba del todo. Se apoya en las puertas del armario y suspira. Sólo ha pasado un mes y ya está distinto, distinto a como era antes, alguien feliz con su vida, alguien que sólo deseaba escribir y llegar a ser alguien. Y ahora quiere algo más, amor, pero no un amor de una noche, quiere un amor que le llene, que le demuestre que la vida es perfecta con él, que cada noche que pase junto a esa persona hagan el amor hasta que amanezca, y despertarse a su lado y volver a hacerlo. Sentirse vivo mientras esos labios recorrían su piel desnuda. Ahora no quedaba más que ese sabor extraño de querer más y no tener.
Coge su móvil y la cartera, la abre y se percata de que no tiene dinero, ¿y ahora cómo piensa beber? Suspira y va hasta el bolso de su madre, sin decirle nada le coge treinta euros, después coge la cartera de su padre y coge otros treinta, piensa beberse todo lo que le dé con esos sesenta euros, si no puede olvidar estando tumbado en su cama con la música al máximo, olvidaría bebiendo que es lo mejor.
Mezclar el amor y el alcohol. Un pasatiempo al que sólo acuden aquellos que están lo suficientemente locos y destrozados por dentro.
Y tal vez el alcohol, le llevaría a conocer a alguien que le diera ese amor, una segunda oportunidad al amor, a ese sentimiento que nos llena a todos por dentro y nos hace especiales y diferentes a los demás pero al mismo tiempo nos transforma en dependientes de él, como las drogas. Una vez lo pruebas y tienes adicción, buscas más y más para sentirte lleno hasta que llega el extremo de que te haces daño a ti mismo porque se te descontrola y te transforma en un monstruo, un monstruo que consume corazones con el fin de ser feliz.
Fundido en Negro.

Parte 3.
Caminando por la calle mientras esas pandillas que sí que han decidido salir le miran debido a su aspecto ha descubierto una nueva discoteca que lleva abierta una semana o así. Está en un sótano al cual entras desde un bajo que pertenece a un bloque de pisos de la zona residencial más abandonada que te puedes imaginar en la cual viven inmigrantes y personas que no se pueden permitir el lujo de poder pagar una hipoteca de un lugar mejor y más tranquilo para vivir, aquel sitio donde las discusiones no sólo son gritos e insultos sino puños y castigos.
La discoteca está bastante ambientada, no se habría dado cuenta de ella si no fuera por la música que salía por la puerta. Ha conseguido entrar a pesar de que aún tiene quince años. El guardia de seguridad le ha mirado y tras decirle que no suelen pasarse chicos tan monos por allí se ha hecho a un lado para que pasase.
La decoración es extraña, propia de un lugar nuevo y moderno. Hay columnas de decoración por todo el espacio cerrado que son lámparas de lava que cambian de color conforme van subiendo y bajando. Hay gente de todas las edades, es decir, de los dieciocho en adelante, él es el más joven que está allí. Se siente diferente a todos ellos, ellos le hacen sentir diferente, como un intruso con las miradas y los cuchicheos que hacen en voz baja que además queda amortiguada por la música mientras se acerca a la barra y pide una cerveza. La coge y tras tomar el primer trago se acerca a la pista de baila y, fundiéndose con la música y la gente comienza a bailar.
Suena un remix de Firework de Katy Perry y se deja llevar cerrando los ojos y bailando, teniendo cuidado de no tirar la cerveza. De vez en cuando bebe un poco para quitar el calor que hay.
Hay gente que se pega a él mientras baila, funden sus cuerpos mientras más que bailar se restriegan, chicos y chicas, pero a Christian le da igual, sólo quiere bailar y olvidar, dejar que todo se vaya, enterrar el pasado lo más hondo posible y dejarlo ahí hasta que el recuerdo decida olvidarlo.
Pasan  varias canciones, una detrás de otra, canciones sin significado, simplemente música para sus mentes y cuerpos. Mientras tanto, el alcohol también va pasando y subiéndose, llegando hasta la mente y quedándose así, creando un estado de euforia y desconcierto que puede con la realidad y la mentalidad, algo que se adueña de ti y te hace sentir como si no hubiera nada que pudiese contigo.
La música para y el Dj habla, les dice que va a poner algo lento y que las parejas deben de bailar unidas. Todos se ponen tal y como le has dicho, algunas parejas verdaderas, otras que se acaban de conocer por azar del destino y que deberán de bailar juntas superando la vergüenza de pegarte a una persona desconocida.
Y entonces ocurre, algo se acciona y se encuentra con unos ojos castaños. El chico le mira fijamente mientras camina hacia él, le rodea la cintura y susurrándole al oído un “no nos queda otra” comienza a bailar al ritmo de la canción lenta, es una melodía de la cual Christian desconoce el título, ya sea porque no la ha escuchado nunca o por los efectos del alcohol. Este sube los brazos hasta el cuello del chico y le rodea, sonríe leve y decide dejarse llevar por el cuerpo de ese dieciocho añero que le ha escogido a él entre esas personas que quedaban aún solas.
Christian (hablando cerca del chico): Me llamo Christian, ¿y tú?
Samuel: Me llamo Samuel, encantado.
Christian le sonríe y decide callarse hasta que termine la canción, no quiere hablar más. Se le está haciendo la canción eterna, o eso o que han cambiado de canción y ellos siguen pegados el uno al otro bailando como dos idiotas en un intento por separarse sin saber si hacerlo o no.
Una vez se cansan ambos de estar tan pegados, se separan un poco y se dan cuenta que hacía ya rato que la gente no bailaba pegada y que habían vuelto a ese estado de masa humana que se mueve y salta al ritmo de las canciones que van sonando en los altavoces de la discoteca.
Samuel y Christian se ríen ante la situación tan embarazosa, y tal como había llegado, se vuelve a ir dejando de nuevo al chico de quince años solo. Suspira y ladea la cabeza, busca su móvil entre sus bolsillos y lo saca, mira la hora y la sangre se hiela en sus venas, son las cuatro de la madrugada, tal vez no debería de llegar tan tarde a casa, no por sus padres ya que no le van a decir nada, sino porque al día siguiente era fiesta y tendría que cuidar de su hermana que no iría al colegio.
Ante su pesar de tener que marcharse y abandonar esa sensación de libertad, Christian abandona el recinto no sin saber que va a volver ya que tiene que encontrarlo y darle las gracias por haber bailado con él, aunque Samuel no sepa el por qué le da las gracias, él lo hará y después se marchará.
Fundido en Negro.

Parte 4.
Ya en casa se ha desnudado y sin poner la calefacción se ha metido en la cama, tapado hasta el cuello con las sábanas intenta conciliar el suelo pero el dolor de cabeza es más fuerte que eso. Suspira y da varias vueltas en el colchón de plaza y media. Le quedan unas cuatro horas o tres para dormir, y quiere hacerlo ya que de lo contrario se pondrá a pensar en Georgina, Dani y Rubén, y más que no querer, no debe hacerlo ya que ha decidido olvidar el pasado y vivir el presente, esperar el futuro con ansia y desear con todas sus fuerzas que todo pase, que las cosas cambien y que vayan a mejor.
Lo que no sabe es que esto sólo ha empezado, que una vez crece en ti ese monstruo que devora corazones y se alimenta de palabras como un “te amo” no puedes pararlo, y que lentamente le sumirá en una oscuridad contra la que tendrá que luchar, ya que por amor se pueden llegar a realizar actos de los cuales la gente se arrepiente, y uno de ellos es la muerte.

martes, 3 de julio de 2012

Capítulo 9:


Parte 1.
Han pasado dos semanas desde la última vez que Christian queda con Rubén. Aún no ha llegado y los nervios no dejan de crecer. Se fue de su casa antes de decirle que Rubén no le quería, que le amaba. Ahora está más delgado que antes, pesa cincuenta y cinco perfectos kilos. Su madre tras verlo tan mal ha hecho que comience a ir a un psicólogo, Fer. Así se llama, y es homosexual. Desde la primera tarde que pasó en su consulta él se dio cuenta de lo que a Christian le pasaba, y tras decirle que no podía callarse toda su vida sus males, comenzó a llorar y lo contó todo, desde el principio hasta el final. El cómo había perdido la virginidad con Víctor, cómo había conocido a Georgina, se había enamorado de Dani, el enterarse de los cuernos de su novia y cómo Dani, el amor de su vida se había marchado a Londres sin acordarse de nada.
También le había contado lo que sentía cuando Rubén estaba cerca. Fer lo había calificado de amor, Christian como afecto.

Está sentado en una terraza. Ya es mayo y el calor comienza a presentarse. La gente pasea ya por la calle como si fuese verano y Christian se ha puesto unos pantalones cortos verdes y blancos de cuadros pequeños y una camiseta blanca con un 9 dorado. Se ha cortado el pelo, ya no lleva su perfecto flequillo sino una cresta de unos diez centímetros de alto. Juega a un juego de su nuevo móvil mientras espera a su amigo. No sabe cómo estará, si seguirá sintiendo lo mismo, pero tiene que hablar con él, contarle que le echa de menos y que le gustaría intentarlo.
Pero hay un problema, ¿va a querer salir con él siendo el mejor amigo de Dani? Lo duda, y le da miedo porque se siente impotente ante el rechazo. ¿Afecto o amor? Le da igual, sólo sabe que el cosquilleo que siente cuando Rubén está cerca no es normal y que si por él fuera, pasaría con él su vida entera.
El chico llega y le sonríe mostrando felicidad. Se ha vestido con unos pantalones pitillo azules eléctricos y una camiseta rosa palo. Christian se levanta para darle dos besos y después se sienta. De nuevo el cosquilleo, esa sensación de felicidad está otra vez.
Rubén (mirándole): Estás más delgado, ¿te ha pasado algo? ¿Comes lo suficiente?
Christian: C-Claro… ¿Y tú cómo estás? Te veo igual de… Que siempre.
Rubén: Estoy bien, ¿igual de qué?
Christian: Igual de guapo Rubén (se sonroja).
Rubén: V-Vaya…
Christian: ¿Sabes algo de Dani?
Aunque no lo demuestra, a Rubén le duele esa pregunta, ¿no habían quedado ellos dos? ¿Por qué tenían que hablar de él? Se ha tenido que ir por su culpa, si él no tuviese esos episodios bulímicos no estaría en Londres, ni mucho menos haría sufrir a un chico que no lo merece.
Niega con la cabeza y cuando el camarero se acerca pide un café con hielo. Después vuelve la vista a Christian y le sonríe. Se lo imagina desnudo sobre su cama, recorriéndolo con su piel y escuchándolo jadear mientras le hace todo lo que desea hacerle. No puede evitar la erección y se sonroja, por suerte Christian no lo ve.
El silencio que hay entre los dos es bastante incómodo, pero sólo hay unas palabras que pueden romper tanto el silencio como los esquemas del mayor.
Christian: Te echo de menos, abrazado a mí.
Rubén (sonrojado): Y yo a ti…
Christian: Me… Me gustaría volver a pasar un día contigo. Los juntos, sin nada más que tú y yo. ¿Qué te parece?
Ha pasado lo que no creía que pasaría. ¿Sin nada más que ellos dos? Es su sueño. Podrá demostrarle todo lo que le quiere, que estará a su lado, que sin él no sabe ser feliz, que le apoyará siempre en todo…
Rubén: Claro, cuando tú quieras cielo.
Christian: Estamos a miércoles y bueno… Tengo mañana y pasado exámenes, el viernes termino. ¿Me recoges en el instituto y pasamos juntos el fin de semana?
Rubén (bastante ilusionado): ¿El fin de semana?
Christian: Si te viene mal no pasa nada…
Rubén: No, al contario, perfecto. ¿Te recojo entonces el viernes?
Christian: Claro cielo, he de irme que tengo que recoger a mi hermana… (sonríe). Nos vemos el viernes, ¿no?
Rubén: Por supuesto, ¿quieres que te acompañe?
Christian (niega): No… Estarán las amigas de mi madre y no quiero que hablen.
Rubén: De acuerdo cielo, nos vemos.
Ambos se levantan y se funden en un abrazo, antes de separarse Christian hace algo que deja a Rubén helado, le besa suavemente en los labios, tras ello se separa y tras un “te quiero, adiós” se marcha.
Fundido en Negro.

Parte 2.
Las amigas de Christian ya lo saben. Les tuvo que contar lo de Dani ya que estaba bastante afligido y poco hablador los primeros días. Lo contó con miedo ya que no sabía que podrían pensar y tras abrazarlo y decirle que estarían ahí para apoyarle se sintió más seguro de sí mismo. Después de eso, se preparó psicológicamente.
Tras buscar por la red encontró a un psicólogo que vivía cerca de su casa, se llama Phil. No es mayor, pero tampoco es joven, de unos treinta años, él no se ha fijado en eso. En la primera cita le dio los pocos ahorros que tenía, se presentó, estuvieron hablando y nada más, le citó para tres días después.
Ese día Christian no tenía más dinero y lo llamó para cancelar la cita a lo que Phil le respondió que no tenía que pagarle nada, que le ayudaría sin nada a cambio. Él se extrañó pero decidió ir, esa tarde pasó algo que no sabría explicar por qué.
Le explicó el miedo que había sentido de pequeño hacia su familia, a hablar con los demás. Le contó la primera vez que descubrió que era homosexual con Víctor. Le habló de Georgina, de lo que ella le había hecho, de lo que él le había hecho a ella con Dani, de la marcha de este a Londres por su amnesia debido a la desnutrición avanzada ocasionada por su bulimia. Le contó lo que sentía cuando estaba cerca de Rubén, y después Phil le preguntó por sus sueños y aspiraciones en la vida. Christian respondió que le gustaría ser escritor, escribir alguna novela que llegara a los corazones de los demás, que les hiciese reflexionar acerca de un tema en concreto, tal vez escribiría sobre amor, o sobre la muerte. También le gustaría saber tocar algún instrumento, ser capaz de tener la música cerca de él cuando caiga y no pueda más. Le gustaría ser también fotógrafo, estudiar diseño gráfico, poder dedicarse eso al mismo tiempo que escribe sus novelas.
Phil le responde que todo eso está muy bien, pero que debe de bajarse de la nube. Le cuenta que los grandes héroes nunca han nacido grandes, que se han ido formando poco a poco, que tienen que pasar por diversas pruebas que se les pone para llegar a lo que llegan a ser, y que la vida, esos años que están entre nuestro futuro y nuestro presente son sólo una prueba que nos pone la vida para ver si somos capaces o no de cumplir nuestros sueños. Le habla de Justin Bieber, de ese chico que pasó de unos vídeos de youtube a tener fans en todo el mundo, ese chico que en una de sus canciones “never say never”. ¿Por qué se iba a rendir él? ¿No quería ser escritor? ¿Estudiar diseño gráfico? ¿Por qué no lo iba a conseguir? Sólo es una prueba, esas diversas caídas sólo le iban a enseñar a hacerse más fuerte, a levantarse sin ayuda de nadie. Era lógico que en las primeras caídas sufriese más, que poco a poco se iba a acostumbrar a estar abajo y que desde lo más profundo resurgiría.
Christian se emocionó, se le llenaron los ojos de lágrimas y le dijo que él sólo era ya un chico que soñaba con ser héroe y que se había quedado en adolescente. Entonces Phil le dijo que no, que luchase por su felicidad, por su futuro, que si era lo suficientemente fuerte, lo lograría, solo o acompañado. Añadió que habría gente que le acompañaría, que le haría feliz, pero que se tendrían que marchar porque sólo estarían en su vida para aportar un granito de arena que sería imprescindible en su formación, que otras de esas personas estarían hasta el día de su muerte y que le aportarían una amistad enorme.
Que tendría que pasar por muchos chicos que le darían su amor, pero que sólo uno le haría sentir especial, no debía de venirse abajo si perdía a uno de ellos porque entonces querría decir que había uno mejor esperándole.
Y entonces, Christian se marchó esa tarde sabiendo que el sufrimiento y la causa de sus lágrimas y dolor eran sólo el prólogo de su sonrisa y felicidad.
Fundido en Negro.

Parte 3.
Es viernes. Ha terminado los exámenes y está nervioso. Se ha llevado al instituto dos mochilas, una con los libros y otra con ropa, pantalones, camisetas y ropa interior; estaba esperando a que Rubén llegase a recogerle. Los chicos y chicas pasan delante de él y se le quedan mirando, últimamente ha estado bastante raro pero como siempre ha sacado todo sobresaliente así que no se preocupan más, además, es un chico que sólo tiene dos o tres amigas, para sus compañeros es el raro de la clase, el maricón.
Un Ford blanco llega y de él se baja Rubén, saluda a Christian y este camina hacia él. Se comporta frío ya que no quiere demostrar delante de nadie su homosexualidad, abre el maletero rechazando la ayuda del conductor y deja las mochilas. Una vez están los dos subidos y se han alejado del instituto, se acerca a él y le besa la mejilla.
Christian: Gracias por venir, te quiero. Perdóname por haberme comportado así, no quería delante de la gente... Ya sabes.
Rubén: Claro, no pasa nada. ¿Sabes qué vamos a comer hoy?
Christian (niega con la cabeza): Dime.
Rubén: Si has sacado buenas notas, pasta a la carbonara como a ti te gusta, si no, pues te daré un vaso de agua y ya tienes suficiente por hoy.
Christian (ríe): He sacado todo sobresaliente… Lo siento…
Ambos estallan a reír y Rubén para un momento el coche para abrazar al joven, después le besa la mejilla sonoramente y le susurra al oído que se siente muy orgulloso, tras lo cual reanuda el camino hacia casa.
Mientras tanto Christian saca su reproductor mp5 y Rubén le dice que lo ponga en el adaptador, hace lo que le mandan y la primera canción que suena en los altavoces del coche es “Stuck in the moment” de Justin Bieber. Christian sonríe y comienza a tararear la canción mientras que Rubén se queda extrañado ya que desconocía ese gusto musical por parte de su acompañante.
Aun así no dice nada ya que se ha dibujado una sonrisa en su cara y eso le hace feliz, él también sonríe porque pasará un fin de semana muy feliz al lado de alguien a quien quiere muchísimo y le hace sentir completo, único.

Parte 4.
Han llegado a la casa y Christian ha dejado sus cosas mientras Rubén ponía la mesa y echaba la comida en los respectivos platos, después el estudiante se ha quitado el uniforme y se ha vestido con una camiseta y unos pantalones cortos.
Están sentados en la mesa y comen uno frente al otro. Christian no sabe si contarle a Rubén lo de su visita al psicólogo, ¿para qué? ¿Acaso iba a solucionar algo? Sólo habían sido un par de visitas o tres, nada, sin transcendencia ninguna, total…
Rubén: Te veo muy callado, ¿qué te pasa cielo?
Christian: N-Nada, ¿qué va a pasar? (toma más tallarines). Estoy bien, de verdad.
Rubén: ¿Seguro? Si te pasa algo, de verdad dímelo por favor…
Christian: No es nada mi vida, de verdad (sonríe).
Le oculta sus pensamientos y termina de comer. Tras recoger la mesa se prepara para pasar una larga tarde al lado de Rubén, del chico que le saca sonrisas con sólo mirarle, de esa persona especial que ha llegado a su vida y le está aportando un granito de arena.
Se ve reflejado en sus ojos, rodeado por sus brazos y pegado a él, cerca de sus labios, de ese sitio prohibido que saca su parte más escondida y peligrosa. Se acerca más aún hasta que sus labios se juntan con los de él y se produce una nueva explosión en su interior.
Ahí está otra vez ese torbellino de sentimientos que le hace estar arriba en un segundo. Le marea, le produce alegría y felicidad; le produce hormigueo en el estómago y le da la vida. Ahí está de nuevo esa sensación de estar a millones kilómetros de distancia de la tierra, rozando con las manos el polvo de estrella con las manos.
Cuando sus labios se separan para dar paso a un te quiero y una mirada profunda y sincera. A pesar de lo que esos ojos le hacen sentir, el vacío de sus labios está presente. Christian se empuja a sí mismo contra Rubén y lo vuelve a besar, esta vez llevando más lejos que nunca su pasión, acariciando su pecho y disfrutando de sus labios.
Baja las manos hasta abajo y las mete por debajo de su camiseta, acaricia su piel desnuda y después se separa de él cortando el beso para quitarle la camiseta, vuelve a sus labios tras dejarlo con el torso al aire. Recorre su pecho con los dedos mientras saborea sus labios, lo hace de forma lenta y pausada al mismo tiempo que se tumban sobre el sofá, después desabrocha su pantalón y los baja justamente hasta la línea del bóxer, acaricia su miembro ya erecto y sonríe. Primero le muerde el labio y tira suavemente de él, después lo suelta y baja hasta abajo soltando el bóxer y dejando al aire el sexo de Rubén, primero lo acaricia con los labios desde la base hasta el glande tras lo cual comienza a masturbar la base introduciendo en su boca el glande. Comienza a hacer la felación con los labios y la lengua provocando en el mayor unos jadeos sonoros aumentando la excitación de Christian.
Tras esto, Rubén se echa sobre Christian desnudándolo de forma rápida y comienza a besarle el cuello mientras le masturba agitándole por dentro.
Esta vez el torbellino de sentimientos es más fuerte, le golpea por dentro como si se golpease a sí mismo contra un muro de hormigón. Todo sube y baja, su corazón se acelera con cada acto suyo y sus pensamientos golpean cada neurona de su cerebro con una maza. Y entonces, llega Dani y con él los besos, las noches en la cama hasta tarde abrazados, las noches en las que se entregaron el uno al otro.
Y una punzada de dolor.
Rubén (jadeando): ¿T-Te duele?
Su voz le trae a la realidad. Le ha penetrado un poco y le duele, claro que le duele, pero niega y se pega más aún contra él, hunde los dedos en sus hombros mientras el sexo de Rubén va entrando poco a poco. Gime fuerte y aprieta los, una vez llega al fondo y comienzan las embestidas no es capaz de parar los gemidos de vez en cuando pausados por los sollozos del dolor.
Busca los labios de Dani, se encuentra los de Rubén. Desea que le acunen los brazos de Dani mientras lo hacen, se encuentra con los de su mejor amigo. Añora su nombre en los labios de su novio en el momento de la eyaculación, lo oye en labios de un extraño.
Rubén (aún agitado): Y-Ya… (se sonroja).
Christian le besa al tiempo que se mueve para que el sexo del chico salga, se sienta sobre él y le abraza, lo hace fuerte y cierra los ojos, después susurra un te quiero y suspira.
¿Por qué lo ha hecho? Sólo quería ser feliz, ir despacio, sin sexo, sin prisas; a pasos cortos y demostraciones largas. Y ahí está, que acaba de empezar su fin de semana con el mejor amigo de su, todavía, novio y acaba de acostarse con él. No se arrepiente, no es arrepentimiento lo que siente, es dolor e ira hacia sí mismo. Se había propuesto disfrutar de Rubén, de hacerlo sin que nadie más inundara sus pensamientos, y lo había buscado a él.
A veces el amor no sabe como lo buscamos, o tal vez las segundas oportunidades no sirvan para olvidar a quien hemos amado antes, que simplemente nos ayudan a tapar ese amor y convertirlo en algo más real y bonito, cuando sólo es una mentira más que nos esforzamos en creer.